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¿Fútbol o barbarie? Los estadios del mundo siguen albergando tragedias

En Argentina se vivió una noche de terror en el partido Gimnasia y Esgrima vs. Boca Juniors, en Indonesia falleció más de un centenar de personas en un partido, mientras que en Colombia invadieron el estadio de Tuluá hace menos de un mes.

07 de octubre de 2022 - 03:29 p. m.
Una mujer abraza a su hijo en medio de los incidentes en el partido Gimnasia y Esgrima vs. Boca Juniors. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)
Una mujer abraza a su hijo en medio de los incidentes en el partido Gimnasia y Esgrima vs. Boca Juniors. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)
Foto: AFP - ALEJANDRO PAGNI
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Hablar del partido más importante de la fecha en Argentina terminó en una tragedia que, lastimosamente, tiene precedentes de sobra en el fútbol mundial. Lo que representaba un partido que podía definir el liderato para Boca Juniors en la Liga, en su visita a Gimnasia, terminó con la muerte de un aficionado y pánico desbordado en La Plata.

“Es un trago muy amargo, está todo en proceso de investigación, el accionar de la policía. Los incidentes empezaron de afuera hacia adentro, alrededor del estadio había 10 mil personas queriendo entrar, algunos tenían entradas, otros no. Todos vieron cómo estaba la cancha, no cabía ni un alfiler”, aseguró Eduardo Aparicio, titular de la agencia que previene la violencia en los estadios en Argentina a AFP.

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Lo cierto es que el sabor de boca es de mala organización. En Argentina hablan de entre 5.000 a 14.000 entradas sobrevendidas. Más de 10.000 hinchas, solo de Gimnasia, que acudían al estadio Juan Carmelo Zerillo para ver a su equipo pelear por chances de disputar la Liga. No se trató de un disturbio entre barras bravas, no fue una riña entre hooligans.

Trataron de jugar un partido en condiciones insostenibles, tensaron una cuerda hasta que se rompió. En 2021 quedaron las imágenes de un América de Cali vs. Atlético Mineiro mediado por gases cuando Colombia estaba viviendo en pleno escenarios de protesta social. Lo mismo ocurrió en La Plata, a pesar de que el árbitro central, Hernán Mastrángelo, afirmó después del cáos que nunca existieron las garantías para que rodara el balón.

“La realidad es que nunca tuvimos la integridad física para continuar el partido, nos afectó a todos en el terreno de juego, el aire se hizo irrespirable. La situación se fue de control y no estaban las garantías de seguridad”, aseguró el juez.

¿Qué tan lejana se ve una situación como la que ocurrió en Indonesia hace apenas una semana, con un saldo de más de 130 muertos? No mucho. Así como en Asia, en Argentina uno de los factores determinantes para desatar el caos fue la respuesta de los organismos policiales ante la ira de la gente.

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“Lo primero que vi fue a la gente que empezó a salir de la platea y empecé a sentir lo que causa el gas. Pensé en mi familia y me empecé a preocupar. Estoy con bronca por todo lo que pasó”, dijo Nicolás Contín, jugador de Gimnasia.

Mientras al gramado llegaban los gases, en las calles que rodean al estadio se escuchaban los estruendos de balas de goma, estaban reprimiendo a los aficionados. Los futbolistas, por orden lógico, entraron a los vestuarios, pero ¿qué refugio tenían los aficionados que habían colmado el escenario deportivo? Los que sí lograron entrar.

Por ese mismo interrogante fue que las tribunas en Indonesia se vinieron abajo, la gente huyendo de los gases se abalanzó sobre el terreno de juego. En Argentina abrieron las barreras de la cancha de forma pacífica, los hinchas de Gimnasia colmaban el terreno de juego en búsqueda de algún respiro de aire limpio.

Mientras tanto, afuera la violencia seguía reinando. Fernando Rivero, camarógrafo de TyC Sports, documentó en vivo como un policía cargó su arma y detonó una bala de goma contra su integridad.

César Regueiro, simpatizante de Gimnasia, sufrió un paro cardiorrespiratorio fulminante y murió mientras era trasladado a un hospital. No fueron los más de 100 fallecidos en Indonesia, fue solo uno, pero lo cierto es que tratándose de un espectáculo deportivo, no debería hablarse de ningún muerto.

La organización de eventos deportivos en el mundo se sigue rajando y mientras la respuesta de los entes de control sea la represión, tragedias como esta podrán seguir ocurriendo.

El otro inconveniente es que las consecuencias sean, como ocurre en Colombia, sanciones a los escenarios deportivos, al cemento. Un ejemplo de esto es lo ocurrido en Tuluá el 21 de septiembre, cuando aficionados del Deporitvo Cali invadieron la cancha del estadio 12 de octubre para agredir a los jugadores del equipo por los malos resultados. Las consecuencias fueron cerrar las tribunas de la cancha por un partido, penalización que afectó al Cortuluá.

“Sancionar al Club Cortuluá F.C. S.A. con una (1) fecha de suspensión de la plaza”, rezó el comunicado de la Dimayor.

Mientras el desarrollo del partido sigue en vilo y las investigaciones por los hechos siguen su curso, la AFA se pronunció en un comunicado donde repudia “enérgicamente los hechos de público conocimiento acontecidos hoy en las inmediaciones del estadio de Gimnasia y Esgrima La Plata” además de recalcar “su compromiso de continuar trabajando para erradicar esta clase de episodios que empañan la fiesta del fútbol”.

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