Boca Juniors, el sueño cumplido de Edinson Cavani
El futbolista uruguayo fue presentado este lunes en la Bombonera, después de 16 temporadas en Europa. Desde hace tres años se rumoreaba que llegaría al cuadro xeneize, pero apenas hasta ahora el delantero de la selección celeste cumplirá su anhelo de la infancia.
Edinson Cavani tenía 12 años la primera vez que estuvo la Bombonera. Estaba allí por una excursión, obnubilado por la magnificencia de lo que veían sus ojos de niño futbolero. “¡Quieto ahí! Ni un paso más”, le gritó el encargado del recorrido cuando intentó correr hacia la cancha, estaba prohibido pisar el césped. Era lo único. Se podía recorrer todo el estadio, mirar la cancha, los vestuarios, la sala de prensa y sentarse en la tribuna de aquel gigante, que vacío también era imponente. Lo único que no se podía hacer era poner un pie en la grama. La cuidaban como un espacio casi sagrado, uno que solo podían pisar los privilegiados que vestían la camiseta azul y oro. Y esa aura sacra, esa espiritualidad con la que vivían el fútbol en Argentina, sembró un sueño en la cabeza de aquel niño: poder pisar algún día la Bombonera.
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Edinson Cavani tenía 12 años la primera vez que estuvo la Bombonera. Estaba allí por una excursión, obnubilado por la magnificencia de lo que veían sus ojos de niño futbolero. “¡Quieto ahí! Ni un paso más”, le gritó el encargado del recorrido cuando intentó correr hacia la cancha, estaba prohibido pisar el césped. Era lo único. Se podía recorrer todo el estadio, mirar la cancha, los vestuarios, la sala de prensa y sentarse en la tribuna de aquel gigante, que vacío también era imponente. Lo único que no se podía hacer era poner un pie en la grama. La cuidaban como un espacio casi sagrado, uno que solo podían pisar los privilegiados que vestían la camiseta azul y oro. Y esa aura sacra, esa espiritualidad con la que vivían el fútbol en Argentina, sembró un sueño en la cabeza de aquel niño: poder pisar algún día la Bombonera.
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Algunos años después estuvo cerca cuando tenía 18 y Boca intentó comprarlo. Era una promesa emocionante, que brillaba con Danubio, el equipo en el que se formó y debutó cuando tenía 17, y que ya mostraba su capacidad goleadora con la selección juvenil de Uruguay.
Tanto que la intención del xeneize no pudo ir más lejos, pues Cavani fue comprado por el Palermo italiano en una transferencia récord para el fútbol uruguayo de aquel entonces. Apenas se había hecho mayor de edad, cuando el Matador se enfiló rumbo a Europa. Atrás quedó, como una promesa que tal vez nunca sería cumplida, ese sueño de pisar el césped del estadio que empieza en “Caminito”, en La Boca, el barrio bonaerense que dio origen al cuadro bostero.
“Deseaba pisarla, pero no me imaginaba lo que después iba a pasar en mi carrera. Menos me imaginaba lo que estoy viviendo hoy, a unos minutos de salir a la cancha”, dijo Cavani minutos antes de la presentación con Boca Juniors el pasado lunes.
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El sueño bostero de Cavani: un goleador del mundo que llega a Boca
Edinson Cavani creció en un entorno futbolero. Su papá, el Gringo Cavani, fue futbolista. Como su hermano mayor, Walter Guglielmone, que pudo incluso jugar en Francia, y también su otro hermano, Christian Cavani, que llegó hasta el fútbol aficionado.
De pequeño, su ídolo era Gabriel Omar Batistuta. A veces, soñaba con que era Batigol, con que pisaba el campo y anotaba los mismos goles. Le gustaba ilusionarse y en las noches imaginar “mundos imposibles”, aspiraciones de grandeza de un niño que tenía claro que lo que le ilusionaba era jugar a la pelota.
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Por ese entonces, y sobre todo después cuando empezó su camino en las inferiores, en la televisión se enamoró de Boca Juniors. Se entretenía viendo los juegos de los bosteros, en esas épocas de finales de milenio e inicios del siglo XXI, cuando Boca Juniors, de la mano de Carlos Bianchi, Juan Roman Riquelme, Martín Palermo y compañía, dominaba el mundo.
Tiene vívido el recuerdo de aquellos años 90, la mítica celebración del uruguayo Sergio Manteca Martínez, que, tras un gol contra River Plate en la Bombonera, se colgó del alambrado para festejar con la hinchada. Una imagen que quedó imborrable en el corazón de un niño de apenas cinco años, que entre sus fantasías empezó a proyectar también el día en el que pudiera celebrar un gol como Manteca; sentir el alambre quemándole las manos, con el cuerpo medio suspendido ante la mirada atente de las gradas de la tribuna y su grito desaforado y perdido entre el barullo de la tribuna. “Quiero colgarme del alambrado de la Bombonera, como hizo el Manteca”, dice Cavani, añorando las ilusiones de ese niño que aspiraba a todo, sobre todo a soñar.
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El destino lo separó de Boca cuando parecía su destino cantado. Pero, en Italia Cavani se hizo un goleador de mundo. Todo lo que imaginó, se cumplió. En Palermo (2006-2010) se mostró al planeta. En su estreno en la élite, su primera experiencia en el Calcio, anotó 37 goles en 117 partidos.
Eso lo llevó al Nápoli (2010-2013), donde los grandes de Europa empezaron a mirarlo, luego de hacer la impresionante cifra de 104 tantos en 138 juegos y en solo tres temporadas. Números que lo llevaron a París Saint-Germain, donde llegó a ser su máximo goleador histórico con 200 anotaciones en 301 partidos, solo superado por Kylian Mbappé con 212 goles a la fecha.
Después pasó a Manchester United, con 19 goles en 59 partidos, y terminó su carrera europea en Valencia, con siete goles en 28 partidos.
Una carrera envidiable, sin contar su excelsa participación en la selección de Uruguay, con la que jugó cuatro mundiales, de 2010 a 2022, y ganó una Copa América, en 2011.
Y culminado todo ese trayecto en el máximo nivel, era el momento de regresar para cumplir las promesas pendientes. La primera de ellas, jugar en Boca Juniors. Es su sueño cumplido, como lo fue toda su vida. Es el regreso a Sudamérica de uno de delanteros más prolíficos de su historia. Uno que quiere hacer historia en Argentina y que, en contados días, empezará a escribir sus primeros capítulos en el lugar que siempre soñó: la Bombonera.
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