La evolución de Rafael Santos Borré
La historia del delantero colombiano del Eintracht Frankfurt, quien no ha dejado de crecer en su juego desde que comenzó su formación en canchas arenosas de Barranquilla.
El ídolo de la infancia de Rafael Santos Borré es Óscar Córdoba. Disfrutaba de sus atajadas en Boca Juniors y la selección de Colombia, sin saber que unos años más tarde él sería parte del plantel de River Plate que le propinó a ese club la mayor derrota de su historia, y que también vestiría la indumentaria tricolor.
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El ídolo de la infancia de Rafael Santos Borré es Óscar Córdoba. Disfrutaba de sus atajadas en Boca Juniors y la selección de Colombia, sin saber que unos años más tarde él sería parte del plantel de River Plate que le propinó a ese club la mayor derrota de su historia, y que también vestiría la indumentaria tricolor.
(Antonio Rattín, el ídolo de Boca que ama a un histórico de River)
Amaba el olor del césped y encontrar cualquier acción para lanzarse a él mientras evitaba goles de sus amigos. Después se dio cuenta de que era bueno con los pies y avanzó en la cancha por todas las posiciones, hasta ubicarse definitivamente como delantero. Nació el 15 de septiembre de 1995 en Barranquilla, y a los cinco años se fue a vivir con su padre a Valledupar, pues sus progenitores se separaron.
Sin embargo, Rafa, como lo llamaban, regresó al barrio Santo Domingo de la capital del Atlántico junto a su madre, Deysi del Carmen Mauri García. Le originó varios enojos, porque pateaba cualquier objeto que encontraba en casa. Hasta que antes de cumplir los 13 años se fue a probar a la escuela del barrio Nueva Granada, del padre de Abel Aguilar y dirigida por Henry Peralta, quien quedó deslumbrado con las condiciones del pequeño.
Por pedido del padre, Santos Borré fue inscrito en un colegio cercano a la escuela de fútbol y debía ser bueno académicamente para continuar jugando. En una ocasión perdió cuatro materias y estuvo a punto de abandonar a Peralta, quien intercedió por Rafa y luego le dijo: “No hagas que por cuatro materias el fútbol mundial se pierda de un delantero como tú”.
El muchacho comprendió y Peralta, a quien Santos Borré considera su segundo papá, le cumplía con los caprichos de quedarse entrenando después de las prácticas. Le aconsejó no ser tan individualista, y así fue dos veces goleador de la Liga del Atlántico. Luego Agustín Garizábalo, un observador de promesas del fútbol, vio los tantos del atacante y sirvió de conexión con Carlos Burbano, director de divisiones menores de Deportivo Cali, quien fue a verlo y a los 15 años se lo llevó para el club verdiblanco.
En 2013, Leonel Álvarez lo puso a debutar en primera división y en 2014 el entorno del balompié profesional colombiano comenzó a hablar de un joven que hacía diagonales como pocos y desde su posición de delantero entendía conceptualmente el juego. En 2015 brilló en el Suramericano Sub-20 de Uruguay, en el que Colombia fue subcampeón. Ese mismo año conquistó una nueva estrella para la institución azucarera y fue adquirido por Atlético de Madrid, que lo dejó en el Cali a préstamo hasta 2016.
(Santos Borré: “Disputar esta final con Eintracht Frankfurt es fantástico”)
No convenció a Diego Simeone y fue cedido al Villarreal por una temporada, hasta que en agosto de 2017 apareció River Plate. En ese entonces su nombre no generaba muchas expectativas entre los hinchas del club de Núñez, que pagó US$3,5 millones por el 50 % del pase del artillero que, cuando estaba en la escuela del barrio Nueva Granada, le pedía a Peralta que entrenaran los movimientos de un Teófilo Gutiérrez que destacaba en Júnior.
“En los primeros meses en River me costó adaptarme. El fútbol argentino es muy intenso, diferente a otras ligas del mundo. Hay mucho ímpetu, pero genera competitividad. Con esfuerzo y el apoyo de mis compañeros y del cuerpo técnico, de a poco, me fui metiendo en el grupo y en la dinámica del club”, reconoció Borré, quien fue pulido por las enseñanzas de Marcelo Gallardo, uno de los técnicos más importantes en la historia de River.
Sobre el máximo goleador de su era en River, Gallardo expresaba: “Es un hombre fundamental para nosotros por su movilidad, su intensidad para presionar la salida de los defensas rivales y su capacidad para generar opciones. Es muy colectivo y siempre piensa en el equipo más que en él mismo”.
Ya no es el delantero que marca siete goles en un partido -lo hizo en las menores del Cali- o que convierte constantes tripletas. Sigue anotando y con sus tantos llevó al Eintracht Frankfurta a ganar este miércoles la Europa League contra un Rangers en el que su compatriota Alfredo Morelos está lesionado. Pero ahora su juego es más completo. Durante los partidos se desempeña de atacante por fuera, falso “9”, mediocampista creativo y primer defensor.
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