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Están los equipos que tocan y tocan y son peligrosos, pero no letales, al menos como quisieran. Y otros que aguantan, que mantienen el orden, que también saben tocar y, lo más importante, que tienen tranquilidad cuando el momento es efervescente.
Y Jorginho, el ítalo-brasileño, tomó la pelota y cobró con tanta sensibilidad, como si estuviera jugando con sus amigos una tarde de domingo, que Unai Simón ni siquiera pudo leerle las intenciones, como suelen hacer los arqueros en los penaltis.
El número 8 de la selección de Italia, cabeza arriba y siempre la mirada adelante, fue el último en patear y con un remate engañoso, lábil, cerró la tanda y le dio a su país el tiquete a la final de la Eurocopa.
Pero en esos instantes de nerviosismo, Gianluigi Donnarumma también fue clave al atajar dos tiros, uno de ellos de Álvaro Morata, que minutos antes le había anotado luego de una jugada colectiva de España, de la expresión pura de un equipo que juega al toma y dame.
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Esta vez, a diferencia de la final de 2012, cuando la todopoderosa España de Vicente del Bosque pasó por encima para quedarse con el título (4-0), Italia, que siempre se ha caracterizado por la fricción pura, fue inteligente, práctica. Se complicó por momentos, pero tuvo premio a la disciplina que ha pregonado Roberto Mancini.
El gol de Federico Chiesa, o mejor, el golazo, también es una muestra de que el conjunto azzurri tiene alternativas, hombres para ejecutarlas y ganas de volver a levantar el trofeo, algo que no sucede desde 1968, cuando superaron en este entonces a Checoslovaquia, cuando eran duelos de ida y vuelta en la final.
Italia, a misma que se quedó fuera del Mundial de Rusia 2018, parece haber hecho un verdadero proceso de introspección, de haber alejado lo malo, de apostarle a los nuevos y de recuperar la esencia de su fútbol con un valor agregado: soltar de primera, hacerlo rápido y con uno que otro lujo.
Ya no solo son buenos defensivamente, como siempre lo fueron, ahora atacan y son letales, y lo hacen con mayor intensidad. Si bien España tuvo la pelota durante gran parte del partido, Italia entendió que la manera de contrarrestar esa forma de actuar era aprovechando los espacios.
El duelo, por la calidad de los rivales, se alargó más allá de los 90 minutos y gracias al aguante los italianos aterrizan un sueño que al comienzo parecía pura imaginación: ser los mejores del continente. Por cierto, ya son 32 partidos sin perder en todas las competiciones. Una Italia de récord.
What a feeling! 😁🤯#VivoAzzurro #EURO2020 #ITA #ITAESP pic.twitter.com/kZjBa1whJa
— Italy ⭐️⭐️⭐️⭐️ (@azzurri) July 6, 2021