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En 1986 se llevó a cabo uno de los Mundiales de fútbol más recordados de toda la historia. La Alemania de Lothar Matthaus, la Italia de Carlo Ancelotti, la selección belga que alcanzó la semifinal y Diego Armando Maradona burlándose de los ingleses con el mejor gol de la historia y su coronación en el balompié mundial. México fue la sede del campeonato, pero Colombia tuvo la oportunidad de serlo gracias a las aspiraciones de un hombre ambicioso y que quería lo mejor para su país.
Alfonso Senior Quevedo era el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) durante 1973 cuando se le vino a la cabeza la idea de que la nación recibiera una Copa del Mundo. Ese mismo año, la maquinaria en pro de que el evento llegara al país empezó y su puesto en el Comité Ejecutivo de la Fifa iba a tener rol importante para que esto se concretara.
El máximo ente del fútbol mundial estaba presidido por el inglés Stanley Rous, un hombre calmado y correcto, que solo quería cumplir sus funciones y no mucho más. Detrás de él estaba el brasileño Joao Havelange, el hombre que se encargó de popularizar y vender este deporte como un gran negocio mundial. Havelange fue el nexo que necesitaba Senior para que la sede se le otorgara a Colombia.
En 1974, luego de una visita por veedores de la Fifa en la que conocieron varias ciudades del país que contaban con el potencial para ser subsedes del evento, llegó el visto bueno y antes de que se disputara el partido decisivo de la Copa del Mundo de ese año entre Alemania y los Países Bajos, Alfonso Senior recibía la noticia de que Colombia albergaría el torneo en 1986.
Con mucha esperanza regresó al país luego de presenciar la victoria del equipo liderado por Franz Beckenbauer en el estadio Olímpico de Múnich. En el aeropuerto de El Dorado en Bogotá fue recibido como un héroe por personas de la prensa y aficionados entusiasmados por el proyecto. “El Mundial será una puerta para el progreso en Colombia”, aseguró el dirigente cuando tocó piso nacional.
Misael Pastrana era el primer mandatario que le dio el apoyo al presidente de la FCF para que llegara el evento a Colombia, porque sin el apoyo de los altos mandos es imposible realizar un certamen de tal magnitud. Igualmente, Pastrana estaba de salida y dejó todo en manos de Alfonso López Michelsen entre 1974 y 1978.
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Algunos eventos de promoción y una que otra convocatoria para los proyectos de los estadios se llevaron a cabo, pero todavía no se ponía ninguna piedra para que el sueño de Senior se concretara. Sin mucho más que la publicidad que esto generaba a su gobierno, López Michelsen terminó su mandato y Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) entro al Palacio de Nariño con un plan distinto para la Copa del Mundo.
Sin fondos para costear nada más que lo necesario, Turbay aseguró que el Gobierno debía bajarse del bus del Mundial, pero que la empresa privada asumiera el reto por todos los beneficios que esto podía llegar a traer par el país. Fue entonces que se creó la Corporación Colombia 86 liderada por el Grupo Grancolombiano para que saliera a flote el proyecto.
El Grupo Grancolombiano era uno de los conglomerados económicos más importantes del país, si la inversión iba a llegar desde algún lugar iba a ser por acá. Otras empresas empezaron a asumir el reto del mundial ya que creían que no podían perder la oportunidad de tener como aliado al gigante del sector bancario ni de un acontecimiento como la fiesta del fútbol mundial.
Con este embrión anímico, Colombia preparó toda una estrategia publicitaria y comercial para el Mundial de 1982 disputado en España en el que a las afueras del estadio Santiago Bernabéu de Madrid antes, durante y después de la final, se regalaron obsequios representativos del país suramericano para que los aficionados empezaran a conocerlo y se prepararan para el campeonato que seguía.
“Nos vemos en Colombia 86″, era el mensaje en diferentes pancartas tras coronar a Italia como campeona del certamen ibérico y el sueño parecía que se hacía realidad.
Las irregularidades que salieron a la luz por parte del Grancolombiano en el escándalo de los ‘autopréstamos’ rompieron todo tipo de vínculo de confianza entre la empresa privada y el mundial.
Además, la Fifa sospechaba que en Colombia su nombre fuera manchado por la falta de preparación de la nación para preparar el evento. Por esto y por presión del entonces vicepresidente de la organización Hermann Neuberger, el país recibió un ‘Cuaderno de Cargos’ en el que estaba las exigencias para que la nación recibiera el evento.
Entre las “extravagancias” que había en el documento se encontraban 12 estadios con capacidad mínima para 40.000 espectadores, otros cuatros para 60.000 y dos más para 80.000. Además, una flota de limusinas para el transporte de los directivos de la FIFA, un decreto que permitiera, durante el evento, el flujo de divisas internacionales, aeropuertos con capacidad de recibir aviones jet en todas las sedes e infraestructura férrea y vial. Requerimientos habituales para un país de primer mundo, pero muy complicados para un país pobre como Colombia.
(Pedro Zape: entre azúcar y barro)
Con la llegada al poder de Betancur (1982-1986) había un tema que resolver urgentemente por la expectativa que había generado y por el debate que se estaba llevando a cabo con respecto a la realización del campeonato.
“Anuncio a mis compatriotas que el Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia… no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios”, fueron las palabras del presidente dando la noticia sobre la renuncia al Mundial. Finalizaría el discurso intentando subir la moral de sus compatriotas asegurando que el Nobel de Literatura conseguido por Gabriel García Márquez unos días atrás era una hazaña mucho mejor que la celebración de una Copa del Mundo.
Las “otras cosas que hacer” a las que se refería Betancur eran escuelas, hospitales o vías para el país, pero nunca llegaron. Tal y como dijo Senior, el Mundial pudo haber sido una puerta para el desarrollo que traería con las escuelas, hospitales y vías que el país quería o necesitaba.
La responsabilidad la asumió México, que a pesar de haber sufrido un terremoto devastador en 1985, logró organizar uno de los torneos más y mejor recordados de la historia.
Las aspiraciones de un hombre ambicioso llevaron a que Colombia fuera la única nación en la historia en renunciar a un Mundial de la Fifa. Algunos años después, la copa del Mundo sub 20 de 2011 llegó a Colombia y trajo progreso y trabajo, además de limpiar en cierta medida la imagen de Colombia. En 1974, el sueño de Senior fue tan solo el sueño de un futbolero loco.