El día en el que el ‘Cholo’ Simeone partió en dos la historia de Atlético de Madrid
Después de lograr el campeonato de LaLiga el entrenador argentino dijo, en entrevista para la televisión internacional, que se sentía orgulloso de haber escogido al Atlético de Madrid. Esta es la historia entre los colchoneros y el cholo.
Como jugador Diego Pablo El Cholo Simeone era una fiera; intenso, fuerte, táctico y entregado. Cualidades que, con el paso del tiempo, formaron la identidad del entrenador argentino; un director técnico coherente, que dirige el fútbol de la misma manera en la que lo jugó.
Una filosofía futbolística que lo ha llevado a la cima de España, una vez más, y que le ha permitido convertir al Atlético de Madrid, equipo que peleaba la mitad de la tabla, en uno de los conjuntos europeos más competitivos del mundo.
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El día en el que llegó a Madrid, el 23 de diciembre de 2011, Simeone no traía consigo un gran cartel. Como deportista había dejado huella en los colchoneros y se había destacado también en otros conjuntos como: la selección de Argentina, Sevilla, Lazio y el Inter de Milán. Como técnico había quedado campeón con Estudiantes de la Plata y con el River Plate de Radamel Falcao García, pero también había tenido pasos muy discretos por Racing de Avellaneda, San Lorenzo y Catania.
Era un tiro al aire como lo era, en esa época, también el Atlético de Madrid, una escuadra sin mayores pretensiones que coqueteaba con el descenso.
Sin embargo, y sin que nadie sinceramente lo esperara, desde ese día los colchoneros le dieron un vuelco a su historia.
Simeone no solo volvió al Atlético de Madrid un equipo ganador, también le imprimió su filosofía. Esa identidad propia del entrenador argentino que, traducida al ámbito deportivo, se entiende como competitividad, hambre por ganar.
En esa misma temporada, la 2011-2012, en Bucarest y con un Falcao descomunal, Atlético levantó la Europa League y la Supercopa de Europa. En menos de seis meses, Simeone logró aplicarle la intensidad con la que él vivía el fútbol a un equipo que supo poner patas arriba el panorama del fútbol europeo.
En menos de dos años, los colchoneros conquistaron la liga en 2014 en el campo del todo poderoso Barcelona que, en la década anterior, había sometido sin piedad al fútbol mundial. Y años más tarde, en las que tal vez han sido las frustraciones más grandes de su carrera, Atlético estuvo a minutos de quitarle la Champions League a Real Madrid en dos oportunidades, pero la suerte les quitó los que habrían sido los mayores festejos de la historia colchonera.
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Entender la revolución de Simeone en España como un mero hecho deportivo sería casi banal. El verdadero cambió del argentino en Madrid fue ideológico. Simeone llegó a LaLiga para romper la dinámica hegemónica de Real Madrid y Barcelona, no solo desde lo deportivo, también desde lo táctico.
España, que venía de dominar el mundo gracias al fútbol total y ofensivo que planteó el Barcelona de Pep Guardiola, y que más tarde replicó la selección de Luis Aragonés y de Vicente Del Bosque, se encontró de pronto con otro estilo de juego que podía competirle a las grandes plantillas y a los grandes equipos a través de la intensidad y el físico.
Fue la mentalidad de Simeone, esa filosofía basada en el esfuerzo y la competitividad, la que cambió el destino del fútbol español en los últimos años y gracias a la cual el Atlético de Madrid pudo instalarse en la pelea de los grandes del fútbol español.
Mejor o peor que lo que había, el estilo de Simeone fue, principalmente, ganador. Un estrategia diferente para hacer oposición a los grandes capitales de la liga española.
Con el tiempo, Atlético de Madrid, evidentemente, se convirtió también en una gran maquinaria de impresionantes fichajes de más de 100 millones de euros, como fue el caso del portugués Joao Felix, pero habría que recordar que en 2011, cuando llegó Simeone, los rojiblancos tenían poco y nada. El poderío del Atlético, sin duda, lo construyó Simeone gracias a sus éxitos deportivos y su ideología de juego.
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Este sábado, después de conquistar su segunda liga en 10 años con el Atlético, Simeone dijo para la transmisión internacional que hace varias temporadas cuando le preguntaron si seguiría en Atlético de Madrid, el respondió que sí porque veía que el club tenía futuro.
Y tenía razón, con caídas y algunos fracasos, Atlético de Madrid siempre está en la discusión, en España y en Europa. Y gran parte de esa realidad a la que los rojiblancos no estaban acostumbrados, se la deben a Simeone. Un entrenador que, con su aplomo, con su intensidad y, sobre todo, con su filosofía de juego, cambió la historia del club, la partió en dos. Simeone: un hombre que entendió que tenía que dirigir el fútbol de la misma manera en la que lo sentía.
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Como jugador Diego Pablo El Cholo Simeone era una fiera; intenso, fuerte, táctico y entregado. Cualidades que, con el paso del tiempo, formaron la identidad del entrenador argentino; un director técnico coherente, que dirige el fútbol de la misma manera en la que lo jugó.
Una filosofía futbolística que lo ha llevado a la cima de España, una vez más, y que le ha permitido convertir al Atlético de Madrid, equipo que peleaba la mitad de la tabla, en uno de los conjuntos europeos más competitivos del mundo.
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El día en el que llegó a Madrid, el 23 de diciembre de 2011, Simeone no traía consigo un gran cartel. Como deportista había dejado huella en los colchoneros y se había destacado también en otros conjuntos como: la selección de Argentina, Sevilla, Lazio y el Inter de Milán. Como técnico había quedado campeón con Estudiantes de la Plata y con el River Plate de Radamel Falcao García, pero también había tenido pasos muy discretos por Racing de Avellaneda, San Lorenzo y Catania.
Era un tiro al aire como lo era, en esa época, también el Atlético de Madrid, una escuadra sin mayores pretensiones que coqueteaba con el descenso.
Sin embargo, y sin que nadie sinceramente lo esperara, desde ese día los colchoneros le dieron un vuelco a su historia.
Simeone no solo volvió al Atlético de Madrid un equipo ganador, también le imprimió su filosofía. Esa identidad propia del entrenador argentino que, traducida al ámbito deportivo, se entiende como competitividad, hambre por ganar.
En esa misma temporada, la 2011-2012, en Bucarest y con un Falcao descomunal, Atlético levantó la Europa League y la Supercopa de Europa. En menos de seis meses, Simeone logró aplicarle la intensidad con la que él vivía el fútbol a un equipo que supo poner patas arriba el panorama del fútbol europeo.
En menos de dos años, los colchoneros conquistaron la liga en 2014 en el campo del todo poderoso Barcelona que, en la década anterior, había sometido sin piedad al fútbol mundial. Y años más tarde, en las que tal vez han sido las frustraciones más grandes de su carrera, Atlético estuvo a minutos de quitarle la Champions League a Real Madrid en dos oportunidades, pero la suerte les quitó los que habrían sido los mayores festejos de la historia colchonera.
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España, que venía de dominar el mundo gracias al fútbol total y ofensivo que planteó el Barcelona de Pep Guardiola, y que más tarde replicó la selección de Luis Aragonés y de Vicente Del Bosque, se encontró de pronto con otro estilo de juego que podía competirle a las grandes plantillas y a los grandes equipos a través de la intensidad y el físico.
Fue la mentalidad de Simeone, esa filosofía basada en el esfuerzo y la competitividad, la que cambió el destino del fútbol español en los últimos años y gracias a la cual el Atlético de Madrid pudo instalarse en la pelea de los grandes del fútbol español.
Mejor o peor que lo que había, el estilo de Simeone fue, principalmente, ganador. Un estrategia diferente para hacer oposición a los grandes capitales de la liga española.
Con el tiempo, Atlético de Madrid, evidentemente, se convirtió también en una gran maquinaria de impresionantes fichajes de más de 100 millones de euros, como fue el caso del portugués Joao Felix, pero habría que recordar que en 2011, cuando llegó Simeone, los rojiblancos tenían poco y nada. El poderío del Atlético, sin duda, lo construyó Simeone gracias a sus éxitos deportivos y su ideología de juego.
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