Gianluca Vialli, uno de los héroes de la histórica Sampdoria de los 90
Goleador de raza, conformó con Roberto Mancini una de las mejores duplas atacantes de la Serie A. Murió en Londres a los 58 años, víctima de cáncer. Fue uno de los pioneros italianos en la Premier League. Perfil.
A finales de los años 80 y comienzos de los 90, cuando Milan, Nápoles, Inter y Juventus dominaban la Serie A, apareció un humilde equipo que rompió con esa hegemonía y se ganó el cariño de todos los amantes del balón: Sampdoria, dirigido por el serbio Vijadin Boskov y con figuras como Gianluca Pagliuca, Toninho Cerezo, Pietro Vierchowod y Attilio Lombardo, lideradas por los dos grandes referentes, el volante creativo Roberto Mancini y el delantero Gianluca Vialli, fallecido este viernes en Londres, a los 58 años, como consecuencia de un cáncer de páncreas con el que luchó los últimos seis años.
La selección sub-20 y el reto de hacer respetar la casa
Esa “Samp”, que marcó sus vidas y sus carreras, conquistó la Recopa Europea de 1990, la Liga italiana de 1991 y fue finalista de la Copa de Campeones de Europa de 1992, cuando cayó contra el Barcelona de Johan Cruyff.
Una carrera exitosa
Vialli nació el 9 de julio de 1964 en la Cremona, una pequeña ciudad del norte Italia en la que comenzó a jugar al fútbol, siempre como delantero, inspirado por dos de tres ídolos de su juventud, Giorgio Chinaglia, Roberto Bettega y Paolo Rossi.
En 1980 debutó como profesional con el Cremonese, de la segunda división, desde el que fue transferido a la Sampdoria de Génova, club en el que logró su consagración.
En ocho temporadas jugó 328 partidos y marcó 315 goles. Fue fundamental para que ese equipo, tradicional pero históricamente perdedor, alcanzara la gloria al conquistar tres Copas de Italia (84, 85 y 88) y la Recopa de Europa de 1990, cuando superó en la final, disputada en Gotemburgo (Suecia), al Anderlecht de Bélgica.
Luego llegaron al Scudetto, uno hasta ahora de ese club y al que contribuyó al coronarse máximo artillero de la Serie A, y la Supercopa de Italia, aunque también la dolorosa derrota en la final de Liga de Campeones contra Barcelona, en el estadio de Wembley, en Londres.
Video: El fútbol lamenta la muerte de Gialuca Vialli
Después ocurrió lo inevitable. Todos los grandes de su país se lo pelearon y decidió irse a la Juventus, con la que siguió cosechando triunfos. En cuatro años consiguió una Liga, una Copa Italia, una Supecopa y una Copa Uefa, además de su primera Champions League. Como capitán levantó la “Orejona” en aquella noche en la que la Vecchia Signora derrotó al Ajax, en una final que se jugó en el estadio Olímpico de Roma y se definió por cobros desde el punto penal.
Este sería su trampolín hacia la Premier League inglesa, que comenzaba a contratar masivamente a figuras internacionales. A mediados de 1996 tomó un avión y viajó a Londres para firmar un millonario contrato con el Chelsea, con el que jugó durante tres temporadas y ganó dos títulos menores antes de colgar los guayos en 1999, cuando tenía 35 años, para dedicarle más tiempo a su familia (su esposa Cathryn y sus hijas Olivia y Sofía) y prepararse para ser entrenador, un rol en el que tuvo menos suceso que en las canchas.
Italia 90, sueño y pesadilla
Durante siete años, entre 1985 y 1992, Vialli defendió la camiseta de la selección italiana, su “máximo orgullo”. En 59 compromisos anotó 16 goles. Participó en los Mundiales de México 1986 y de Italia 1990, que se convertiría en la mayor desilusión de su carrera. En casa y como favorita, la “Squadra Azzurra” cayó en la semifinal frente a la Argentina de Diego Maradona y Claudio Caniggia en los penaltis, aunque después le ganó el tercer lugar a Inglaterra.
Pero ya mayor tuvo revancha con la selección. En 2019 fue invitado a integrar el cuerpo técnico encabezado por su amigo Roberto Mancini, con quien se entendían solo con una mirada y a quien consideraba su “mejor compañero en el camino de la vida”.
Dos años después levantaron el trofeo de campeones de la Euro 2020 (jugada en 2021) tras vencer a Inglaterra en la final jugada en Wembley, de donde habían salido derrotados con la Sampdoria dos décadas antes.
Su brillante palmarés le valió a Gianluca Vialli para recibir diversas condecoraciones en Italia, entre ellas la Medalla de Plaza al valor atlético por su papel en el Mundial de 1990, y la Orden de Caballero de la República Italiana y Comendador por la victoria italiana en el campeonato europeo de 2021.
Perdió el ‘Dibu’, Courtois mejor arquero del mundo en 2022
La enfermedad que acabó con su vida lo sorprendió en 2017, cuando fue diagnosticado con cáncer de páncreas, contra el que luchó con firmeza y carácter, como lo había hecho en los campos de juego.
“Me ha enseñado a ser más humano, a escuchar más que a hablar, a aprovechar cada momento, a disfrutar las pequeñas cosas de la vida, a discutir solamente por temas importantes y a no pelear por cosas triviales, que es lo que hacemos a diario”, decía.
La suya es la segunda muerte de algún referente que afecta al fútbol italiano en menos de un mes, tras la del serbio Sinisa Mihajlovic, exjugador del Inter, Milan y Lazio, entre otros, quien falleció el 16 de diciembre a causa de una leucemia que padecía desde 2019.
A finales de los años 80 y comienzos de los 90, cuando Milan, Nápoles, Inter y Juventus dominaban la Serie A, apareció un humilde equipo que rompió con esa hegemonía y se ganó el cariño de todos los amantes del balón: Sampdoria, dirigido por el serbio Vijadin Boskov y con figuras como Gianluca Pagliuca, Toninho Cerezo, Pietro Vierchowod y Attilio Lombardo, lideradas por los dos grandes referentes, el volante creativo Roberto Mancini y el delantero Gianluca Vialli, fallecido este viernes en Londres, a los 58 años, como consecuencia de un cáncer de páncreas con el que luchó los últimos seis años.
La selección sub-20 y el reto de hacer respetar la casa
Esa “Samp”, que marcó sus vidas y sus carreras, conquistó la Recopa Europea de 1990, la Liga italiana de 1991 y fue finalista de la Copa de Campeones de Europa de 1992, cuando cayó contra el Barcelona de Johan Cruyff.
Una carrera exitosa
Vialli nació el 9 de julio de 1964 en la Cremona, una pequeña ciudad del norte Italia en la que comenzó a jugar al fútbol, siempre como delantero, inspirado por dos de tres ídolos de su juventud, Giorgio Chinaglia, Roberto Bettega y Paolo Rossi.
En 1980 debutó como profesional con el Cremonese, de la segunda división, desde el que fue transferido a la Sampdoria de Génova, club en el que logró su consagración.
En ocho temporadas jugó 328 partidos y marcó 315 goles. Fue fundamental para que ese equipo, tradicional pero históricamente perdedor, alcanzara la gloria al conquistar tres Copas de Italia (84, 85 y 88) y la Recopa de Europa de 1990, cuando superó en la final, disputada en Gotemburgo (Suecia), al Anderlecht de Bélgica.
Luego llegaron al Scudetto, uno hasta ahora de ese club y al que contribuyó al coronarse máximo artillero de la Serie A, y la Supercopa de Italia, aunque también la dolorosa derrota en la final de Liga de Campeones contra Barcelona, en el estadio de Wembley, en Londres.
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Después ocurrió lo inevitable. Todos los grandes de su país se lo pelearon y decidió irse a la Juventus, con la que siguió cosechando triunfos. En cuatro años consiguió una Liga, una Copa Italia, una Supecopa y una Copa Uefa, además de su primera Champions League. Como capitán levantó la “Orejona” en aquella noche en la que la Vecchia Signora derrotó al Ajax, en una final que se jugó en el estadio Olímpico de Roma y se definió por cobros desde el punto penal.
Este sería su trampolín hacia la Premier League inglesa, que comenzaba a contratar masivamente a figuras internacionales. A mediados de 1996 tomó un avión y viajó a Londres para firmar un millonario contrato con el Chelsea, con el que jugó durante tres temporadas y ganó dos títulos menores antes de colgar los guayos en 1999, cuando tenía 35 años, para dedicarle más tiempo a su familia (su esposa Cathryn y sus hijas Olivia y Sofía) y prepararse para ser entrenador, un rol en el que tuvo menos suceso que en las canchas.
Italia 90, sueño y pesadilla
Durante siete años, entre 1985 y 1992, Vialli defendió la camiseta de la selección italiana, su “máximo orgullo”. En 59 compromisos anotó 16 goles. Participó en los Mundiales de México 1986 y de Italia 1990, que se convertiría en la mayor desilusión de su carrera. En casa y como favorita, la “Squadra Azzurra” cayó en la semifinal frente a la Argentina de Diego Maradona y Claudio Caniggia en los penaltis, aunque después le ganó el tercer lugar a Inglaterra.
Pero ya mayor tuvo revancha con la selección. En 2019 fue invitado a integrar el cuerpo técnico encabezado por su amigo Roberto Mancini, con quien se entendían solo con una mirada y a quien consideraba su “mejor compañero en el camino de la vida”.
Dos años después levantaron el trofeo de campeones de la Euro 2020 (jugada en 2021) tras vencer a Inglaterra en la final jugada en Wembley, de donde habían salido derrotados con la Sampdoria dos décadas antes.
Su brillante palmarés le valió a Gianluca Vialli para recibir diversas condecoraciones en Italia, entre ellas la Medalla de Plaza al valor atlético por su papel en el Mundial de 1990, y la Orden de Caballero de la República Italiana y Comendador por la victoria italiana en el campeonato europeo de 2021.
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“Me ha enseñado a ser más humano, a escuchar más que a hablar, a aprovechar cada momento, a disfrutar las pequeñas cosas de la vida, a discutir solamente por temas importantes y a no pelear por cosas triviales, que es lo que hacemos a diario”, decía.
La suya es la segunda muerte de algún referente que afecta al fútbol italiano en menos de un mes, tras la del serbio Sinisa Mihajlovic, exjugador del Inter, Milan y Lazio, entre otros, quien falleció el 16 de diciembre a causa de una leucemia que padecía desde 2019.