Johan Cruyff: “Tenía capacidad para imaginarme lo que iba a pasar después”
El visionario y brillante holandés falleció hace seis años. Es el único que puede ser considerado uno de los mejores futbolistas y entrenadores de la historia. En ambas labores implementó una filosofía de juego que aún sigue siendo estudiada y aplicada.
Johan Cruyff siempre se supo un distinto. Siempre fue consciente de que sus condiciones físicas y mentales eran superiores a las de la mayoría. Y no lo albergaban esas sensaciones producto de la soberbia. No. Le colmaban sus adentros de una manera natural, porque su talento trascendía su única y sabia personalidad. Y de ella brotaban sus palabras llenas de originales y elaborados conceptos, que se nutrían de aprendizajes que obtenía de quienes admiraba.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Johan Cruyff siempre se supo un distinto. Siempre fue consciente de que sus condiciones físicas y mentales eran superiores a las de la mayoría. Y no lo albergaban esas sensaciones producto de la soberbia. No. Le colmaban sus adentros de una manera natural, porque su talento trascendía su única y sabia personalidad. Y de ella brotaban sus palabras llenas de originales y elaborados conceptos, que se nutrían de aprendizajes que obtenía de quienes admiraba.
Le puede interesar: Adolfo Pedernera, el que pedía no matar a Dios a pelotazos
Por eso, el hijo de la mujer que limpiaba el estadio del Ajax no se dejó amilanar cuando ingresó a las divisiones menores del club y, mucho menos, cuando ya era profesional y querían pagarle como si todavía no lo fuera. “Mi primera reivindicación viene de aquella época. Me querían pagar lo mismo para jugar en el primer equipo que lo que cobraba como juvenil. Yo pregunté: ‘¿Y por qué tengo que trabajar yo para que los demás reciban más de lo que me dais?’. No era justo.”, dijo alguna vez al respecto.
Su carácter recio lo forjó con los duros puñetazos que le propinó la vida. Cuando tenía doce años, su padre, quien ayudaba a la economía de su hogar con una tienda de frutas y verduras, falleció. Y él, el crack, debió buscar la forma de ganar dinero. Antes de los 17 años ya lo obtenía gracias al fútbol. Con esa edad debutó con el Ajax y los aficionados de Ámsterdam disfrutaron con sus frenos, sus regates, sus pases que tenían un entendimiento conceptual diferente, sus golazos que hacían brillar las retinas.
Con el gran aporte de sus obras antológicas, Ajax conquistó tres Copas de Europa y múltiples títulos locales. Esas genialidades las llevó al club que revolucionaría: el FC Barcelona. En Cataluña dejó aquel tanto memorable y volador ante Atlético de Madrid, entre otros, y un título de Liga y otro de Copa del Rey, que no son nada en comparación al hecho de darle fuerza a la filosofía holandesa que, años más tarde, implementaría de forma sólida en su papel como estratega.
Y con la selección de Holanda fue el artista principal en uno de los mejores equipos de toda la historia: la Naranja Mecánica del Mundial del 74. “Vamos a organizar un estilo de juego al que llamaremos pressing football”, les dijo Rinus Michels a Cruyff, Neeskens, Rep, Van Hanegen, Haan y los demás. Los convenció de que la preparación física era primordial, así como la rápida recuperación de la pelota, el sostenimiento de la misma y la capacidad de cada futbolista para jugar en cualquier posición.
Le puede interesar: Rinus Michels, el general del juego
Con esas máximas, humillaron a Uruguay, Bulgaria y Argentina. Pero el más hermoso de los deportes posee en su mochila sorpresas que va lanzando y que, en muchas ocasiones, están cargadas de injusticias. La Alemania anfitriona que capitaneaba Franz Beckenbauer terminó venciendo a la Holanda de Cruyff, quien después de ir a Estados Unidos volvería a su país para acabar su carrera como futbolista en Feyenoord, rival histórico del Ajax.
En 1988 el Camp Nou ya no silbaba la extensa continuidad de pases, como sucedía cuando César Luis Menotti impuso esa manera de jugar en el club blaugrana. Y, cuando la mayoría de los equipos de España jugaban 4-4-2, Cruyff alineó un 3-4-3 emblemático que tuvo como eje a un tal Josep Guardiola. Ese llamado “Dream Team” conquistó la primera Copa de Europa para el Barcelona en 1992, tras vencer a la Sampdoria en Wembley.
Con esa filosofía de toque, de juego de posición y de posesión, de buscar atacar siempre formando triángulos para tener mayores posibilidades de pases, el Barcelona dirigido por Cruyff conquistó otros ocho títulos y también se convirtió en uno de los mejores equipos de todos los tiempos. El mejor llegaría 15 años después, gracias a que Guardiola aprendió excelentemente del maestro Cruyff y entre 2008 y 2012 fue el que guió a Xavi, Iniesta y Messi.
(El Barcelona de Guardiola: orígenes y revolución de una obra eterna)
“Tenía capacidad para imaginarme lo que iba a pasar después”, decía el visionario Johan Cruyff, el hombre que después de ser técnico impulsó la apertura de más de 170 escuelas de fútbol en todo el mundo, que no cesaba de dar charlas brillantes sobre la pelota y de observar partidos como un fanático insaciable. El ser genial que el 24 de marzo de 2016, hace exactamente seis años, murió a los 68 años a causa de un cáncer.
Se encuentra en el Olimpo de los mejores futbolistas y entrenadores de la historia. Al ser preguntado sobre el valor de hacer parte de los más lúcidos dentro del verde césped, sentenció: “Tengo el orgullo de haber sido incluido en esa lista y además de ser el mejor europeo de la historia. Pero Messi para mí es el más grande, porque, aparte de contar con las cualidades que todos teníamos, cuenta con una más: marca más goles”.