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                                                                                                                                  La nostalgia de Juan Sebastián Peñaloza, figura de la sub-17 de Colombia

                                                                                                                                  Le asesinaron a uno de sus hermanos, por el que hoy se motiva para seguir marcando con el equipo nacional. Su sueño: jugar en Atlético Nacional.

                                                                                                                                  Camilo Amaya

                                                                                                                                  Juan Sebatián Peñalosa, figura de la selección colombiana sub-17 de fútbol. / AFP
                                                                                                                                  Foto: EFE - ELVIS GONZALEZ
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  No nació en un centro de salud, vino al mundo en la casa, con una partera, entre toallas y dos platones de agua tibia, con Luz Helena respirando y pujando, con una mujer enorme animando, dando fuerza para impulsar la vida. El goleador de la selección de Colombia sub-17 en el Mundial de India llegó a Medellín cuando tenía cuatro meses con sus tres hermanos y sus papás. El barrio Mirador de Calasanz no fue una elección, fue la única opción. Un lugar en el que la violencia intimida, genera nostalgia y produce silencios.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  “Cruzó una frontera invisible”, el rumor que se regó por el barrio. La pena fue tan dura, que durante varios meses Juan Sebastián se puso los audífonos del celular que le había regalado su mamá para escuchar la música que componía su hermano. Porque mientras él hacía goles, Wálter improvisaba, inventaba y se divertía con la rima de las palabras, con la satisfacción de crear algo diferente “ No volvió a ser el mismo”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  “Por fortuna las cosas han bajado y ya no se escucha tanto muerto por ahí. Todo es más tranquilo, sin retenes, sin balaceras”, apunta no sin antes  recordar que con el asesinato de uno de sus hijos se rompió el orden natural de las cosas, el de la vida, pues “ningún padre debería llorar a un hijo. Lo justo es que fuera al revés”. Aún le queda Juan Sebastián, el menor del hogar, el que le dedica los goles en India, tres para ser exactos. Un joven que tuvo que madurar sin reparos porque a veces no basta con ser libre, sino sentirse liberado, y eso es precisamente lo que le da el fútbol: libertad. Una fabricada desde la nostalgia y con grandes proyecciones, y con la que espera vestir algún día la camiseta de Atlético Nacional.

                                                                                                                                  @CamiloGAmaya

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Juan Sebatián Peñalosa, figura de la selección colombiana sub-17 de fútbol. / AFP
                                                                                                                                  Foto: EFE - ELVIS GONZALEZ
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  No nació en un centro de salud, vino al mundo en la casa, con una partera, entre toallas y dos platones de agua tibia, con Luz Helena respirando y pujando, con una mujer enorme animando, dando fuerza para impulsar la vida. El goleador de la selección de Colombia sub-17 en el Mundial de India llegó a Medellín cuando tenía cuatro meses con sus tres hermanos y sus papás. El barrio Mirador de Calasanz no fue una elección, fue la única opción. Un lugar en el que la violencia intimida, genera nostalgia y produce silencios.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  “Cruzó una frontera invisible”, el rumor que se regó por el barrio. La pena fue tan dura, que durante varios meses Juan Sebastián se puso los audífonos del celular que le había regalado su mamá para escuchar la música que componía su hermano. Porque mientras él hacía goles, Wálter improvisaba, inventaba y se divertía con la rima de las palabras, con la satisfacción de crear algo diferente “ No volvió a ser el mismo”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  “Por fortuna las cosas han bajado y ya no se escucha tanto muerto por ahí. Todo es más tranquilo, sin retenes, sin balaceras”, apunta no sin antes  recordar que con el asesinato de uno de sus hijos se rompió el orden natural de las cosas, el de la vida, pues “ningún padre debería llorar a un hijo. Lo justo es que fuera al revés”. Aún le queda Juan Sebastián, el menor del hogar, el que le dedica los goles en India, tres para ser exactos. Un joven que tuvo que madurar sin reparos porque a veces no basta con ser libre, sino sentirse liberado, y eso es precisamente lo que le da el fútbol: libertad. Una fabricada desde la nostalgia y con grandes proyecciones, y con la que espera vestir algún día la camiseta de Atlético Nacional.

                                                                                                                                  @CamiloGAmaya

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