James Rodríguez, el genio silencioso de las portadas
El Espectador
Los diarios portugueses que se lucran por estampar su cara en las portadas conocen poco de su vida. James Rodríguez, el colombiano que este miércoles anotó el gol del triunfo del Porto frente al PSG en la Champions League, habla lo necesario con la prensa, selecciona con rigurosidad a sus amigos y no propicia circunstancias que lo sometan al escarnio público: sus vidas personal y deportiva son intachables.
“El increíble James”, tituló este jueves en su primera página el diario A Bola, en un juego de palabras que refleja que el mediapunta cucuteño es ya considerado la estrella del equipo en sustitución del brasileño Hulk, quien abandonó hace un mes Portugal para recalar en el Zenit ruso. “El arco del triunfo”, apuntó Récord. “Desvirtúa millonarios”, aseguró Jornal de Noticia aludiendo a la abultada chequera del jeque Tamim ben Hamad Al Thani, quien invirtió millones en refuerzos. “Invictos en Champions”, escribió Correio de la Manha.
Todos prefirieron exaltar un gol de James Rodríguez que los tres del portugués Cristiano Ronaldo con Real Madrid. Lo eligieron a él porque se trata del mejor de Porto: el autor material de 20 goles e intelectual de muchos más en tres temporadas. El hombre de 21 años, número 10 en su dorsal y una zurda que sedujo en su momento a Manchester United y Juventus.
Pero detrás de ese futbolista, que gana casi un millón de euros al año y cuyo fichaje cuesta unos 18 millones de euros, se esconde un ser humano responsable y disciplinado. Su rutina lo prueba. Vive en un apartamento con su esposa Daniela Ospina y Manolo, un perro cocker spanish. Se levanta a las 8:00 de la mañana, entrena a las 10:30, regresa a las 2:00 de la tarde, almuerza en casa, hace una siesta, se levanta, juega fútbol en su Play Station 3 y por la noche va al cine o a un restaurante. Dedica sus tiempos libres a leer libros (sobre todo de superación personal), a estudiar inglés, a orar en una iglesia católica cerca de su casa y a comer con compañeros del club. Es un enfermo de la tecnología y comprador impulsivo de los últimos modelos de celulares, ipads y computadores (quiere ser ingeniero de sistemas).
En tiempos de concentración prefiere quedarse en casa y en períodos cortos de vacaciones elige la calma de las playas de Vigo, en España. Su próximo viaje, sin embargo, será a Barranquilla, donde se concentrará el domingo para enfrentar el 12 de octubre a Paraguay por las eliminatorias. Su fútbol, lo único que todos sí conocen y que veneran en Portugal esta semana, ya es un augurio para el juego de eliminatorias.
Los diarios portugueses que se lucran por estampar su cara en las portadas conocen poco de su vida. James Rodríguez, el colombiano que este miércoles anotó el gol del triunfo del Porto frente al PSG en la Champions League, habla lo necesario con la prensa, selecciona con rigurosidad a sus amigos y no propicia circunstancias que lo sometan al escarnio público: sus vidas personal y deportiva son intachables.
“El increíble James”, tituló este jueves en su primera página el diario A Bola, en un juego de palabras que refleja que el mediapunta cucuteño es ya considerado la estrella del equipo en sustitución del brasileño Hulk, quien abandonó hace un mes Portugal para recalar en el Zenit ruso. “El arco del triunfo”, apuntó Récord. “Desvirtúa millonarios”, aseguró Jornal de Noticia aludiendo a la abultada chequera del jeque Tamim ben Hamad Al Thani, quien invirtió millones en refuerzos. “Invictos en Champions”, escribió Correio de la Manha.
Todos prefirieron exaltar un gol de James Rodríguez que los tres del portugués Cristiano Ronaldo con Real Madrid. Lo eligieron a él porque se trata del mejor de Porto: el autor material de 20 goles e intelectual de muchos más en tres temporadas. El hombre de 21 años, número 10 en su dorsal y una zurda que sedujo en su momento a Manchester United y Juventus.
Pero detrás de ese futbolista, que gana casi un millón de euros al año y cuyo fichaje cuesta unos 18 millones de euros, se esconde un ser humano responsable y disciplinado. Su rutina lo prueba. Vive en un apartamento con su esposa Daniela Ospina y Manolo, un perro cocker spanish. Se levanta a las 8:00 de la mañana, entrena a las 10:30, regresa a las 2:00 de la tarde, almuerza en casa, hace una siesta, se levanta, juega fútbol en su Play Station 3 y por la noche va al cine o a un restaurante. Dedica sus tiempos libres a leer libros (sobre todo de superación personal), a estudiar inglés, a orar en una iglesia católica cerca de su casa y a comer con compañeros del club. Es un enfermo de la tecnología y comprador impulsivo de los últimos modelos de celulares, ipads y computadores (quiere ser ingeniero de sistemas).
En tiempos de concentración prefiere quedarse en casa y en períodos cortos de vacaciones elige la calma de las playas de Vigo, en España. Su próximo viaje, sin embargo, será a Barranquilla, donde se concentrará el domingo para enfrentar el 12 de octubre a Paraguay por las eliminatorias. Su fútbol, lo único que todos sí conocen y que veneran en Portugal esta semana, ya es un augurio para el juego de eliminatorias.