El fútbol total de Valeri Lobanovski
Es uno de los mejores entrenadores de la historia. Un ucraniano que revolucionó el juego y las maneras de entrenar, nutriéndolo de matemática, psicología y análisis de múltiples datos.
Junto a su ayudante Oleg Bazilevich, Valeri Lobanovski pasó noches analizando los partidos de la Unión Soviética en el Mundial de 1966 y concluyó que las formas de entrenamiento eran obsoletas en sus tierras, en comparación con el campeón Inglaterra, Alemania y Portugal, que terminaron por encima del equipo que era dirigido por Nikolái Morózov.
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Junto a su ayudante Oleg Bazilevich, Valeri Lobanovski pasó noches analizando los partidos de la Unión Soviética en el Mundial de 1966 y concluyó que las formas de entrenamiento eran obsoletas en sus tierras, en comparación con el campeón Inglaterra, Alemania y Portugal, que terminaron por encima del equipo que era dirigido por Nikolái Morózov.
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Lobanovski se encontraba en el final de su carrera como jugador, en la que fue lateral izquierdo y delantero de gran pegada con Dinamo Kiev, Chornomorets Odessa y Shakhtar Donetsk. Siempre fue un apasionado de la táctica y de los porqués. Sentía curiosidad. La que sienten los grandes, los que no son mediocres, los que no se conforman.
Comenzó su revolución en el Dnipro con el 4-4-2 que había aprendido de Víktor Máslov, un reconocido estratega ruso con el que tuvo diferencias de conceptos. El ucraniano logró ganar su primera liga soviética en 1971 y no dejaba de leer sobre Alf Ramsey, Helmut Schön y Vicente Feola.
“Cualquier sistema es bueno, si encaja. No me importan las modas. No quiero imitar al Dinamo de Kiev solo porque sea campeón con un 4-4-2. Las lesiones de los futbolistas pueden hacer que el equipo y el estilo sean inestables. Solo una cosa es segura: el Dnipro no divide sus líneas entre quienes atacan y quienes defienden. Aquí no tenemos diferenciación entre delanteros y centrocampistas. Todos deben llegar en posiciones cómodas a la punta del ataque, así que me lo planteo como un carrusel”, dijo Lobanovski.
Luego se iría justamente al Dinamo de Kiev, club legendario del este europeo y en el que se convertiría en eterno. Ganó múltiples títulos soviéticos y dejó para la historia recordados equipos que todavía son analizados y admirados. Uno de ellos es el de 1975 y otro, el que humilló al Atlético de Madrid de Luis Aragonés en la Recopa de Europa de 1986.
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Ya en ese entonces el ucraniano protagonista de estas letras veía al fútbol como una actividad que se podía nutrir de matemáticas, ciencia, física, de movimientos previsualizados. “Lo más importante en el fútbol es lo que un jugador está haciendo en el campo cuando no está en posesión de la pelota, no al revés. Así que cuando decimos que tenemos un excelente jugador viene del siguiente principio: 1 % talento y el 99 % trabajo duro”, explicó.
Lobanovski grababa videos, realizaba pretemporadas diferentes a lo común de la época y se enfocaba en la disciplina táctica y la preparación física, intentado no dejar al azar detalle alguno, en un juego que está colmado de suerte. De hecho, trabajó junto a Anatoliy Zelentsov, que había pertenecido a un Instituto de Ciencias Físicas.
E implementó tres variables para el famoso pressing: presión total, presión media y presión falsa. Combinaba las tres en sus equipos. En la primera, sus futbolistas buscan recuperar con ferocidad la pelota en campo contrario y atacar inmediatamente (sí, algo de lo que hemos escuchado mucho en los últimos años). La presión media se realizaba cuando el rival cruzaba la mitad de la cancha y, la falsa, consistía en ir sobre los receptores de los pases después de permitir que los poseedores del balón pudieran ejecutarlos.
En La base metodológica del desarrollo de modelos de entrenamiento, escribió: “Esa es la dialéctica del juego. Tienes que evolucionar de tal manera y con una gama de opciones de ataque que obligue al oponente a cometer un error. En otras palabras: es necesario forzar al rival a hacer aquello que queremos. Una de las herramientas más importantes para hacerlo es variar el tamaño de la zona en la que juguemos”.
El ucraniano estudió el cerebro de los jugadores más creativos, reacciones psicológicas a distintas situaciones y automatismos del juego. Junto a su amigo Zelentsov codificaron y cuantificaron miles de datos. Todos los futbolistas eran medidos en diversos aspectos. Para Lobanovski era clave en pro del funcionamiento colectivo.
En el 4-4-2 que se transformaba en 2-2-4 en ataque, los intérpretes del juego de Lobanovski intercambiaban posiciones en el césped, tocaban la pelota con paciencia lateralmente para encontrar los espacios y luego darlos de manera vertical con el objetivo de encontrar profundidad y la posterior definición de las acciones. Fútbol total. Se le conoce como el cerebro del fútbol total en el este. Ese que implementó el también revolucionario Rinus Michels en Ajax y la Naranja Mecánica.
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“Un gran entrenador. Siempre fue amigo de lo que llaman fútbol total, de la novedad, de mejorar todo el tiempo, de la disciplina y de la virtud”, manifestó Michels sobre Lobanovski. Se enfrentaron en la final de la Eurocopa 1988. Ganó Países Bajos. Y es que Lobanovski también dirigió a la selección de la Unión Soviética y la clasificó primera de su grupo en el Mundial de México 86. Perdió en octavos 4-3 contra la Bélgica que después eliminaría la Argentina campeona de Maradona.
Y Lobanovski también resultó influyendo de alguna forma en el fútbol colombiano. “Estuve casi 45 días con él en Kiev. Al mediodía él tomaba su té y me explicaba. Yo empecé a preguntarle lo del pressing, que él lo hacía con el Dinamo de Kiev que le ganó la Recopa de Europa de 1986 al Atlético de Madrid. Esos detalles me fueron influenciando para preguntar sin cesar”, le contó el técnico Jorge Luis Pinto a El Espectador.
El histórico entrenador ucraniano influyó en muchos hombres. Uno de ellos, Andriy Shevchenko, uno de los mejores delanteros de los últimos 20 años y quien, tras ganar el Balón de Oro en 2004, se fue con el galardón a la estatua de Lobanovski en el estadio del Dinamo de Kiev.
“De nadie aprendí más. De él aprendí lo importante que es la disciplina. Me enseñó que no hay delanteros y defensas, que se ataca y defiende en equipo. A mí me hacía presionar primero, correr como el que más. A leer el partido. Pero su gran lección fue entender que si crees en ti mismo lo puedes lograr todo. Hay veces que aún le veo en sueños. Los equipos de Lobanovski eran máquinas de fútbol que neutralizaban a los rivales físicamente y con disciplina táctica. Nunca me dio vergüenza estudiar sus informes y adoptar sus métodos. Es muy complicado valorar en su medida su contribución al desarrollo del fútbol. No hay palabras para describir todo lo que hizo por el desarrollo del fútbol. Era un adelantado a su tiempo, formando equipos de nivel mundial en los años 70, 80 y más tarde en los 90. Todo el mundo habla de él con respeto”, aseveró Shevchenko.
Valeri Vasílievich Lobanovski enseñaba que los entrenamientos no debían durar más de 90 minutos, igual que un partido. Pero que debían ser a tope. Si un jugador no daba todo, no sería titular. En los diferentes rankings que han publicado diferentes medios de comunicación prestigiosos del mundo y entidades del fútbol, siempre está entre los diez mejores entrenadores de la historia. Su imagen, sentado en Kiev encima de una pelota, actualmente se encuentra rodeada de zozobra, por culpa de la maldita guerra.