La paciencia, la tuerca diferencial del City modelo 2021
Esta fue la pequeña revolución de Guardiola, patrocinada por Lillo, en el equipo del lado celeste de Manchester. Saber cuánto esperar.
Thomas Blanco- @thomblalin
La autopsia la hicieron el 27 de septiembre en su segundo partido de la temporada de la Premier League, el primero en casa. Con un gol de Mahrez, el Manchester City le iba ganando 1-0 al Leicester a los tres minutos de un partido que terminó perdiendo 2-5 con un triplete de Jamie Vardy. Empacar el primero fue el estímulo para atacar más rápido, soltarse de la correa y perder la paciencia. Una languidez en defensa que quería ser afinada por un hombre que ya estaba con su equipaje listo en el aeropuerto de Lisboa rumbo a Manchester.
Pep Guardiola, que ya había desembolsado más de 200 millones de euros en centrales, se hipnotizó por uno más: Rúben Dias, la roca fundacional y el general de este Manchester City. Y más atrás, ya sentado junto a él, su otro fichaje, su nuevo segundo: Juan Manuel Lillo, su asistente técnico.
Guardiola volteó su pizarrón y junto a Lillo, uno de los precursores del 4-2-3-1, empezó a jugar con un doble pivote. Jugar con dos mediocentros en la misma línea, algo que muy pocos vislumbraron de Pep. Se perdieron ingredientes en fase ofensiva, pero en la defensiva encontraron solidez. Ambos, con el correr de los meses, fueron ajustando tuercas, mutando, volviendo al 4-3-3. Y el playbook de Guardiola volvió a sorprender.
Dieron en la tecla gracias al rol de un lateral que le hizo una metamorfosis a su juego: Joao Cancelo. El lateral derecho portugués, con balón, simplificó su fútbol y pasó a jugar por dentro junto a Rodri, el mediocentro. Y más atrás, Dias y Stones, los dos centrales, y Zitchenko, cerrado junto a ellos. Un sub-bloque y red de seguridad de cinco efectivos diseñado para que los demás tuvieran la licencia de hacer la magia. Para que los interiores, los encargados de darle profundidad a un equipo que juega sin ‘9’, pudieran soltarse y pisar el área. Ilkay Gündogan es el goleador del equipo en esta campaña. La línea de cal, tierra de extremos. Y por dentro, falsonueveando, pura permuta de posiciones. Una estructura de la que Cancelo ha sido el jinete sacramental de Guardiola.
“Mi objetivo es que se pueda liberar el talento de los más adelantados para hacer diferencia. Nosotros para defender, los otros para atacar. Cada uno hace su trabajo y casi siempre conseguimos lo que queremos. Al comienzo, con la pelota, me sentía incómodo. Un lateral está casi siempre de frente para el campo, ves todo. Y jugando por dentro, muchas veces debes perfilar el cuerpo para tener una visión amplia del campo. Con la ayuda de Pep lo he conseguido”, sentenció el luso en una entrevista con La Media Inglesa.
(Lea también: Daniel Giraldo: un llegador y analista táctico de sí mismo)
El Manchester City, que ya tiene la Premier League en el bolsillo, ha sido el mejor equipo de la temporada y es el máximo candidato a ganar la Champions League. Una pólvora y equilibrio que se asentó en 2021. Febrero, el momento en el que Pep Guardiola confesó el nuevo mandamiento que los tornó en casi invencibles: la paciencia.
“La razón por la que no jugábamos tan bien era que nos movíamos demasiado, corríamos demasiado. En el fútbol, cuando tienes la pelota, tienes que caminar y echar a correr en el momento correcto. Y cuando no la tienes, debes correr como si fuera la última pelota de tu vida. Ahora estamos más tranquilos con el balón, tenemos más paciencia, damos más pases. Todo el mundo está mejor posicionado y por eso jugamos mejor”, dijo quien utiliza al balón como mecanismo de control de los partidos.
Tras la turbulencia en la primera parte de la ida de las semifinales, que perdían 1-0 ante el PSG, en el camerino imperó la serenidad, a pesar de que fueron tan superados por los parisinos, algo atípico para el City. Había chance de gritos de Guardiola, no fue así. “Sean pacientes y ataquen en los momentos adecuados. No podemos ganar este partido en diez minutos, se necesitan 90”, advirtió Pep, casi que parafraseando sus palabras de febrero, casi que rememorando ese duelo ante el Leicester.
(Lea: Yerson Mosquera, el central, bailarín y catador de quesos del futuro)
Con esa premisa, el City jugó la primera parte a no perder la pelota sin intención de ser agresivo o romper líneas con los pases, según reveló Guardiola en la rueda de prensa posterior. Tenía de frente a un cuadro que le encanta destruir con las transiciones rápidas en el contragolpe con Mbappé, Neymar y Di María.
¿Qué cambió de una parte a otra? Cancelo. El portugués, retenido como lateral, pasó a acompañar a Rodri como mediocentro y Gündogan aumentó su altura en el campo. La presión cambió y entorpecieron la salida de un equipo dotado en su inicio de juego con Leandro Paredes incrustado entre centrales. Foden y Mahrez tomaron a los laterales, Bernardo y De Bruyne, a los dos centrales. Jaque.
Y después Cancelo, otra vez como lateral (por la izquierda), tuvo la orden de proyectarse en ataque. Foden logró jugar por dentro para que el equipo celeste de Manchester generara más superioridades con pelota. Amonestado, Cancelo fue sustituido por Zitchenko, zurdo natural. La autopista para que Foden se instalara más en pasillos interiores, pues Cancelo, por su perfil derecho, tendía a recortar hacia dentro.
(Lea: Yeison Guzmán, un 10 clásico en una tierra sin dieces)
Con dos errores forzados, el City, paciente, remontó y ganó 2-1. Una victoria simbólica teniendo en cuenta la oscura estadística que había detrás: en los últimos diez partidos que los británicos iban perdiendo al menos por un gol, perdieron ocho y empataron dos. Desde ese momento, en un lapso de dos semanas, remontaron duelos ante el Borussia Dortmund, Aston Villa y PSG. Paciencia.
Tras el partido ante el PSG, Kevin De Bruyne, ante los micrófonos de todos, argumentó cuál fue el ajuste que hicieron. “Estábamos muy apurados, queríamos ir adelante muy rápido y esa no es la forma en la que estamos diseñados como equipo. En la segunda parte lo hicimos bien, tratamos de encontrar los espacios con más calma y lo conseguimos”.
Ese es el subsuelo de esa victoria, que no fue la más brillante de todas, pero que tiene tanto valor como una goleada. Un equipo ultrapoderoso que dejó de tropezarse varias veces con la misma piedra. “Los admiro, desde no ser buenos hasta cómo cambiaron para hacerlo bien. Eso significa mucho para mí. Normalmente, cuando no eres bueno, pierdes 2-0 y 3-0, y se acabó. Fue todo lo contrario”, concluyó Pep.
Con la paciencia fue todo lo contrario.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin
La autopsia la hicieron el 27 de septiembre en su segundo partido de la temporada de la Premier League, el primero en casa. Con un gol de Mahrez, el Manchester City le iba ganando 1-0 al Leicester a los tres minutos de un partido que terminó perdiendo 2-5 con un triplete de Jamie Vardy. Empacar el primero fue el estímulo para atacar más rápido, soltarse de la correa y perder la paciencia. Una languidez en defensa que quería ser afinada por un hombre que ya estaba con su equipaje listo en el aeropuerto de Lisboa rumbo a Manchester.
Pep Guardiola, que ya había desembolsado más de 200 millones de euros en centrales, se hipnotizó por uno más: Rúben Dias, la roca fundacional y el general de este Manchester City. Y más atrás, ya sentado junto a él, su otro fichaje, su nuevo segundo: Juan Manuel Lillo, su asistente técnico.
Guardiola volteó su pizarrón y junto a Lillo, uno de los precursores del 4-2-3-1, empezó a jugar con un doble pivote. Jugar con dos mediocentros en la misma línea, algo que muy pocos vislumbraron de Pep. Se perdieron ingredientes en fase ofensiva, pero en la defensiva encontraron solidez. Ambos, con el correr de los meses, fueron ajustando tuercas, mutando, volviendo al 4-3-3. Y el playbook de Guardiola volvió a sorprender.
Dieron en la tecla gracias al rol de un lateral que le hizo una metamorfosis a su juego: Joao Cancelo. El lateral derecho portugués, con balón, simplificó su fútbol y pasó a jugar por dentro junto a Rodri, el mediocentro. Y más atrás, Dias y Stones, los dos centrales, y Zitchenko, cerrado junto a ellos. Un sub-bloque y red de seguridad de cinco efectivos diseñado para que los demás tuvieran la licencia de hacer la magia. Para que los interiores, los encargados de darle profundidad a un equipo que juega sin ‘9’, pudieran soltarse y pisar el área. Ilkay Gündogan es el goleador del equipo en esta campaña. La línea de cal, tierra de extremos. Y por dentro, falsonueveando, pura permuta de posiciones. Una estructura de la que Cancelo ha sido el jinete sacramental de Guardiola.
“Mi objetivo es que se pueda liberar el talento de los más adelantados para hacer diferencia. Nosotros para defender, los otros para atacar. Cada uno hace su trabajo y casi siempre conseguimos lo que queremos. Al comienzo, con la pelota, me sentía incómodo. Un lateral está casi siempre de frente para el campo, ves todo. Y jugando por dentro, muchas veces debes perfilar el cuerpo para tener una visión amplia del campo. Con la ayuda de Pep lo he conseguido”, sentenció el luso en una entrevista con La Media Inglesa.
(Lea también: Daniel Giraldo: un llegador y analista táctico de sí mismo)
El Manchester City, que ya tiene la Premier League en el bolsillo, ha sido el mejor equipo de la temporada y es el máximo candidato a ganar la Champions League. Una pólvora y equilibrio que se asentó en 2021. Febrero, el momento en el que Pep Guardiola confesó el nuevo mandamiento que los tornó en casi invencibles: la paciencia.
“La razón por la que no jugábamos tan bien era que nos movíamos demasiado, corríamos demasiado. En el fútbol, cuando tienes la pelota, tienes que caminar y echar a correr en el momento correcto. Y cuando no la tienes, debes correr como si fuera la última pelota de tu vida. Ahora estamos más tranquilos con el balón, tenemos más paciencia, damos más pases. Todo el mundo está mejor posicionado y por eso jugamos mejor”, dijo quien utiliza al balón como mecanismo de control de los partidos.
Tras la turbulencia en la primera parte de la ida de las semifinales, que perdían 1-0 ante el PSG, en el camerino imperó la serenidad, a pesar de que fueron tan superados por los parisinos, algo atípico para el City. Había chance de gritos de Guardiola, no fue así. “Sean pacientes y ataquen en los momentos adecuados. No podemos ganar este partido en diez minutos, se necesitan 90”, advirtió Pep, casi que parafraseando sus palabras de febrero, casi que rememorando ese duelo ante el Leicester.
(Lea: Yerson Mosquera, el central, bailarín y catador de quesos del futuro)
Con esa premisa, el City jugó la primera parte a no perder la pelota sin intención de ser agresivo o romper líneas con los pases, según reveló Guardiola en la rueda de prensa posterior. Tenía de frente a un cuadro que le encanta destruir con las transiciones rápidas en el contragolpe con Mbappé, Neymar y Di María.
¿Qué cambió de una parte a otra? Cancelo. El portugués, retenido como lateral, pasó a acompañar a Rodri como mediocentro y Gündogan aumentó su altura en el campo. La presión cambió y entorpecieron la salida de un equipo dotado en su inicio de juego con Leandro Paredes incrustado entre centrales. Foden y Mahrez tomaron a los laterales, Bernardo y De Bruyne, a los dos centrales. Jaque.
Y después Cancelo, otra vez como lateral (por la izquierda), tuvo la orden de proyectarse en ataque. Foden logró jugar por dentro para que el equipo celeste de Manchester generara más superioridades con pelota. Amonestado, Cancelo fue sustituido por Zitchenko, zurdo natural. La autopista para que Foden se instalara más en pasillos interiores, pues Cancelo, por su perfil derecho, tendía a recortar hacia dentro.
(Lea: Yeison Guzmán, un 10 clásico en una tierra sin dieces)
Con dos errores forzados, el City, paciente, remontó y ganó 2-1. Una victoria simbólica teniendo en cuenta la oscura estadística que había detrás: en los últimos diez partidos que los británicos iban perdiendo al menos por un gol, perdieron ocho y empataron dos. Desde ese momento, en un lapso de dos semanas, remontaron duelos ante el Borussia Dortmund, Aston Villa y PSG. Paciencia.
Tras el partido ante el PSG, Kevin De Bruyne, ante los micrófonos de todos, argumentó cuál fue el ajuste que hicieron. “Estábamos muy apurados, queríamos ir adelante muy rápido y esa no es la forma en la que estamos diseñados como equipo. En la segunda parte lo hicimos bien, tratamos de encontrar los espacios con más calma y lo conseguimos”.
Ese es el subsuelo de esa victoria, que no fue la más brillante de todas, pero que tiene tanto valor como una goleada. Un equipo ultrapoderoso que dejó de tropezarse varias veces con la misma piedra. “Los admiro, desde no ser buenos hasta cómo cambiaron para hacerlo bien. Eso significa mucho para mí. Normalmente, cuando no eres bueno, pierdes 2-0 y 3-0, y se acabó. Fue todo lo contrario”, concluyó Pep.
Con la paciencia fue todo lo contrario.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin