El infierno al que llegó Reinaldo Rueda en Chile
Un vestuario roto empañado por los fantasmas del alcohol, los egos y las enemistades de algunos. Contra todo pronóstico, el DT colombiano restauró el camerino y los australes son semifinalistas de la Copa América 2019.
Thomas Blanco @thomblalin
El 19 de enero de 2018, par meses después de aquella debacle, Reinaldo Rueda asumió uno de los retos profesionales más exigentes de su carrera: dirigir a la selección chilena. Sobre todo porque llegó a un vestuario rodeado de tinieblas: egos, enemistades y fantasmas con el alcohol.
Con el bicampeonato de la Copa América, el cuadro austral se autoproclamó como la selección más importante del planeta. “Chile es la mejor del mundo. Es la que mejor juega. No importa el rival”, apuntó Arturo Vidal, su máxima figura, en unas palabras que le fueron echadas en cara meses más tarde.
La Roja tenía su tiquete al Mundial de Rusia prácticamente asegurado. Pero al mando de Juan Antonio Pizzi perdió tres de sus últimos cuatro partidos y se quedó por fuera por apenas un gol de diferencia con respecto a Perú. Uno que le anotó Brasil al minuto 93 en la última fecha de las eliminatorias, cuando cayeron 3-0. Y rememoraron el pasado, cuando, por escritorio, ganaron tres puntos alegando alineación indebida de Bolivia. Una determinación que le dio, en su defecto, también unidades a Perú en su enfrentamiento ante los bolivianos. Si los chilenos no hubieran solicitado esos puntos, no se habrían ausentado de Rusia 2018. Luego denunciaron ante la FIFA un supuesto arreglo en el partido que terminó 1-1 entre Colombia y los incas. Un ambiente rodeado de suciedad.
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Y el detonante llegó con las venenosas declaraciones en redes sociales de Carla Pardo, esposa de Claudio Bravo, uno de los máximos referentes de Chile, quien se dejó llevar por el éxtasis del momento.
“Yo sé que la mayoría se pelaron el culo, mientras otros se iban de fiestas e incluso no entrenaban de la borrachera que llevaban. A quién le quepa el sombrero que se lo ponga y que se deje de andar llorando. Porque ahora es un país entero el que llora”, colgó en su cuenta de Instagram haciendo alusión, más que todo, a Arturo Vidal, quien pasó la noche en un calabozo en la Copa América de 2015 tras sufrir un accidente mientras conducía bajo los efectos del alcohol. Boom: el camerino quedó roto. Unas horas después, el portero del Manchester City ya no estaba ni siquiera en el grupo de Whatsapp de la selección. La apertura de su ostracismo.
“Eso es más para la farándula, no voy a opinar. Las cosas se hablan acá dentro, no es momento de ventilar cosas, no voy a ir más allá. Esas cosas se hablan en la interna. El que está acá sabe la responsabilidad. Somos gente grande y cada uno se hace responsable de las cosas”, se defendió Claudio Bravo. “Yo nunca he visto a un compañero borracho ni entrenar borracho. Yo no lo he visto. Todos los que han estado en la selección lo han hecho de buena forma y se han roto el culo”, agregó Gary Medel.
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La principal bondad que debía tener el próximo seleccionador de Chile debía ser, más que todo, la capacidad de unir y restaurar. Contra todo pronóstico, un extranjero, a quien el mismo Vidal reconoció que no conocía, fue el elegido: Reinaldo Rueda. Desde el primer día fue contra corriente y fue perseguido por la prensa local. “Desde antes de llegar acá y más cuando tuve el contacto con el grupo, supe que había algo. Nadie dentro de la selección lo generó y es lo más triste, nadie dentro del vestuario, pero cuando hay un disparo en redes sociales, ese no tiene reversa”, reconoció el colombiano hace unos días haciendo referencia a la mujer de Bravo.
Pero el día más turbulento fue el 15 de noviembre pasado. Cuando decidió romper con el protocolo en una rueda de prensa. Se paró a mirar las preguntas anotadas de los periodistas: “Ustedes miran mi trabajo, yo miraré el de ustedes”. Los roces con el periodismo llegaron a su máxima expresión.
“Vos llegás a un lugar con treinta miradas críticas, no comprensivas. Pero cuando llegás a una selección ya no son treinta, son treinta millones de miradas. El problema es que el procedimiento educativo más grande de la sociedad ya no son las escuelas sino los medios de comunicación. Es una vergüenza que ellos tengan ese papel, porque tienen intereses específicos. Ejemplo: si Neymar recupera el balón, la pasa, hacemos gol, dicen: ‘Domesticó a Neymar y lo volvió colectivo’. Pero si perdemos dicen: ‘Este burro, en vez de ponerlo al lado del arco, lo pone a perseguir al marcador de punta’. Eso hacen los medios: pervertir a los seres humanos según las victorias y derrotas”, dice el Loco.
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Y hace exactamente un mes, en el cuartel general de la selección, los muros del complejo Juan Pinto Durán amanecieron con grafitis en contra del vallecaucano. “Fuera Rueda”, “Colombiano mata ídolos”, en fin. Que no llamara a Bravo no cayó bien en la afición, pero según reportes del diario El Mercurio, los jugadores se le plantaron a Rueda y le dijeron que si Bravo hacía parte de la convocatoria, renunciaban.
El ecosistema nunca fue cómodo; de hecho, la Federación de Chile le puso el ultimátum: si tenía una mala presentación en la Copa América quedaba fuera. Acerca del discurso de unión que utilizó el colombiano se refirió Arturo Vidal.
"Con la calidad que tiene como persona, como entrenador está sacando lo mejor de esta selección. Es difícil manejar un grupo como el de nosotros, más después de no clasificar a Rusia 2018, pero él lo hizo. Nos habla claro, mirándonos a los ojos, nos dijo que no éramos los bicampeones sino los eliminados del Mundial, que teníamos que sacar lo mejor de nosotros, y los resultados se están viendo", señaló.
Todo el viento estuvo en su contra, pero nada lo detuvo: está guiando a Chile a su tricampeonato en el torneo de selecciones más añejo del mundo.
El 19 de enero de 2018, par meses después de aquella debacle, Reinaldo Rueda asumió uno de los retos profesionales más exigentes de su carrera: dirigir a la selección chilena. Sobre todo porque llegó a un vestuario rodeado de tinieblas: egos, enemistades y fantasmas con el alcohol.
Con el bicampeonato de la Copa América, el cuadro austral se autoproclamó como la selección más importante del planeta. “Chile es la mejor del mundo. Es la que mejor juega. No importa el rival”, apuntó Arturo Vidal, su máxima figura, en unas palabras que le fueron echadas en cara meses más tarde.
La Roja tenía su tiquete al Mundial de Rusia prácticamente asegurado. Pero al mando de Juan Antonio Pizzi perdió tres de sus últimos cuatro partidos y se quedó por fuera por apenas un gol de diferencia con respecto a Perú. Uno que le anotó Brasil al minuto 93 en la última fecha de las eliminatorias, cuando cayeron 3-0. Y rememoraron el pasado, cuando, por escritorio, ganaron tres puntos alegando alineación indebida de Bolivia. Una determinación que le dio, en su defecto, también unidades a Perú en su enfrentamiento ante los bolivianos. Si los chilenos no hubieran solicitado esos puntos, no se habrían ausentado de Rusia 2018. Luego denunciaron ante la FIFA un supuesto arreglo en el partido que terminó 1-1 entre Colombia y los incas. Un ambiente rodeado de suciedad.
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Y el detonante llegó con las venenosas declaraciones en redes sociales de Carla Pardo, esposa de Claudio Bravo, uno de los máximos referentes de Chile, quien se dejó llevar por el éxtasis del momento.
“Yo sé que la mayoría se pelaron el culo, mientras otros se iban de fiestas e incluso no entrenaban de la borrachera que llevaban. A quién le quepa el sombrero que se lo ponga y que se deje de andar llorando. Porque ahora es un país entero el que llora”, colgó en su cuenta de Instagram haciendo alusión, más que todo, a Arturo Vidal, quien pasó la noche en un calabozo en la Copa América de 2015 tras sufrir un accidente mientras conducía bajo los efectos del alcohol. Boom: el camerino quedó roto. Unas horas después, el portero del Manchester City ya no estaba ni siquiera en el grupo de Whatsapp de la selección. La apertura de su ostracismo.
“Eso es más para la farándula, no voy a opinar. Las cosas se hablan acá dentro, no es momento de ventilar cosas, no voy a ir más allá. Esas cosas se hablan en la interna. El que está acá sabe la responsabilidad. Somos gente grande y cada uno se hace responsable de las cosas”, se defendió Claudio Bravo. “Yo nunca he visto a un compañero borracho ni entrenar borracho. Yo no lo he visto. Todos los que han estado en la selección lo han hecho de buena forma y se han roto el culo”, agregó Gary Medel.
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La principal bondad que debía tener el próximo seleccionador de Chile debía ser, más que todo, la capacidad de unir y restaurar. Contra todo pronóstico, un extranjero, a quien el mismo Vidal reconoció que no conocía, fue el elegido: Reinaldo Rueda. Desde el primer día fue contra corriente y fue perseguido por la prensa local. “Desde antes de llegar acá y más cuando tuve el contacto con el grupo, supe que había algo. Nadie dentro de la selección lo generó y es lo más triste, nadie dentro del vestuario, pero cuando hay un disparo en redes sociales, ese no tiene reversa”, reconoció el colombiano hace unos días haciendo referencia a la mujer de Bravo.
Pero el día más turbulento fue el 15 de noviembre pasado. Cuando decidió romper con el protocolo en una rueda de prensa. Se paró a mirar las preguntas anotadas de los periodistas: “Ustedes miran mi trabajo, yo miraré el de ustedes”. Los roces con el periodismo llegaron a su máxima expresión.
“Vos llegás a un lugar con treinta miradas críticas, no comprensivas. Pero cuando llegás a una selección ya no son treinta, son treinta millones de miradas. El problema es que el procedimiento educativo más grande de la sociedad ya no son las escuelas sino los medios de comunicación. Es una vergüenza que ellos tengan ese papel, porque tienen intereses específicos. Ejemplo: si Neymar recupera el balón, la pasa, hacemos gol, dicen: ‘Domesticó a Neymar y lo volvió colectivo’. Pero si perdemos dicen: ‘Este burro, en vez de ponerlo al lado del arco, lo pone a perseguir al marcador de punta’. Eso hacen los medios: pervertir a los seres humanos según las victorias y derrotas”, dice el Loco.
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Y hace exactamente un mes, en el cuartel general de la selección, los muros del complejo Juan Pinto Durán amanecieron con grafitis en contra del vallecaucano. “Fuera Rueda”, “Colombiano mata ídolos”, en fin. Que no llamara a Bravo no cayó bien en la afición, pero según reportes del diario El Mercurio, los jugadores se le plantaron a Rueda y le dijeron que si Bravo hacía parte de la convocatoria, renunciaban.
El ecosistema nunca fue cómodo; de hecho, la Federación de Chile le puso el ultimátum: si tenía una mala presentación en la Copa América quedaba fuera. Acerca del discurso de unión que utilizó el colombiano se refirió Arturo Vidal.
"Con la calidad que tiene como persona, como entrenador está sacando lo mejor de esta selección. Es difícil manejar un grupo como el de nosotros, más después de no clasificar a Rusia 2018, pero él lo hizo. Nos habla claro, mirándonos a los ojos, nos dijo que no éramos los bicampeones sino los eliminados del Mundial, que teníamos que sacar lo mejor de nosotros, y los resultados se están viendo", señaló.
Todo el viento estuvo en su contra, pero nada lo detuvo: está guiando a Chile a su tricampeonato en el torneo de selecciones más añejo del mundo.