El Bayern Múnich sigue sin cobrar venganza sobre el Aston Villa
Han pasado 42 años desde que el Aston Villa le ganó la final al Bayern Munich de la UEFA Champions League, pero no por eso los alemanes lo han olvidado. Ya saben lo que dicen, la venganza es un plato que sirve mejor frío.
Juan Diego Forero Vélez
En 1982 el fútbol era muy diferente. Las pantalonetas eran más pequeñas, las camisetas no tenían patrocinadores y los diseños de los uniformes en general eran más rústicos y monótonos. Las celebraciones eran todas las mismas; las gradas de los estadios, más reducidas, no se llenaban del todo; los jugadores no lucían sus apellidos encima del dorsal y el uniforme del árbitro era digno del entierro más sublime y decoroso. Se jugaba otro fútbol, uno más arcaico y puro.
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En 1982 el fútbol era muy diferente. Las pantalonetas eran más pequeñas, las camisetas no tenían patrocinadores y los diseños de los uniformes en general eran más rústicos y monótonos. Las celebraciones eran todas las mismas; las gradas de los estadios, más reducidas, no se llenaban del todo; los jugadores no lucían sus apellidos encima del dorsal y el uniforme del árbitro era digno del entierro más sublime y decoroso. Se jugaba otro fútbol, uno más arcaico y puro.
En sus inicios, la Champions era áspera e impredecible, era salvaje y cambiante. Nació con el tiránico dominio del Real Madrid, en las primeras 5 ediciones, pero tras aquella tempestiva superioridad llegó la réplica de los equipos provenientes de otros países, que empezaron a reclamar el trono con insistencia. El primero en imponerse al gigante español fue el S.L. Benfica, luego el A.C. Milán, seguido del Inter de Milán, del Celtic F.C. y del Manchester United.
Ya en el año 1974 el Bayern Munich se hizo presente, con su aura de imbatibilidad y su rostro impregnado de furia. Reclamó con honor y prepotencia el título en la décimo novena edición, logrando tres ediciones consecutivas, incluida una contra el Atlético de Madrid en donde se jugó una segunda final, para desempatar el marcador, y no volvió a llegar a un partido definitivo hasta que en 1982 se encontró, cara a cara, contra el Aston Villa.
El debutante inglés tuvo que superar al Valur islandés en los dieciseisavos de final, y el mero recuerdo de aquellos dos partidos jugados aún logra paralizar, por un breve momento, el corazón de los fanáticos del único club de Islandia que jamás ha descendido de categoría en la historia de la liga de aquel país. Los Villanos les pasaron por encima sin ningún tipo de remordimiento o vergüenza, haciendo honor a su apodo. El resultado global, 7-0.
La siguiente víctima fue el Dinamo de Berlín; mucho más pétreo y revoltoso que el Valur, y al que sólo pudieron ganarle por la regla del gol de visitante, que seguía rigiendo como válida en aquel año. El Dinamo de Kiev fue superado por los ingleses en Cuartos de final y el Royal Sporting Club Anderlecht en semifinales, por apenas un gol. La final estaba pactada, los debutantes debían enfrentar al poderoso Bayern Munich, que quería despegarse de la sombra del Liverpool F.C. y del A.F.C. Ajax, para proclamarse como el segundo club con más coronas, después del Real Madrid.
Al estadio Feijenoord ‘De Kuip’, en Róterdam, acudieron 46.000 espectadores, que dejaron 6000 asientos vacíos, y, aunque se sentía, por momentos, desolado, gracias al color crudo de los asientos vírgenes que dejaron los 6000 boletos por vender; el ruido y los saltos de los presentes mantuvieron el estadio vivo. Al principio del partido el Aston Villa atacó de forma desparpajada, casi inocente, mientras el Bayern lo miraba con ternura y contraatacaba raudo y furioso.
Al minuto 9 salió James Rimmer de la portería villana por lesión y entró Nigel Spink, que terminó jugando el partido de su vida. Los alemanes atacaron sin misericordia a su rival, acorralándolo y persiguiéndolo como un depredador que ve cómo su víctima se va desdibujando y sometiendo a su ya inevitable muerte. Hubo intentos de chilenas, disparos de larga distancia y atajadas impresionantes por parte de Spink, que estaba inspirado, hasta que, al minuto 67, Peter Withe marcó el único gol del encuentro, el mejor de su carrera.
El balón casi se sale del arco, pegó en el palo tan fuerte que el rebote por poco termina perforando la malla, pero entró, fue válido, y el Bayern Munich se quedó perplejo en su área con rostro cetrino. La oveja logró sorprender al lobo en su propia guarida, obligándolo a darse la vuelta con las manos vacías. El Aston Villa es el segundo equipo en lograr ganar la Champions en su debut, a parte del Nottingham Forest, y hasta hoy, el Bayern sigue soñando con la revancha, que parecía que llegaría este miércoles pero no; el Aston Villa lo citó en Villa Park, pero no fue para caer derrotado frente a sus fanáticos, igual que aquel 26 de mayo, los bávaros no pudieron ganar, igual que aquel día, los ingleses se impusieron 1-0, frente a 42.000 almas ansiosas. Los protagonistas de esta nueva partida, Jhon Durán y el Dibu Martinez.
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