Inspecciones sorpresa al dormir y abuso verbal: la lucha del fútbol femenino español
Las actitudes machistas del presidente de la federación española y su entorno no son nada nuevo. Además, las futbolistas lideran una huelga en la que el arranque de la próxima Liga F se puede ver afectado. Una investigación del New York Times.
Rachel Chaundler, Sarah Hurtes and Jeré Longman | The New York Times
Según Beatriz Álvarez, el verano pasado, cuando consiguió el puesto de presidenta de la liga española de fútbol femenino, pidió reunirse con el director de la federación de fútbol del país por videoconferencia, para poder quedarse en casa con su hijo recién nacido.
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Según Beatriz Álvarez, el verano pasado, cuando consiguió el puesto de presidenta de la liga española de fútbol femenino, pidió reunirse con el director de la federación de fútbol del país por videoconferencia, para poder quedarse en casa con su hijo recién nacido.
Después de décadas de ser una actividad irregular de segunda, el fútbol femenino tenía poco de haberse convertido en un deporte profesional y sindicalizado en su totalidad. Álvarez tenía mucho de qué hablar.
Sin embargo, Luis Rubiales, el actual y cuestionado presidente de la federación de fútbol, se negó, recordó Álvarez en una entrevista. Le dijo que enviara a otra persona. Álvarez mencionó que él le comentó que, en vez de asistir a una reunión, ella debía dar un ejemplo “al dedicarme a mi maternidad”.
Álvarez señaló que las reuniones continuaron sin ella. Mencionó que el incidente fue, a lo largo de los años, tan solo uno de los muchos recordatorios sutiles y no tan sutiles de que, a los ojos de la máxima autoridad del fútbol español, las mujeres deberían conocer su lugar.
Este desequilibrio de poder llegó a la luz pública el mes pasado, después de que España ganó la Copa del Mundo y Rubiales besó a la fuerza a la jugadora estrella, Jenni Hermoso, en directo por televisión. El miércoles, Hermoso presentó una denuncia penal ante los fiscales del Estado, para continuar con una investigación que determinará si el beso fue un acto de agresión sexual.
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El beso desató una respuesta negativa generalizada y provocó un ajuste de cuentas en el fútbol femenino del país. El martes, España despidió al director técnico de la selección nacional femenina, Jorge Vilda, a quien las jugadoras habían criticado aparte por su estilo autoritario e incluso humillante para entrenar. Lo remplaza Montse Tomé, de 41 años, la primera mujer que ocupa ese puesto en España.
En entrevistas con The New York Times, más de una docena de mujeres involucradas en el fútbol español describieron más de una década de sexismo sistémico que iba desde el paternalismo y los comentarios desconsiderados hasta el abuso verbal. Las mujeres señalaron que se les hacían inspecciones inesperadas cuando dormían y les ordenaban dejar entreabiertas sus puertas de hotel por la noche. Una alta dirigente renunció después de llegar a la conclusión de que su contratación tan solo había sido una fachada. Y Verónica Boquete, excapitana de la selección nacional, recordó que el predecesor de Vilda, Ignacio Quereda, les decía a las jugadoras: “Lo que en verdad necesitan es un buen hombre y un pene grande”.
Quereda ha rechazado haber cometido abuso verbal.
Con su beso y su resistencia ante una suspensión y la recriminación pública, Rubiales es el rostro de ese sistema. Álvarez lo llamó un “machista egocéntrico” a quien nunca le importó la liga femenina y dirigió el deporte “a base de menosprecio y humillaciones”.
Rubiales no respondió a una solicitud de entrevista y su federación de fútbol se rehusó a responder a las preguntas del Times o incluso a enviárselas a Rubiales, para lo cual se citó la suspensión que le impuso la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial. Rubiales se ha descrito como una víctima de un “falso feminismo”.
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Aunque las jugadoras aseguran que boicotearán la selección nacional si Rubiales no dimite, también afirman que su partida no sería suficiente. Según las futbolistas, los problemas del fútbol español son anteriores a su llegada y requieren cambios importantes. Decenas de jugadoras en activo y retiradas han firmado un comunicado en el que exigen cambios en la gestión. Ventilan sus quejas y elaboran estrategias en un grupo de WhatsApp llamado “Se acabó”.
Las jugadoras quieren salarios más altos, contratos que continúen durante la incapacidad por maternidad y acceso a los mismos nutricionistas y fisioterapeutas que tienen los hombres. Además, están debatiendo una posible huelga para conseguir lo anterior. Según líderes sindicales, el salario mínimo de las mujeres es de 16.000 euros (poco más de 17.000 dólares), en comparación con los 180.000 euros (más de 193.000 dólares) de sus colegas hombres.
Ana Muñoz, exvicepresidenta de integridad de la federación de fútbol, señaló que en vez de premios en dinero al final de una competencia de la que fue testigo, las futbolistas recibieron tabletas. “Tengo hijas”, recordó que comentó Rubiales. “Sé lo que querrían las mujeres”.
Muñoz, quien renunció en 2019 después de pasar un año en el cargo, relató por primera vez los motivos de su partida. “Tan solo era un adorno”, mencionó. “Una maceta”. Muñoz señaló que cuestionó la ética de varias de las decisiones de Rubiales, incluido un acuerdo de 43 millones para llevar una competencia de fútbol a Arabia Saudita. Se está investigando esa decisión, junto con acusaciones públicas de su exjefe de personal y otras personas en torno a que Rubiales utilizó dinero de la federación para celebrar una fiesta sexual en una villa costera del sur de España. (Rubiales ya ha negado su participación en cualquier tipo de acto indebido en ambos casos).
Quince de los dieciocho miembros de la junta directiva de la federación eran hombres, recordó Muñoz. Cuando pidió la remoción temporal de un miembro mientras se realizaba una investigación penal para determinar si había gastado fondos de la federación en renovaciones de su casa y el negocio de su mujer, Muñoz afirmó que hubo una votación en la que su petición se rechazó con rapidez. Comentó que no tenía ninguna autoridad. “No podía entender que un departamento de integridad no se ocupara de asuntos de integridad”, señaló.
El año pasado, las jugadoras intentaron forzar un cambio a causa del comportamiento de Vilda, el seleccionador nacional recién despedido, pero no lo consiguieron.
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Boquete recordó que en la selección de 2015 a 2017, cuando ella era capitana y Vilda, seleccionador, él insistía en que, cuando las mujeres se reunieran a tomar café, lo hicieran donde él pudiera verlas. Según Boquete, Vilda quería monitorear su lenguaje corporal, con quién se reunían y si se quejaban de él. Boquete comentó que a las capitanas del equipo les asignaba dónde sentarse durante las comidas, para que él pudiera mantener contacto visual con ellas.
Vilda también les exigía a las jugadoras que mantuvieran las puertas abiertas por la noche hasta que él pudiera comprobar que todas estaban acostadas. “Si alguien entraba en las otras habitaciones, tal vez estaban hablando de él”, comentó Boquete. “Quería controlar todo”.
No está claro si eso continuó en la selección nacional más reciente. Las jugadoras se han negado a hablar en público en medio de la controversia. Según gente cercana a las jugadoras, ellas temen represalias. Y en los pocos casos en los que los representantes dijeron que sus clientas querían hablar, los clubes lo impidieron.
Con el tiempo, quince jugadoras se aliaron y se negaron a jugar bajo las órdenes de Vilda. Rubiales se rehusó a despedirlo y la federación respondió exigiéndoles a las jugadoras que se disculparan por sus acciones antes de considerar si les permitía regresar al equipo.
El mes pasado, algunas jugadoras se enojaron de manera particular, después de la victoria en el Mundial y la controversia sobre el beso, cuando Rubiales no solo se rehusó a dimitir y disculparse, sino que también anunció que pensaba renovar el contrato de Vilda y subirle el sueldo. Ese plan se detuvo de manera abrupta esta semana con el despido de Vilda, pero Rubiales se aferra a su empleo. Aunque la federación no lo ha despedido, calificó su comportamiento en el Mundial de “totalmente inaceptable”.
Rubiales se resistió a la idea del fútbol femenino profesional desde el principio, según muestran documentos que obtuvo el Times. En 2020, durante las conversaciones sobre la creación de una liga de fútbol femenino oficial y sindicalizada, la federación nacional dirigida por Rubiales se opuso a la idea, según un documento del Consejo Superior de Deportes de España.
Rubiales cuestionó que los clubes pudieran pagar la mejora, recordó María José López, la abogada más importante del principal sindicato de futbolistas de España, quien participó en las discusiones. Sin embargo, López sospechaba que Rubiales en realidad no quería cederles poder a los equipos femeninos. “En particular, no quería que los clubes negociaran los derechos de transmisión por televisión”, mencionó López.
España está lejos de ser la única que trata así a las futbolistas. En 2004, el entonces presidente de la FIFA, Sepp Blatter, sugirió que las mujeres podrían mejorar su deporte usando pantalones cortos más ajustados. Durante una entrevista en 2015 en Zúrich, acarició en repetidas ocasiones el pelo de una reportera del Times.
Potencias europeas como Inglaterra y Alemania les prohibieron jugar a las mujeres durante años, hasta 1970.
“Las españolas no son un caso atípico”, afirmó Andrei Markovits, profesor de Política en la Universidad de Míchigan y autor de “Women in American Soccer and European Football”. “Son totalmente la norma”.
La temporada de fútbol femenino profesional en España comienza este fin de semana. No obstante, el miércoles, la atención se centró en una oficina del centro de Madrid, donde representantes sindicales y de la liga se reunieron para debatir los salarios y las condiciones de trabajo. Según los líderes sindicales, si no se llega a un acuerdo, es posible una huelga que podría retrasar la temporada.
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