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Comenzaba 1945 y el continente se preparaba para una nueva edición del Campeonato Suramericano, hoy conocido como Copa América. Argentina y Uruguay dominaban con grandes figuras como José Obdulio Varela, Bibiano Zapiraín, Angel Perucca, René Pontoni, entre otros. Mientras tanto, en el país, no existía siquiera campeonato nacional. El único ente regulador oficial del momento era la Asociación Colombiana de Fútbol, quién recibió la invitación a conformar un equipo que representara al país en las justas que tendrían lugar en Chile.
El suceso no estuvo exento de conflictos. Antioquia y Atlántico se peleaban el control del fútbol en el país y la invitación avivó más la disputa. Los colombianos debíamos conformar un equipo que nos representara y en vista de la incapacidad para alcanzar un acuerdo, el Ministerio de Educación de ese entonces se vio forzado a servir de mediador, aunque fue en vano.
Con el tiempo justo, se decidió entonces que fueran los jugadores del hoy Júnior de Barranquilla los que portaran la tricolor en la decimoctava edición del torneo. 20 fueron los jugadores seleccionados para participar, de los cuales 13 eran de la Región Atlántico y 5 de Magdalena. Sus máximos exponentes eran Roberto Meléndez y Romelio Martínez, ambos militantes del Juventud Junior.
Ya con el aval, la Selección Colombia iniciaría su viaje a territorio austral. Dentro del itinerario se contemplaba viajar por aire desde Barranquilla hasta Buenaventura, donde un barco se encargaría de transportarlos hasta su destino final. Sin embargo, lo único que resultó tal cual lo planeado fue su llegada al puerto de Buenaventura dado que, una vez allí, su transporte marítimo nunca arribó. Algunas fuentes sugieren que los jugadores no llegaron a tiempo por lo cual el barco zarpó sin ellos.
Con un compromiso que cumplir, los 20 jugadores se trasladaron por tierra hasta Ciudad de Quito, pero contaron con la mala suerte de una avería en el bus que los transportaba, lo que los forzó a cruzar los últimos kilómetros a pie. Una vez allí, tomaron tren hasta Guayaquil con la esperanza de que un barco los llevara hasta Chile. Esta idea se vio frustrada y tuvieron que continuar su hazaña de forma terrestre hasta Lima. Una vez en la capital del Perú, el presidente de la época en el país vecino, Manuel Prado Ugarteche, consiguió que la selección fuera llevada en barco hasta su gran aventura.
La representación colombiana en el torneo, tras 24 días de viaje, arribó el 14 de enero, varios días después de lo contemplado, por lo cual su primer partido programado, frente a Argentina, debió ser postergado.
La carencia de suerte para “los cafeteros” no fue únicamente en sus desplazamientos. En total el equipo disputó 6 partidos de los cuales ganó 1 (3-1 frente a Ecuador), empató 1 (3-3 frente a Bolivia) y perdió 4 (0-3 con Brasil, en el debut; 0-7 contra Uruguay; 0-2 ante la anfitriona, Chile; y 1-9 frente a Argentina), para un total de 5 goles marcados y 25 recibidos.