Cuando Messi desapareció del colegio y pocos sabían dónde estaba
En época de exámenes claves en el final de curso, el entonces niño argentino también dejó de asistir a los entrenamientos del equipo juvenil de Newell’s.
“Un leprosito que se las trae”, tituló el diario rosarino La Capital el 3 de septiembre del 2000. Transcurrían los días en los que Lionel Andrés Messi Cuccittini demostraba su talento descomunal en el equipo juvenil de Newell’s Old Boys y era el dueño de la pelota en los recreos del colegio Las Heras, en el sur de la ciudad en la que nació. Por esa época se realizaban exámenes académicos claves. El zurdo prodigio le pidió permiso a su profesora para desarrollar las evaluaciones escolares otro día o que le enviara trabajos para la casa, pero ella no accedió. Y, luego, él no apareció.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Un leprosito que se las trae”, tituló el diario rosarino La Capital el 3 de septiembre del 2000. Transcurrían los días en los que Lionel Andrés Messi Cuccittini demostraba su talento descomunal en el equipo juvenil de Newell’s Old Boys y era el dueño de la pelota en los recreos del colegio Las Heras, en el sur de la ciudad en la que nació. Por esa época se realizaban exámenes académicos claves. El zurdo prodigio le pidió permiso a su profesora para desarrollar las evaluaciones escolares otro día o que le enviara trabajos para la casa, pero ella no accedió. Y, luego, él no apareció.
Lea también: La vida académica de Lionel Messi
Pasó una semana y en el club especularon con que a “el Maestro”, como le decían a Messi, había contraído hepatitis y se encontraba enfermo. El entonces adolescente de 13 años ya había ido a tocar las puertas a River Plate para que lo ayudaran a pagar el tratamiento que necesitaba para poder crecer con normalidad. En Newell’s también le cerraron esa puerta y su padre, Jorge Messi, encontró en Barcelona una solución para que su hijo creciera sano, fuerte y, además, pudiera triunfar en lo que más amaba: el fútbol.
“Venid ya, traeros al chiquito”, le dijeron al papá de Messi inesperadamente desde el Fútbol Club Barcelona. Tuvieron que hacer maletas a las carreras y tomar camino hacia Buenos Aires para subirse a un avión que se dirigiera hacia la ciudad catalana desde el aeropuerto de Ezeiza. Eso lo hicieron el 17 de septiembre del 2000. “De Ezeiza marcharon, solo con el conocimiento de los más allegados y de la directora del colegio, a Barcelona. Tenían por delante veinticuatro horas de viaje”, referencia el libro Messi, de Guillem Balague.
(Messi, por favor, no envejezcas más)
“Fue bueno, porque era una experiencia completamente nueva. Yo nunca había subido a un avión, nunca había hecho un viaje tan largo y lo disfruté todo, hasta que el avión se empezó a mover un poco”, le dijo después Leo Messi a la revista Barça. Después se supo que el astro experimentó mareos y nauseas durante el vuelo hacia Barcelona, donde una de las primeras cosas que hizo fue hacer jueguitos con una naranja (hizo 113 toques) y una pelota de tenis (hizo 140).
A Lionel Messi lo retaron a hacer lo mismo con una pelota de ping pong y él no tenía problema. Poseía una capacidad única. Dormía con la pelota, se paseaba con ella todo el día por el colegio, era su amada. Y lo sigue siendo. Después de ausentarse de su escuela y del equipo juvenil de Newell’s, se convirtió en uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos y el máximo ídolo en la historia del Barcelona. Este sábado buscará conquistar la Copa América con la selección de Argentina. Alguna vez pocos sabían dónde estaba. Ahora, todos saben quién es él.