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Luis Suárez se estrenó como goleador en España el 11 de agosto de 2005 con un gol de chilena a Notario, portero del Sevilla, equipo que finalmente derrotó al Nacional de Montevideo por 3-2. A la salida de un córner botado desde la izquierda, después de que un jugador uruguayo tocara el balón con la cabeza, el delantero charrúa remató de tijera en el segundo palo con su pierna derecha y doblegó las manos del meta de Mataró. Diez años después, ahora vestido de azulgrana, Luis Suárez volvió a marcar un gol de chilena, más difícil y en un partido más exigente que el amistoso jugado en Ronda. El delantero centro del Barça remató de espaldas a la portería, con la zurda y no con la diestra, un centro desde la izquierda de Adriano, habilitado por un pase de Mascherano.
El tanto fue especialmente celebrado por la hinchada del Camp Nou por su belleza, por ser el quinto -el dígito mágico del Barça- y porque la mayoría del barcelonismo está del lado del 9, un jugador de equipo, laborioso y entregado a la causa de Messi y Neymar, como si no hubiera ganado la última Bota de Oro con los 31 goles que anotó en el Liverpool. Hoy suma cuatro en 14 partidos de Liga, desde que debutó en el Bernabéu, dos en la Champions y uno en la Copa, registros en cualquier caso lejanos a los que en su día protagonizaron arietes y compañeros del 10 como Villa o Ibrahimovic.
Suárez comprendió que competir a goles con Messi significa firmar la derrota, de manera que se impone ser mucho más altruista y selectivo, como el domingo contra el Levante. Al uruguayo, que sustituyó a Neymar en el minuto 67, le alcanzaron seis minutos para batir a Mariño con una jugada excepcional, finalmente bien resuelta después de ser ensayada en campos como el de los Juegos Mediterráneos de Almería. Los goles de tijera son especialmente festejados en el estadio del Barça desde que Rivaldo batiera a Cañizares, portero del Valencia, con un gol de última hora que clasificó a los azulgrana para la Champions en 2001.
A pesar de su currículo y de que costó 82 millones de euros, Luis Suárez se esfuerza como un juvenil amenazado con volver al filial, siempre dispuesto a colaborar, consciente de que su llegada ha condicionado el juego de Messi, de regreso al puesto de 7.
Al igual que Neymar acepta de mala gana ser sustituido durante los partidos, Suárez entra en la política de rotaciones sin protestar, como pasó el domingo contra el Levante, ambos entregados a Messi, siempre titular, nunca cambiado, ahora mismo dispuesto a atrapar a Cristiano Ronaldo en la clasificación del Pichichi: del +12 se ha pasado al +2.
La aportación de Suárez fue tan brillante como efectiva resultó la actuación de quien ocupó su puesto de titular, Pedro, profundo y laborioso, decisivo para que Messi marcara un triplete y sobresaliera Neymar. Ninguno de los tantos del 10 ni el del 11 mereció, sin embargo, la admiración que provocó la chilena de Luis Suárez. La firma del Bota de Oro.