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Inglaterra y el arduo trabajo para que el fútbol vuelva a casa

La selección dirigida por Gareth Southgate ha tenido un proceso interesante en la última década para dejar atrás los fracasos y pelear por títulos. Este domingo, frente a Italia, en la final de la Eurocopa

11 de julio de 2021 - 02:00 a. m.
Harry Kane, delantero de la selección inglesa y uno de los líderes del equipo.
Harry Kane, delantero de la selección inglesa y uno de los líderes del equipo.
Foto: AFP - PAUL ELLIS
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Una vez le preguntaron a Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899) cuál era el mejor camino para convertirse en un buen escritor, y el argentino, ya ciego, no habló de un sendero, sino de un maestro: el tiempo. “Ayuda a eludir las equivocaciones. Pero, claro, tropezar siempre será necesario”.

Las palabras de Borges, que abarcaban tantas cosas -lo siguen haciendo-, eran válidas para cualquier contexto de la existencia. Y, por qué no, para el fútbol.

Y pueden ser la partida para procurar explicar el éxito actual de la selección de Inglaterra, finalista de la Eurocopa. Un punto fundacional de esta historia -porque hay varios- ocurrió el 5 de mayo de 2006, cuando Gareth Southgate, un defensor de 35 años, fue invitado a una escuela de Middlesbrough para hablar de liderazgo y deporte. Y entre tantas preguntas la última fue la que más llamó la atención.

-¿A qué se va a dedicar cuando se retire?

-Quiero ser entrenador.

Un día antes, la Asociación de Fútbol designó a Steve McClaren como el nuevo DT de la selección y el cargo en Middlesbrough quedó desierto. Y Southgate, por pura intuición, vio la oportunidad de iniciar su carrera y de saltar de la cancha al banco.

No era un desafío sencillo, pues el club venía de alcanzar la final de la Copa de la UEFA (perdió 4-0 con Sevilla), en un encuentro en el que Southgate fue el capitán. Y dejándose vivir, el hoy estratega de Inglaterra fue nombrado en propiedad para dirigir a quienes días atrás eran sus compañeros.

“Los buenos entrenadores deben escuchar a sus futbolistas y a quienes los rodean. Y mucho más yo que comienzo una nueva etapa”, dijo luego de ser oficializado. Tenía 35 años. A pesar de sus principios y la educación que emanaba para tratar con las personas, tuvo problemas en el vestuario, disgustos, sobre todo con el español Gaizka Mendieta, y las cosas se le salieron de control.

Southgate fue despedido de Middlesbrough tres años después, con un mensaje a medianoche y luego de que el equipo descendiera por tercera vez tras ser penúltimo de la Premier con apenas 10 victorias en 38 partidos.

“Quedó devastado. No sabía qué hacer”, contó Andy Woodman, su gran amigo, en entrevista con Daily Mirror. Duró cuatro años sin trabajo, yendo al gimnasio en las tardes y quedándose a tomar café con un grupo de jubilados que también iban a hacer ejercicio.

Y entre los temas que se tocaban era inevitable hablar de fútbol, de Pep Guardiola y su Barcelona, de Antonio Conte, de otros entrenadores que triunfaron mientras él se sentía estancado. De cuando en cuando hacía apariciones en la cadena ITV cuando requerían sus servicios para analizar algún encuentro de la liga inglesa.

En casa empezó a grabar los juegos de otras ligas y a tomar nota de los movimientos, esquemas, intenciones de juego y tantas cosas. Y en libretas anotó todo lo que veía útil y novedoso, lo que le sirviera para cuando llegara la ocasión. No era sencillo, pues cargaba con un descenso y con el recuerdo indeleble del penalti que desperdició en las semifinales de la Euro de 1996 contra Alemania y que significó la eliminación.

Estudió coaching y nutrición, y se alejó lo más que pudo de la escena pública. Y con esa introspección obligada se volvió mucho más calmado, de voz pausada y de ademanes de gentlemen que luce impecable, de corbata y chaleco, como si fuera a ser presentado en la Corte cada vez que tiene que dirigir un partido.

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En 2013 fue nombrado como entrenador de la selección nacional sub-20 y empezó a aplicar los conceptos de otros en jugadores jóvenes, apelando a la repetición como mecanismo para estructurar un proyecto a futuro. Tres años después, tras el despido de Sam Allardyce, asumió como DT del equipo de mayores dejando unas bases en las inferiores y unas directrices claras para continuar con el trabajo.

En cinco años se convirtió en el segundo seleccionador en la historia en clasificar a semifinales de un Mundial (cayó con Croacia en Rusia 2018) y de una Eurocopa (hoy juega la final frente a Italia) desde que lo hiciera sir Alf Ramsey, DT campeón del mundo en 1966 y finalista de la Euro en 1968.

“Siempre le apasionó entrenar a futbolistas jóvenes, porque le encanta enseñar. Tiene esa vocación. Y porque le gusta ver los resultados que dan los procesos. En esa época, con las divisiones inferiores, se sabía los nombres de los padres de sus jugadores y a qué se dedicaban. Procuraba entender de dónde venían para explicarse hasta dónde podían llegar. Y siempre se refería al fútbol de la Inglaterra moderna, al paso que había que dar para estar a la altura de los grandes países de Europa”, afirmó Steve Holland, su asistente, en entrevista con la BBC.

Entonces viendo un poco lo que ha sido la carrera de Southgate no sería descabellado decir que, como Tiziano (Venecia, 1576), está pintando uno de los mejores cuadros en la historia del fútbol inglés sobre un lienzo que fue rasgado por varios, pero no dañado del todo.

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En otras palabras: que no quiso hacer un cambio de raíz y olvidar tantos esfuerzos colectivos -así no hayan sido fructíferos-, sino entender dónde estaba el error, implementar nuevas maneras y generarle confianza a un grupo de futbolistas para que creyeran que ellos podían ser los mejores del mundo.

Ahora ya no hay críticas a su jovialidad, y se habla de un título de caballero por parte de la Realeza si gana la Eurocopa. Sería más que merecido para quien convirtió su poca experiencia en una motivación y más adelante en su destino.

El plan está funcionando

Sería injusto decir que todo este éxito de Inglaterra reposa sobre solo un hombre, pues las herramientas con las que cuenta Southgate han venido de la reorganización de los clubes ingleses. Sí, el DT puso los pilares para los títulos en las categorías inferiores (Mundial sub-20 y sub-19, y la Eurocopa sub-19, todas en 2017), pero fueron los equipos los que se dieron cuenta de que no había coherencia en tener una de las ligas más fuertes del planeta y una selección de mayores que no tenía trascendencia en los grandes eventos.

El cambio comenzó con el aumento del número de academias de formación de los afiliados a la FA. Y se pasó de 194 en 2010 a 256. También se modificaron cierto tipo de regulaciones con respecto a los procesos formativos, como la norma de que ninguna institución podía contratar a un jugador menor de 16 años si este vivía a más de hora y media de la sede deportiva.

Así fue que nació el EPPP (Elite Player Performance Plan), un proyecto con miras al Mundial de Catar 2022 y que, según lo expuesto por la FA, cuenta con tres etapas: fundación (entre 9 y 11 años), desarrollo juvenil (12 a 16 años) y desarrollo profesional (desde los 17 en adelante).

Esto vino de la mano con la reestructuración de los torneos que ya se llevaban a cabo (más de seis mil partidos al año), la educación continua de los entrenadores, el impulso del coaching para la formación integral del jugador y nuevos cazatalentos para trabajar de la mano con los equipos.

Los resultados fueron muy rápidos, más de lo esperado, con Inglaterra siendo semifinalista en Rusia con un promedio de edad de 25,1 años y con una selección que peleará por su primer título en la Euro con 23 de los 26 convocados militando en equipos de la Premier.

Si se mira la nómina titular, todos actúan en la Liga de su país: Pickford (Everton), Walker (M. City), Stones (Man. City), Maguire (Man. United), Shaw (Man. United), Phillips (Leeds), Rice (West Ham), Saka (Arsenal), Mount (Chelsea), Sterling (Man. City) y Kane (Tottenham).

Afrontar el problema desde el fútbol base dejando de lado la intuición tiene a Inglaterra a punto de darle un cambio de rumbo a su historia, a dejar de vivir las semifinales del pasado, que no fueron más que eso, dolorosas derrotas, y a soñar con levantar un trofeo en Wembley, tal cual lo hicieron Bobby Charlton, Bobby Moore, Martin Peters, Geoff Hurst y compañía hace 55 años. A que por fin el fútbol regrese a casa, donde fue inventado, como la canción de Three Lions: Football's coming home.

Italia puede jugar muy bien

Ya no es la práctica habitual de un volante que habilita a un delantero para que se las arregle como pueda y anote, mientras atrás, los defensores, se hacen matar porque nada pase. Ahora hay toque, hay intencionalidad, hay posesión. Hay control, hay una estrategia. Y, lo más importante, hay fichas para poder llevarla a cabo. Roberto Mancini lo vivió en su época de jugador, cuando se las tenía que arreglar a punta de potencia y vehemencia.

Así como en Inglaterra, la selección italiana vivió un cambio muy doloroso luego de no clasificar al Mundial de 2018. Y aunque las grandes estrellas de su Liga todavía son de otros países, hay una metamorfosis -si se quiere llamar así- en un estilo que mantiene la columna de una buena defensa que dé la tranquilidad para hacer mejor las cosas adelante.

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De hecho, el número es igual al del rival de hoy: 23 de los 26 futbolistas actúan en la Serie A, es decir, un 88 %: Donnarumma (Milán, pero ahora agente libre), Di Lorenzo (Nápoli), Bonucci (Juventus), Chiellini (Juventus/libre), Barella (Inter), Chiesa (Juventus), Immobile (Lazio) y Insigne (Napoli). Solo Palmieri (Chelsea), Jorginho (Chelsea) y Verrati (PSG) no militan en el Calcio.

Italia buscará su segundo título en la Euro (ya fue campeona en 1968), mientras que Inglaterra irá por el primero. Cualquiera que gane será la prueba de que tener perseverancia, como las olas del mar -diría Gabriela Mistral- hacen que cada retroceso sea un nuevo punto de partida.

Por: Camilo Amaya

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Ewar(6960)11 de julio de 2021 - 03:08 p. m.
Y ahora con la ayuda de la FIFA, del VAR y del referee central de la semifinal llega a una final tan deseada para los ingleses, pero, pistola, el mundo entero espera justicia y está tarde será L’Italia la que se lleve la copa.
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