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                                                                                                                                El idioma no fue una traba en el Mundial de Rusia 2018

                                                                                                                                En un país en el que poca gente habla inglés, las señas y las aplicaciones de traducción han sido las herramientas para que hinchas de todo el mundo sigan disfrutando del torneo.

                                                                                                                                Camilo Amaya - Enviado especial Rusia

                                                                                                                                Hinchas caminan por la calle peatonal Nikitskaya, en Moscú. / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La palabra extranjero, años atrás sinónimo de enemigo, hasta de peligro, ahora tiene una concepción diferente, y eso se nota en la forma como todo está diseñado para facilitar la permanencia de los visitantes en una Moscú cosmopolita, moderna, cambiante con cada partido. Es tal la comodidad que se siente en el ambiente que aficionados de países como Egipto y Perú, eliminados en la primera ronda, siguen dando vueltas, viendo encuentros de otros equipos en bares repletos de gente y gritando goles como si fueran los propios. “Cambié mis tiquetes para el 16 de julio. Quiero buscar boletas para la final y, de pronto, para una de las semifinales. Estando tan lejos vale la pena hacer el esfuerzo”, dice Diego Quispe, un abogado peruano que es sólo una muestra de cómo el tercer mundo se tomó Rusia, mucho más que los del primero, temerosos y cautos frente a un boicot que, hasta el momento, no ha sucedido y por lo visto no sucederá. (Puede leer: El museo de los mundiales está en Moscú)

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                                                                                                                                Los países favoritos han obligado a que la prensa se vuelva especialista en derrotas, a que los aficionados cambien de sentimiento a medida que evoluciona el torneo y a que la gente, en general, ya no sepa qué responder cuando se le pregunta por favoritos. El fútbol se ha igualado en un país que se transformó para resaltar lo mejor de su pasado y proyectarse hacia el futuro. El idioma no ha sido una traba insuperable, siempre y cuando la pelota y el sentir del deporte estén en el medio. En Rusia, a menos de una semana de que se acabe todo, el balón sigue siendo lo más importante, y eso quedará en el colectivo como prueba de que para que haya unión sólo se necesita una pasión, así no se exprese en la misma lengua. (Vea: Metro de Moscú: así es la vida subterránea de la capital de Rusia)

                                                                                                                                Hinchas caminan por la calle peatonal Nikitskaya, en Moscú. / EFE
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La palabra extranjero, años atrás sinónimo de enemigo, hasta de peligro, ahora tiene una concepción diferente, y eso se nota en la forma como todo está diseñado para facilitar la permanencia de los visitantes en una Moscú cosmopolita, moderna, cambiante con cada partido. Es tal la comodidad que se siente en el ambiente que aficionados de países como Egipto y Perú, eliminados en la primera ronda, siguen dando vueltas, viendo encuentros de otros equipos en bares repletos de gente y gritando goles como si fueran los propios. “Cambié mis tiquetes para el 16 de julio. Quiero buscar boletas para la final y, de pronto, para una de las semifinales. Estando tan lejos vale la pena hacer el esfuerzo”, dice Diego Quispe, un abogado peruano que es sólo una muestra de cómo el tercer mundo se tomó Rusia, mucho más que los del primero, temerosos y cautos frente a un boicot que, hasta el momento, no ha sucedido y por lo visto no sucederá. (Puede leer: El museo de los mundiales está en Moscú)

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los países favoritos han obligado a que la prensa se vuelva especialista en derrotas, a que los aficionados cambien de sentimiento a medida que evoluciona el torneo y a que la gente, en general, ya no sepa qué responder cuando se le pregunta por favoritos. El fútbol se ha igualado en un país que se transformó para resaltar lo mejor de su pasado y proyectarse hacia el futuro. El idioma no ha sido una traba insuperable, siempre y cuando la pelota y el sentir del deporte estén en el medio. En Rusia, a menos de una semana de que se acabe todo, el balón sigue siendo lo más importante, y eso quedará en el colectivo como prueba de que para que haya unión sólo se necesita una pasión, así no se exprese en la misma lengua. (Vea: Metro de Moscú: así es la vida subterránea de la capital de Rusia)

                                                                                                                                Por Camilo Amaya - Enviado especial Rusia

                                                                                                                                Temas recomendados:

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