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Los planetas se alinearon el 5 de febrero porque tres de los máximos referentes del fútbol mundial celebran un año más de vida: Cristiano Ronaldo (37), Neymar Jr. (30) y Carlos Tévez (38). Un día en el que el fútbol como tal está de cumpleaños. Los tres comparten una historia de neveras vacías, pies descalzos y muchos títulos. Elocuentes, de amores y odios, nada políticamente correctos. Más parecidos de lo que ellos mismos se imaginan. (Leer más: los otros jugadores de talla mundial que también nacieron el 5 de febrero)
La otra cara de Cristiano Ronaldo
Mucho se dice de la arrogancia de Cristiano Ronaldo. Pero pocos saben su verdadera historia. Del niño del que se burlaban en la escuela por no tener dinero para comprar guayos. Él, refugiado en sí mismo, les decía: “Algún día seré el mejor del mundo”, risas solo risas. Desde pequeño tuvo claro su norte. Su meta fue ayudar a Maria Dolores dos Santos Aveiro, su madre, a salir de la pobreza. “Algún día te voy a sacar de esto”, le decía de joven. Hoy le dedica todos sus triunfos.
Del niño que a los 15 años le dijeron que su sueño como deportista no iba a poder ser. “Su corazón latía demasiado rápido cuando él estaba en reposo”, cuenta su madre. Cristiano fue operado y logró salir adelante. Del adolescente que perdió a su padre a los 20 años. Del hombre que no consume alcohol porque esa fue la causa de la muerte de su progenitor. Del ángel de la guarda de su hermano, quien era adicto a las drogas y el alcohól. (Cristiano y su lucha por ser el mejor del mundo)
No lleva tatuajes como todos sus compañeros porque es donante activo de sangre y médula osea. Financia tratamientos de niños con cáncer. En 2011 subastó su Bota de Oro para ayudar a las escuelas de Gaza. Servir es sinónimo de Cristiano Ronaldo.
El niño escuálido que se escapaba en las noches a entrenar al gimnasio. Y que hoy es considerado el mejor atleta del mundo. No tiene techo. Y nunca lo tendrá. Porque esa sed de autosuperación no lo dejará estar satisfecho con sus logros. Nunca será suficiente. No es de esos premiados del universo, es de esos que a punta de trabajo y disciplina se ganó su lugar entre los mejores de la historia.
Y con 37 años, cuando la inmensa de mayoría de futbolistas se encuentran en China, Estados Unidos y Dubai ganando los últimos fajos de billetes, él sigue en la cima. Es el máximo goleador histórico del Real Madrid, máximo goleador histórico de la Champions League, máximo goleador histórico de Portugal. Ganador de cinco Balones de Oro y ahora máximo goleador de la historia. A nivel de clubes lo ha ganado todo. No le pasa el hambre, tampoco los años.
Neymar, ¿el próximo número uno?
Oriundo de un pequeño municipio de Sao Paulo llamado Mogi das Cruces hace 26 años. Coqueteó con la muerte con cuatro meses de existencia en un accidente automovilístico. “Sentí un dolor insoportable, le recé a Dios para que me llevara a mí en vez de a Juninho (apodo que le tenían en la familia a Neymar)” aseguró su padre en la autobiografía del astro brasileño.
Neymar Jr. se repuso, pero su papá, quien era futbolista de clubes modestos, colgó las botas. Dejaron su hogar, un entorno plagado de drogas, violencia y desorden para mudarse a Baixada Santista en la región de los Santos. Su progenitor se encargó de que nunca le faltara un plato de comida en la mesa. Y en ese entorno, la mayoría de veces austero, nació el sueño en el fútbol del nuevo jugador del PSG.
Su periplo inició a finales de 1998. El pequeño Neymar fue a acompañar a su padre a un torneo aficionado de fútbol playa. Por esos lados, estaba caminando Betinho, un cazatalentos de ojo clínico que también fue el encargado de descubrir a Robinho. Sólo le bastó verlo subir unas gradas para interesarse en él. Era ágil y a leguas se notaba su buena motricidad. Se volteó y miró a la madre, era alta y delgada. Preguntó por el papá, se enteró de que había sido futbolista y le impresionó su buen biotipo. Betinho comprendió que si ese muchacho de seis años juntaba todos esos atributos, sería un gran futbolista. No se equivocó. Y así fue que lo invitó a jugar.
Recogía al chico en su casa, pues las condiciones financieras de la familia del pequeño no eran las mejores. Pero se justificaba: Neymar era un niño prodigio. De forma fugaz, subió escalones hasta que logró llegar al Santos de Brasil, el mismo equipo en el que jugó Pelé. Empezó en fútbol sala, pero su calidad lo llevó a entrenar con el equipo de fútbol 11. Con 17 años, debutó ante Oeste. Jugó 30 minutos y un remate al palo le impidió estrenarse con gol. Una semana después anotó el primero de los 138 tantos que logró con el cuadro paulista.
Con 19 años se coronó campeón de la Copa Libertadores, certamen en el que se proclamó como la figura y en el que anotó seis goles. Se ganó el Puskas (premio que otorga la FIFA al autor del mejor gol del año) y fue nominado al Balón de Oro. Una imagen de él y Messi en la final del Mundial de Clubes, en la que el Barcelona se impuso 4-0 al Santos, quedará guardada para siempre en la memoria de los hinchas del cuadro español. Neymar le pidió la camiseta al argentino, quien con cortesía le dijo que se la entregaba en el vestuario. Dos años después en 2013, se volvieron compañeros. El conjunto catalán pagó 86 millones de euros por el futbolista brasileño.
Con el FC Barcelona convirtió 105 goles repartidos en 186 encuentros y conquistó 10 títulos, en los que sobresalen dos ligas de España y una Champions League. Y el 2 de agosto de 2017, la vida de Neymar dio un nuevo punto de quiebre. El pequeño que se salvó milagrosamente de la muerte y que subía las graderías a toda velocidad, es el jugador más caro de todos los tiempos. ¿Por qué se marchó del Barcelona? Porque sabe que tiene la madera para ser el mejor de todos.
Pero sus años en el PSG han estado llenos de gambetas, títulos locales, pero también algunos escándalos y lesiones. Messi y Cristiano siguen siendo los número 1, Neymar sigue haciendo la fila.
Carlitos Tévez, saber resistir
Con 10 meses de existencia, una olla de agua hirviendo cayó sobre su rostro. El origen de la cicatriz que lo marcó de por vida en su cuello. Un mes después, antes de cumplir un año, su padre fue asesinado a tiros. Su madre lo abandonó junto a su hermano. Sus tios, su refugio. Y cargar el apellido de ellos, su forma de agradecimiento. (Tévez, de la pobreza extrema a ganarse 13 millones de pesos por hora)
El “Apache”, como los buenos marineros, no se forjó en aguas tranquilas. Cuesta imaginar jugadores que metan más huevos -como dicen en Argentina, su país natal- que Carlitos. Un chico de barrio, sencillo, sin pelos en la lengua y máximo ídolo de Boca Juniors junto a Riquelme y Maradona.
Campeón en Argentina, Brasil, Inglaterra e Italia. De esos pocos jugadores que tuvieron el privilegio de compartir vestuario con Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Hoy, con 38 años, estrena, tal vez, las mieles de los primeros días de su retiro tras su salida de Boca Juniors, equipo al cual ha guiado en títulos locales.
Cinco de febrero, el día en el que todos los admiradores del balompié están de fiesta.