Claudio Ranieri, en su llegada al aeropuerto Leonardo da Vinci, para asumir como entrenador de la Roma. EFE/EPA/TELENEWS
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No es común que un equipo trate tan mal a sus leyendas. Algo debe estar pasando en Roma para que los cambios abruptos y temperamentales sean la norma. Las palabras secas y sin aliento de Francesco Totti, sus lágrimas de agonía y su confesión tras el retiro, demostraron que La Loba trata de forma indiferente a sus gladiadores más fieles.
Por Juan Diego Forero
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