La eterna agonía que vive Argentina

La derrota ante Croacia fue el detonante de una crisis interna. No hay comunión entre el técnico Sampaoli y el combo de Messi. todavía puede clasificar.

Daniel Avellaneda - Buenos Aires
23 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Los hinchas argentinos rezan para que su selección no quede eliminada de Rusia 2018.  / EFE
Los hinchas argentinos rezan para que su selección no quede eliminada de Rusia 2018. / EFE
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El lenguaje corporal de Lionel Messi, tomándose el rostro con suma preocupación en el momento del himno, es la imagen que resume el momento de Argentina. Pareció un gesto premonitorio. Consumada la goleada de Croacia, la selección albiceleste quedó ante las puertas del infierno. Y revivió a los fantasmas de 2002, cuando el equipo que dirigía Marcelo Bielsa quedó eliminado en la primera ronda del torneo de Corea-Japón. La victoria de Nigeria sobre Islandia en Volgogrado es una luz al final del camino. Porque, independientemente del desenlace que tenga la aventura mundialista en Rusia, el crack del Barcelona y el resto de los futbolistas de su generación se despedirán de la camiseta que vistieron, en algunos casos, durante 12 años. Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)

Los argentinos nos preguntamos qué le pasa a Messi. La mochila de las cuatro finales que perdió con Argentina (Copas América de 2007, 2015 y 2016 y Mundial de 2014) pesa demasiado. La carga emocional de las frustraciones, el exitismo de un país que le reclama por la gloria que conquistó Diego Maradona y los rumores que se deslizaron en las últimas horas respecto a su situación matrimonial y su participación en los Panama Papers hicieron combustión en un combo letal. No está bien el rosarino. De otro modo será imposible explicar su bajísimo nivel contra los croatas.

El 10 caminó la cancha (84 % del partido, según las estadísticas oficiales), no se involucró en el juego, no protagonizó una situación de gol y hay un dato alarmante: dio menos pases que Wilfredo Caballero. Mientras el arquero —uno de los principales responsables de la derrota— cedió 36 veces la pelota, Leo lo hizo en 31 oportunidades. Fue la peor presentación del astro argentino con el escudo de la AFA bordado a la altura del corazón. No tuvo fuego sagrado, una situación inadmisible para cualquier futbolista. Incluso para el propio Messi. (Le puede interesar: ¿Qué resultados necesita Argentina para avanzar a octavos en Rusia 2018?)

Se jugó como quiso el capitán ante Islandia. Con línea de cuatro, doble cinco y los históricos. Jorge Sampaoli entregó las armas. Devoto de Messi, casi más papista que el papa, le dio todos los gustos. Y el plan fracasó. Se armó un equipo más parecido a lo que pregona el técnico. Con cinco atrás, volantes con mayor salida, Messi suelto y un par de cambios de refresco. Tampoco funcionó. “La responsabilidad es mía”, dijo. “Lo perjudiqué a Leo porque no puede armarle un equipo para él”, agregó. Ese parece ser el gran problema: armar un equipo para Messi en lugar de darle forma a un conjunto competitivo en el que el 10 sea una parte del engranaje.

El día después de la derrota, en una madrugada de charlas calientes, afloraron las críticas desde el seno del plantel hacia el entrenador. Con la lógica de futbolistas que siempre buscan un chivo expiatorio en el fusible que siempre salta, empezaron a deslizar críticas contra Sampaoli. La relación entre el estratega y los referentes está quebrada. “Que diga lo que quiera”, contestó Sergio Agüero cuando le preguntaron respecto a una frase que había utilizado Sampaoli en la conferencia de prensa y apuntaba a la adaptación de los jugadores al proyecto. Se expresó mal el técnico. Se refería al partido. Sin embargo, la respuesta del Kun deja claro que no hay comunión. (Lea: “En el vestuario se están agarrando a trompadas", Diego Simeone)

Al mismo tiempo se viralizó un audio de Diego Simeone en el que critica a Sampaoli y a los jugadores. El Cholo fue tentado varias veces para dirigir a la Argentina. Pero no quiere hacerse cargo en esta coyuntura, con un plantel gastado y en el que Messi condiciona. “¿Quién carajo es Messi para no correr?”, disparó Héctor Enrique, campeón del mundo en 1986. A 32 años del gol de Maradona a los ingleses, el momento duele. Por más que se logre la clasificación a los octavos de final, algo se rompió. No parece haber esperanza. Sólo estirar la agonía de un ciclo que parece acabado.

Por Daniel Avellaneda - Buenos Aires

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