Los jugadores de Francia tras perder la definición desde los 12 pasos en la final de la Copa del Mundo.
Foto: EFE - Georgi Licovski
En medio de la intensidad con la que los futboleros viven su deporte, es habitual que se den escenas de alta emocionalidad. La presión y la ansiedad convierten al espectador pasional en un ser impulsivo y muchas veces muestra los odios que carga consigo en los casos en que la frustración no le permite ocultar su forma discriminatoria de ver el mundo.
Por Daniel Bello
Periodista de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue practicante de Pacifista entre 2020 y 2021. Desde el 2019 escribe sobre fútbol, política e historia en El Espectador. Tiene experiencia cubriendo paz, mundo y medio ambiente.@daniel_eudosiodbello@elespectador.com
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