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Edwin Alberto Herrera Hernández es un muchacho respetuoso, educado. Se nota que tiene los pies bien puestos sobre la tierra y no se distrae por el interés que tienen en él algunos clubes españoles que por estos días siguen sus actuaciones en el estadio Hernán Ramírez Villegas, de Pereira, en donde juega, con la selección colombiana sub-23, el torneo Preolímpico de fútbol.
Defensa lateral por necesidad, pareciera haber encontrado la posición en la que puede hacer historia. Porque realmente es volante creativo o extremo. Creció en Cartagena haciendo pases de gol y desequilibrando por la banda derecha. Y por allá en 2009 pasó la prueba para integrarse a las divisiones menores de Santa Fe.
Había llegado a Bogotá dos años antes porque sus padres, Edwin Alberto y Estrella, decidieron buscar fortuna en la capital. Para ayudar al sustento familiar, Edwin trabajaba cortando cabello en las peluquerías de Soacha e incluso motilaba a sus compañeros. Aprendió ese oficio de su madre, quien es estilista.
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Casi a diario cruzaba toda la ciudad, generalmente en dos horas de camino de ida y dos de vuelta, para entrenar con los equipos juveniles del club cardenal. Precisamente durante una de esas largas jornadas tuvo una aventura inolvidable. Iba en un Transmilenio con su compañero Juan Sebastián Pedroza y se encontraron una billetera con dinero. “Eran como $300.000. Pregunté de quién eran, pero nadie respondió. Nos dividimos la plata y compré mis primeros guayos”, recuerda.
Aunque siempre ha sido luchador y optimista, estuvo a punto de tirar la toalla. Entrenaba seguido con el equipo profesional, pero no tenía opciones de jugar. Pero en un torneo para juveniles en Suiza, organizado por la FIFA, fue fichado por la agencia internacional Best of You, que comenzó a asesorarlo.
Entendió que debía ser perseverante y tener paciencia. “En ese momento Wilson Morelo fue fundamental para mí. Me enseñó mucho. También recuerdo y agradezco los concejos de Rufai Zapata”, admite.
Aunque en el plantel había muchos buenos mediocampistas, no pensó en irse. Hasta que un día el técnico Gregorio Pérez lo convocó. “Es un futbolista muy inteligente y técnico, que se puede jugar en varias posiciones. Es derecho, pero maneja también el perfil izquierdo. Yo lo puse de la mitad para arriba, pero después lo vi jugar como lateral”, recuerda el técnico uruguayo, con el que Edwin jugó 21 partidos en 2018.
Hasta que en 2019 Guillermo Sanguinetti le propuso actuar como lateral, porque los titulares estaban lesionados. En su contra jugó la mala campaña del equipo, que encadenó quince jornadas sin ganar. Él, sin embargo, fue de los pocos rescatables en ese período oscuro que después tuvo que lidiar Gerardo Bedoya en el banquillo. El siguiente semestre comenzó igual con Patricio Camps como entrenador, pero cambió radicalmente cuando llego Hárold Rivera. Para el estratega tolimense, “Edwin fue fundamental, por su actitud en la cancha, su disciplina y disposición”.
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Sus actuaciones le valieron para ser convocado a la selección preolímpica, en la que se ganó el puesto por la banda derecha. De hecho, Carlos Queiroz lo tiene en la mira para el equipo de mayores, dado que juega por ambas bandas y no son muchas las opciones en esa posición.
Diego Torres, representante de Best of You en Colombia, es quien lo guía: “Es una persona tranquila, disciplinada, que trabaja para ser crack dentro y fuera de la cancha. Lee, se prepara, desde ya está programando su futuro, quiere estudiar inglés y una carrera. Está casado y tiene una hija, Salomé, su gran motivación”.
Con apenas 21 años de edad, Edwin Herrera tiene muchos retos por delante y varios sueños que cumplir, pero ahora mismo está enfocado en seguir aportando su fútbol para que Colombia clasifique al cuadrangular final del Preolímpico y logre uno de los dos cupos a Tokio 2020.