“Colombia es una de las selecciones más divertidas que enfrenté”: Jürgen Klinsmann
Leyenda como jugador de la selección alemana en los años 90, el ahora entrenador recordó sus enfrentamientos con el combinado tricolor, analizó la influencia de los estrategas teutones a nivel global, habló del fútbol sudamericano y del Mundial que se jugará en Estados Unidos, México y Canadá.
Fernando Camilo Garzón
Jürgen Klinsmann es un nombre que no resulta ajeno para Colombia: estadio Giuseppe Meazza, 19 de junio de 1990. A las 5:00 p.m., en Milán, 72.500 espectadores veían a Alemania —que sería campeona del mundo ese año contra la Argentina de Diego Armando Maradona y Carlos Salvador Bilardo— empatar contra la Colombia de Francisco Maturana, la selección que nos puso en el mapa. Un gol de Freddy Rincón en el 90 + 2 ahogó la victoria de un equipo que, invicto, arrolló en ese mundial. Solamente Inglaterra, en las semifinales, también le sacó un empate. En el 11 de ese histórico seleccionado estaba Klinsmann, quien se paraba al lado de Rudi Völler en el ataque, mientras Lothar Matthäus, más retrasado, completaba el engranaje de la ofensiva.
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Jürgen Klinsmann es un nombre que no resulta ajeno para Colombia: estadio Giuseppe Meazza, 19 de junio de 1990. A las 5:00 p.m., en Milán, 72.500 espectadores veían a Alemania —que sería campeona del mundo ese año contra la Argentina de Diego Armando Maradona y Carlos Salvador Bilardo— empatar contra la Colombia de Francisco Maturana, la selección que nos puso en el mapa. Un gol de Freddy Rincón en el 90 + 2 ahogó la victoria de un equipo que, invicto, arrolló en ese mundial. Solamente Inglaterra, en las semifinales, también le sacó un empate. En el 11 de ese histórico seleccionado estaba Klinsmann, quien se paraba al lado de Rudi Völler en el ataque, mientras Lothar Matthäus, más retrasado, completaba el engranaje de la ofensiva.
Ese partido, el 1-1 con Alemania, partió las aguas del fútbol colombiano. Todo seguidor del balompié nacional tiene marcada en la memoria la imagen del gol de Rincón, la camiseta roja y las franjas azul y amarilla sobre las líneas de Adidas. Para los alemanes, en cambio, ese juego fue uno más. Hoy, cuatro veces campeones del mundo, tres veces de Europa, ese episodio no está en la memoria de los alemanes. Aunque no permanecen los instantes de esa tarde en Milán, el recuerdo de esa selección de Maturana sí dejó huella, por lo menos para Klinsmann: “No recuerdo muchos detalles de ese juego, pero debo decir también que nunca he tenido la mejor memoria. Lo que puedo decir es que desde ese entonces ya sentía un profundo respeto por la selección de Colombia, de sus jugadores y la forma en la que sienten el fútbol. Recuerdo que jugamos en Milán y que jugaba Carlos el Pibe Valderrama. Realmente, él brilló ese día”.
Las “charreteras” del goleador, hoy de 60 años, no son menores. Es considerado una leyenda del fútbol por su destacada trayectoria y su impacto en toda Europa. Inició profesionalmente con Stuttgarter Kickers en 1982, destacándose por su habilidad goleadora desde que era joven. Su salto a la élite llegó en el VfB Stuttgart, en el que brilló como máximo anotador de la Bundesliga y marcó goles icónicos, como su chilena contra Bayern Múnich.
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En 1988 fue nombrado Jugador del Año en Alemania. Con Inter de Milán conquistó la Copa UEFA, hoy conocida como la Europa League, en 1991 y fue pieza clave en ese mundial de Italia 1990 en el que Alemania conquistó su tercera corona del mundo. También jugó en Tottenham y Bayern de Múnich, club con el que añadió la Bundesliga y otra Copa UEFA a su palmarés.
Sin embargo, el recuerdo más nítido que tenemos de Klinsmann, al menos el más cercano, es su legado como entrenador, pues fue seleccionador de la Alemania que llegó hasta las semifinales del mundial de 2006, que fue el inicio del brillante proceso que llevó a los teutones a ser de nuevo campeones del mundo en Brasil 2014 con Joachim Löw, que fue su mano derecha durante todo su proceso con el combinado alemán. Después, tras la salida de su selección, el histórico goleador dirigió también a Estados Unidos y Corea del Sur. Con ambos, aunque también con Alemania, enfrentó a Colombia y ese recuerdo, a diferencia del de los años 90, sí lo tiene más fresco.
“En las veces que enfrenté a Colombia como entrenador, siempre me pareció una gran selección; fue uno de los equipos más divertidos contra los que tocó jugar. Recuerdo mucho el partido que tuvimos hace poco cuando estaba en Corea. Fue un empate muy emocionante y vi un equipo con variantes muy interesantes. Es un equipo que deja partidos para disfrutar”, explica el entrenador.
Ese duelo entre Corea del Sur y Colombia, meses antes de que el alemán fuera sacado de su cargo, terminó en empate 2-2. Fue una brillante remontada del equipo de Néstor Lorenzo, que empezó cayendo en ese juego por dos goles y que apenas empezaba el proceso que lo llevó hasta la final de la más reciente Copa América. “Claro que esperamos ver a Colombia en el mundial de 2026. El fútbol sudamericano será protagonista en esta Copa del Mundo”, remata el goleador.
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Latinoamérica, en el mapa
Jürgen Klinsmann asegura que la influencia latinoamericana en el fútbol mundial ha sido palpable. En las últimas décadas, con la irrupción de otros países en el panorama, como por ejemplo Colombia y Ecuador, Europa, epicentro del balompié global, se ha nutrido con jugadores e ideas nuevas.
“Lo viví más de cerca cuando estuve dirigiendo a Estados Unidos. En Latinoamérica el fútbol se vive de una manera especial y diferente. Siempre he dicho que el clásico entre Boca y River, en Argentina, es de las cosas más intensas que he visto en mi vida. Es cierto que esa forma de vivir este deporte está en todo el mundo cuando llegan los grandes partidos, pero en muchos países latinoamericanos la vibra llega a ser algo distinto que tienes que experimentar”, define.
La influencia se ha esparcido también en las ligas del Viejo Continente, que están desde hace décadas inundadas de jugadores provenientes de este lado del charco. “Obviamente, para los jugadores que llegan, al principio nunca es fácil adaptarse a un país, un idioma y un estilo de vida diferentes. Tienen que pasar por muchos cambios en su vida personal. No es fácil, porque, al mismo tiempo, todos esperan que jueguen el mejor fútbol posible. Pero creo que en los grandes equipos de Europa la influencia sudamericana es muy fuerte. Hablando solo de los equipos de Alemania, nos hemos beneficiado de este intercambio”.
El nuevo mileno y la influencia alemana en el mundo
Jürgen Klinsmann terminó su carrera en 2003 en Estados Unidos, jugando para el Orange County Blue Star. Nunca perdió vigencia, pues rápidamente asumió la dirección técnica de la selección de Alemania y puso la primera piedra de un proyecto realmente revolucionario.
Los alemanes venían de una decepcionante Eurocopa en Bélgica y los Países Bajos, en los años 2000. Su Copa del Mundo en Corea y Japón en 2002 tampoco fue lo esperado y entonces llegó Klinsmann, que no era el primer candidato para hacerse cargo del banquillo. Sin embargo, su irrupción le dio un aire fresco al equipo y fue la explosión de un proceso que se venía gestando en Alemania desde la década anterior.
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A finales de los años 90, la Federación Alemana reconoció la necesidad de renovar su fútbol tras los frustrantes resultados que llegaron después del mundial de Italia. Se implementaron reformas profundas en la formación de jugadores y entrenadores, con metodologías modernas y tecnológicas. Clubes como Hoffenheim y el Grupo Red Bull jugaron un papel crucial al invertir en talento joven y técnicos innovadores como Ralf Rangnick, quien sentó las bases para una nueva generación de entrenadores. Klinsmann, influenciado por este movimiento, aportó a la selección alemana un enfoque fresco y moderno, combinando disciplina y creatividad. Su liderazgo revitalizó al equipo nacional, mientras se impulsaba en territorio alemán el surgimiento de entrenadores como Jürgen Klopp, Thomas Tuchel, Hansi Flick y Julian Nagelsmann. Nada de lo que sucedió en ese país fue casualidad.
En palabras de Klinsmann: “No es fácil explicar cómo una generación de entrenadores influenció el desarrollo del fútbol. Yo llegué a la selección en 2004 y traje a Joachim Löw cuando las cosas no iban bien y había una pequeña crisis. Nosotros probamos nuevas formas de hacer las cosas con la esperanza de que funcionaran. El torneo en 2006 fue bueno, aunque obviamente esperábamos ganar la Copa del Mundo. A partir de ahí, Joachim construyó con su equipo, hacia 2014, que ganó el mundial”.
Lo que pasó tras el inicio del milenio es que en Alemania, explica el entrenador, se renovó ese proceso de los entrenadores: “Cada época, cada generación trae sus propios directores técnicos, entrenadores jóvenes que llegan con nuevas ideas y formas diferentes de hacer las cosas. Hoy en día lo vemos con Xabi Alonso o Julian Nagelsmann, acá en Alemania. Creo que es difícil conectarlos a fases específicas. Una cosa es lo que nos sucedió a nosotros entre 2004 y 2006 y otra la renovación que ha llegado después. Somos muy privilegiados en Alemania porque hay entrenadores jóvenes que intentan nuevas cosas. No necesariamente son solo entrenadores alemanes, incluso hay extranjeros que han tenido éxito acá. Intentan hacerlo a su manera, con su estilo. Intentan unir a sus equipos de una forma diferente. En general, estamos bendecidos. Hoy, Thomas Tuchel tiene el honor de dirigir a Inglaterra hacia el mundial en Estados Unidos, México y Canadá. Eso es un honor para el fútbol alemán. Veremos qué ocurre”.
Muchos de esos resultados dependen de la volatilidad y la presión de la élite, argumenta el estratega, que explica que procesos como los que se adelantaron en Alemania dependen en gran medida de lo que produzcan. “En estas grandes escalas, tan pronto como pierdes un partido, o empatas, la gente empieza a criticar lo que estás haciendo. Pasa con cualquier entrenador, ya sea en un club o incluso una selección nacional, lo importante es cómo contener el entorno. Pongo un ejemplo, de acá de Alemania. Si tu decisión es arriesgarte con Vincent Kompany, ¿cómo lograr que lo sostengan en un club como el Bayern Múnich? Tienes que rodearlo de líderes como Uli Hoenes y Karl-Heinz Rummenigge, que son grandes personalidades. Hay mucha política, medios de comunicación, expectativas y observación constante. A veces tienes suerte y todo encaja perfecto. Se llevan bien, tienen ideas similares y todos tiran en la misma dirección. Pero otras veces, simplemente no encaja. Puede que el entrenador esté en el momento equivocado. No hay garantías antes al asumir un nuevo rol. Esperas que encaje, que te lleves bien con todos, que tengas apoyo y que no pierdas dos partidos seguidos, porque entonces todo lo que estás haciendo será cuestionado, lo que puede volverse muy estresante. Mire lo que pasa con Manchester City, el club más ganador de los últimos años con alguien extraordinario como Pep Guardiola. Sin embargo, agarra una racha en la que nada encaja, incluso siendo el mejor entrenador del mundo, y todo se puede venir abajo en cuestión de semanas”.
En cuanto a selecciones, en ese camino están muchos países del mundo. Como Colombia, donde este año, ante la primera derrota, ya empezó a tambalear nuestro proceso. Hay que tener paciencia, pues lo que hizo Alemania, alerta Klinsmann, no se hizo en un día. “Tengo muchas ganas de ver el próximo mundial, queda año y medio. Es un desafío enorme, pero siento que a Sudamérica otra vez le irá muy bien. Me intriga ver qué hacen los locales, porque tienen la oportunidad de jugar un mundial en su país. Eso es difícil, pero tienen que aprovecharlo porque es algo muy especial”.
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