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El mito dice que los vikingos se colocaban hombro a hombro para luchar y defenderse: el escudo en una mano y el hacha en la otra. Algunos lo creen, otros no tanto. Es un ideal que no va más allá del imaginario de lo que fueron estos guerreros que sacudieron, invadieron y aterrorizaron a toda Europa. De ellos no se hablaba por mucho tiempo hasta que en el 2016 la selección islandesa abrió los ojos de propios y extraños en la Eurocopa de Francia. Su orden táctico y unión hizo que en la cabeza de todos los amantes del fútbol recordaran a esta raza. Y así fue apodado este combinado.
Este sábado en Moscú, dos años después de maravillar a Europa, demostraron que lo realizado hace dos años en el país galo no fue una casualidad. Hombro a hombro se defendieron, cortaron las conexiones argentinas y aislaron a Lionel Messi. Hicieron que una selección que ha sido dos veces campeona del mundo sufriera en serio. Y no precisamente por la debilidad en defensa que tienen los albicelestes, sino porque en zona de ataque no encontraron cómo derrumbar el muro que habían montado los nórdicos. No existieron variantes, el balón se paseaba por la cancha en ires y venires que invitaban al bostezo.
La posesión fue albiceleste. Solo en contadas ocasiones los europeos lograron superar la mitad de la cancha. El resto del encuentro estuvieron siempre metidos atrás, conteniendo la avanzada argentina. Solo en seis ocasiones se vieron superados. Tres de ellas, remates de Lionel Messi. Un penal en contra de Maximiliano Meza y el gol de Sergio Agüero, que llegó al minuto 19 después de un intento de tiro cruzado de Marcos Rojo. El balón le quedó al delantero del Manchester City, quien recibió de espaldas y cuando logró voltearse, casi cayéndose, sacó un remate de zurda que hizo que el estadio del Spartak estallara en un solo grito.
Los argentinos cantaron emocionados, se ilusionaron. Las tribunas entonaron el famoso: "Vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar, que esta banda quilombera no te deja, no te deja de alentar". Una euforía se vivió en Moscú. Los argentinos llenaron y estaban gozando con la presentación de su selección que había necesitado de 20 minutos para abrir el marcador. Todo era ilusión y a eso se le sumaba la alegría que despertaba Diego Maradona, quien se encontraba en la tribuna. Fue alabado. Su figura de estrella lejos está de estinguirse y cada vez que aparece su imagen es enaltecida.
Pero ese alborozo poco duró. No alcanzaron a pasar cinco minutos cuando Alfred Finnbogason le dio destino a una pelota errante dentro del área argentina. El esférico iba y volvía y ninguno de los cinco defensas dispuestos por Sampaoli pudo despejarla. El balón fue centrado por zona derecha y Wilfredo Caballero se estiró para desviarla, pero quedó en los pies del mediocampista islandés, quien solo tuvo que empujarla para marcar el empate. Fue el 1-1. Parecía que nada se había movido. Entonces, comenzó el insistente empuje albiceleste para intentar derrumbar la muralla europea, que fue infranqueable.
Todo el segundo tiempo el balón fue de los suramericanos, quienes terminaron con un 72 % de posesión. Pero tuvieron que irse con las manos vacías. Su astro, Lionel Messi, no encontró la manera de quebrar la muralla islandesa. De a poco fue quedando aislado. Le tocó retroceder mucho para tener contacto con el balón y tampoco encontró mucho espacio para unirse con Agüero, Di María, Meza y posteriormente con Banega, Higuain o Pavón. El 10 no pudo brillar. Fue bien controlado y cuando su país puso su ilusión en sus hombros al minuto 64, su zurda fue humana: pateó a la mano derecha del arquero Hannes Halldorsson, quien adivinó e hizo que los argentinos se atragantaran con el grito de gol.
Messi no bajó los brazos, continuó su intento de quebrar la portería de Islandia. De estrenarse con gol, pero sus remates salieron desviados o fueron atajados. Y así se fue el tiempo mientras la angustia invadía el cuerpo de los argentinos y la albiceleste no encontraba espacios. El compromiso terminó en empate. Un 1-1 que dejó un sinsabor grande en la albiceleste, que tendrá que enfrentar a Croacia el próximo 21 de junio en Nizhny. Por su parte, Islandia jugará contra Nigeria en Volgogrado un día después.