Fútbol en medio de la guerra: la relación entre Hitler y Schalke 04
Durante la época del nazismo, el club de la ciudad de Gelsenkirchen dominó el balompié alemán. Jugadores e hinchas rendían tributo al dictador, quien no desaprovechó el impacto del deporte en la sociedad para expandir sus ideales.
Ulrich Hesse, historiador y estudioso del fútbol alemán, asegura que Adolf Hitler, la cabeza del régimen nazi que atormentó al mundo, odiaba el balompié por ser “muy inglés”. Sin embargo, no es secreto el provecho que le sacó el dictador al deporte para expandir sus ideales de la superioridad de la raza aria. En 2008, la revista Times publicó una investigación en la que afirmaba que el Führer era hincha del Schalke 04, club de la ciudad de Gelsenkirchen.
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Aunque nunca se vio a Hitler en un partido del Schalke, pues la única imagen suya en un encuentro futbolístico es de la derrota alemana 2-0 contra Noruega en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, en las gradas del estadio del equipo albiazul, en parte de las décadas del 30 y 40, era normal ver pancartas y banderas con la esvástica, símbolo del nazismo. Además, antes de cada compromiso los jugadores hacían el saludo nazi.
Y el Schalke, fundado el 4 de mayo de 1904, dominó los campeonatos nacionales en Alemania justo en la época de furor del nazismo. Entre 1934 y 1942 conquistó seis títulos y el club llegó a ser denominado como “la nueva Alemania”, por sus características de vencer por sobre todas las cosas, aspecto que era utilizado por Joseph Goebbels, ministro de la propaganda nazi, quien aseguraba que “ganar un partido tenía más importancia para la gente que invadir una ciudad del este de Europa”.
Por eso no es descabellado pensar que Hitler, como lo hizo en las Olimpiadas de Berlín 36 y buscando la sede del Mundial de Fútbol 1942 (que no se jugó por la lluvia de sangre que él impulsó), fuera simpatizante del Schalke por conveniencia, teniendo claro el enorme impacto que genera la actividad deportiva en las masas.
La hegemonía del Schalke, que entre 1935 y 1939 no perdió un solo partido y que duró 11 años invicto en condición de local, contrastaba con el sufrimiento de sus máximos rivales: Bayern Múnich y Borussia Dortmund. Los equipos que en la actualidad dominan el fútbol alemán debieron salir de sus respectivos presidentes, Kurt Landauer y Egon Pentrup, porque en 1933 Hitler dio la orden que los clubes solo podían tener dirigentes arios.
Mientras tanto, en cada jornada el estadio Glückauf–Kampfbahn, construido en 1928, recibía cerca de 70 mil espectadores para alentar al Schalke a sus ya comunes victorias y entonar cánticos en favor de Hitler y el nazismo. Asistían a dicho escenario tanto los hinchas innatos del cuadro de Gelsenkirchen como los que comulgaban con el pensamiento ario que derivó en el exterminio de millones de judíos en uno de los sucesos más lamentables que ha experimentado la humanidad.
(“El Trinche” Carlovich: del potrero al mito)
El nazismo no impedía que la pelota continuara rodando en las canchas de un país que era protagonista de un intercambio de bombas y disparos. En ese contexto, además de Kurt Landauer y Egon Pentrup, más de 300 futbolistas de origen judío debieron abandonar clubes alemanes ante las amenazas del régimen de Hitler, a quien solo le interesaba demostrar la supuesta superioridad de la raza que defendía como un recio zaguero central. Uno que años más tarde se vería vencido y se dispararía una bala en la sien.
El Schalke 04 ha intentado desmentir el gusto de Hitler por sus colores. Luego de la publicación de Times, Gerd Voss, portavoz del club, afirmó que no se habían encontrado evidencias de la simpatía del dictador por la escuadra, así como tampoco documento alguno que demostrara que hubo una tribuna llamada “Fuhrer Stand” en honor al promotor del nazismo.
Lo cierto es que tras la invasión soviética a Berlín en mayo de 1945 y el fin de la Segunda Guerra Mundial, el Schalke 04 no volvió a dominar el fútbol alemán. Desde entonces solo ha logrado un campeonato nacional, en 1958, y Bayern Múnich y Borussia Dortmund se han convertido en los reyes del balón en un país al que Hitler destrozó con sus decisiones, y que hoy en día es atractivo para el planeta, porque allí se volvió a jugar en medio de otra crisis orbital: la pandemia del nuevo coronavirus.
Ulrich Hesse, historiador y estudioso del fútbol alemán, asegura que Adolf Hitler, la cabeza del régimen nazi que atormentó al mundo, odiaba el balompié por ser “muy inglés”. Sin embargo, no es secreto el provecho que le sacó el dictador al deporte para expandir sus ideales de la superioridad de la raza aria. En 2008, la revista Times publicó una investigación en la que afirmaba que el Führer era hincha del Schalke 04, club de la ciudad de Gelsenkirchen.
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Aunque nunca se vio a Hitler en un partido del Schalke, pues la única imagen suya en un encuentro futbolístico es de la derrota alemana 2-0 contra Noruega en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, en las gradas del estadio del equipo albiazul, en parte de las décadas del 30 y 40, era normal ver pancartas y banderas con la esvástica, símbolo del nazismo. Además, antes de cada compromiso los jugadores hacían el saludo nazi.
Y el Schalke, fundado el 4 de mayo de 1904, dominó los campeonatos nacionales en Alemania justo en la época de furor del nazismo. Entre 1934 y 1942 conquistó seis títulos y el club llegó a ser denominado como “la nueva Alemania”, por sus características de vencer por sobre todas las cosas, aspecto que era utilizado por Joseph Goebbels, ministro de la propaganda nazi, quien aseguraba que “ganar un partido tenía más importancia para la gente que invadir una ciudad del este de Europa”.
Por eso no es descabellado pensar que Hitler, como lo hizo en las Olimpiadas de Berlín 36 y buscando la sede del Mundial de Fútbol 1942 (que no se jugó por la lluvia de sangre que él impulsó), fuera simpatizante del Schalke por conveniencia, teniendo claro el enorme impacto que genera la actividad deportiva en las masas.
La hegemonía del Schalke, que entre 1935 y 1939 no perdió un solo partido y que duró 11 años invicto en condición de local, contrastaba con el sufrimiento de sus máximos rivales: Bayern Múnich y Borussia Dortmund. Los equipos que en la actualidad dominan el fútbol alemán debieron salir de sus respectivos presidentes, Kurt Landauer y Egon Pentrup, porque en 1933 Hitler dio la orden que los clubes solo podían tener dirigentes arios.
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El nazismo no impedía que la pelota continuara rodando en las canchas de un país que era protagonista de un intercambio de bombas y disparos. En ese contexto, además de Kurt Landauer y Egon Pentrup, más de 300 futbolistas de origen judío debieron abandonar clubes alemanes ante las amenazas del régimen de Hitler, a quien solo le interesaba demostrar la supuesta superioridad de la raza que defendía como un recio zaguero central. Uno que años más tarde se vería vencido y se dispararía una bala en la sien.
El Schalke 04 ha intentado desmentir el gusto de Hitler por sus colores. Luego de la publicación de Times, Gerd Voss, portavoz del club, afirmó que no se habían encontrado evidencias de la simpatía del dictador por la escuadra, así como tampoco documento alguno que demostrara que hubo una tribuna llamada “Fuhrer Stand” en honor al promotor del nazismo.
Lo cierto es que tras la invasión soviética a Berlín en mayo de 1945 y el fin de la Segunda Guerra Mundial, el Schalke 04 no volvió a dominar el fútbol alemán. Desde entonces solo ha logrado un campeonato nacional, en 1958, y Bayern Múnich y Borussia Dortmund se han convertido en los reyes del balón en un país al que Hitler destrozó con sus decisiones, y que hoy en día es atractivo para el planeta, porque allí se volvió a jugar en medio de otra crisis orbital: la pandemia del nuevo coronavirus.