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Argentina es uno de los países más futboleros del mundo. De hecho, es considerado potencia por la calidad y cantidad de jugadores y equipos que tiene. Sin embargo, llevaba 28 años sin conquistar un título en la categoría mayores.
Y esa mala racha se rompió cuando y donde menos se esperaba: la noche del sábado, en la final de la Copa América ante Brasil, en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro. Fue —se confirma con el pasar de las horas y las repercusiones en ese país— una de las victorias más importantes de la historia del combinado albiceleste, seguro no tan importante como las de las finales de los Mundiales de 1978 y 1986, contra Holanda y Alemania, respectivamente, pero mucho más valiosa que las que le significaron los catorce títulos continentales anteriores.
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No solo significó celebrar después de casi tres décadas (la última vez había sido en la Copa América de Ecuador 1993), sino hacerlo en la casa de su archirrival y de la mano del que para muchos es el mejor futbolista de todos los tiempos, Lionel Messi, quien no había ganado nada con el equipo mayor, pero sí había sido campeón mundial sub-20 (en Holanda 2005) y medallista de oro olímpico (en Pekín 2008).
Argentina, además, cortó una racha de cuatro finales perdidas, las de las Copas América de 2007 (3-0 ante Brasil), 2015, 2016 (ambas contra Chile en los penaltis), y el Mundial de 2014, contra Alemania en tiempo adicional, todas ellas con Messi como protagonista.
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El equipo dirigido por Lionel Scaloni, técnico joven muy discutido en Argentina, dio la sorpresa en la edición 47 del torneo de selecciones más antiguo del mundo, ante un Brasil que era el gran favorito para repetir el título que había logrado en 2019 y que tuvo un paso avasallador en las fases previas. Contra su historia, Brasil basó su poderío en una defensa sólida que solo recibió tres goles en el campeonato, el último a cargo de Di María, que le valió el título a Argentina, pero careció de su tradicional magia, fantasía y desequilibrio, justo lo que le falta para descifrar y superar en la final a un rival que corrió, luchó y metió lo suficiente como para ser considerado justo campeón, incluso con menos fútbol en sus filas.
Porque la albiceleste fue de menor a mayor en el torneo. Con un Messi iluminado como casi siempre, líder en goles y asistencias, armó un bloque sólido para rodearlo, con Rodrigo De Paul, Gio Lo Celso y Leandro Paredes como bastiones, además de Di María como gran alternativa. También fueron importantes el portero Emiliano Martínez y el defensa Cristian Romero, aunque en general la clave fue el colectivo.
Colombia, un buen balance
La Copa América 2021 fue positiva para la selección de Colombia. Primero porque tuvo su primer mes de trabajo en campo con el técnico Reinaldo Rueda, para quien el principal objetivo es clasificar al Mundial de Catar 2022. El equipo fue de menos a más en el torneo y terminó con tres buenas presentaciones ante Brasil, Uruguay y Argentina, más allá de que las estadísticas no hayan sigo las mejores.
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Jugó siete partidos. Ganó dos (a Ecuador y Perú), empató tres (Venezuela, Uruguay y Argentina) y perdió dos (Brasil y Perú en fase de grupos). Marcó siete goles y recibió siete. El tercer lugar fue un buen cierre para un campeonato bastante digno.
En lo futbolístico, el técnico sacará conclusiones, pero se confirmó la jerarquía de David Ospina, ahora el hombre con más partidos en la selección; así como las capacidad y desequilibrio de Juan Guillermo Cuadrado y Luis Díaz, los puntos altos al lado de Wilmar Barrios. Hay mucho para corregir también, en defensa y ataque, pero el resultado en Brasil ilusiona, sobre todo porque al equipo se le ve más forma para lo que queda de la eliminatoria.