Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Sentado en el banquillo técnico del Metlife Stadium, Lionel Messi miraba al horizonte buscando una respuesta a algo inexplicable. Tenía su alma hecha pedazos. Nuevamente su amada Selección Argentina perdía una final. Las lágrimas fueron la única manera para expresar el dolor que sentía, para intentar calmar esa desazón enorme. El fisioterapeuta de la selección, Dady Dandrea, se acercó a consolarle. Después de él, acudió el equipo, uno tras otro intentaron consolarle con un abrazo, conscientes de que esas lágrimas son una herida abierta a la albiceleste, hasta Arturo Vidal le dio palabras de aliento. Pero no había nada que lo pudiera hacer sentir mejor.
Tras recibir con amargura la medalla de subcampeón, esa que ningún atleta de alto rendimiento quiere recibir tras una final perdida, Argentina desapareció del terreno. Solamente quedaron los chilenos con su algarabía y su alegría por coronarse campeones de la Copa América Centenario. Mientras tanto en el vestuario argentino no se escuchó ni una silaba, el único sonido que ahuyentaba el silencio era el agua de las duchas. La derrota caló hondo en los jugadores, que entre lágrimas se refugiaron en los celulares. No hubo arengas, ni gritos, ni consuelos. Silencio. Ahí fue cuando Messi tomó una decisión que hizo crujir los cimientos de la selección.
Al salir del vestuario llegó la sorpresa. Primero fue Sergio Agüero. “Hay varios jugadores que evaluamos no seguir en la selección. 'Leo' está muy golpeado”, dijo el delantero del Manchester City. A esas palabras se unieron las del rosarino, que dejaron a muchos con un dolor más grande que el de la derrota. “Se terminó para mí la selección, son cuatro finales. No es para mí. Lamentablemente lo busqué, era lo que más deseaba, no se me dio, y creo que ya está”, sentenció.
La Nación de Argentina destaca que en el hotel, al que arribaron cerca de las 12 de la noche, los jugadores cenaron y se dividieron en dos grupos: los que se volvieron a Buenos Aires y los que se quedaron. Messi fue uno de los últimos en salir del hotel. En el trayecto que unió la puerta con el bus que los llevaba al aeropuerto, alrededor de 20 hinchas que estaban esperándolo lo aplaudieron y algunos le gritaron que no se vaya de la selección. Uno de los jugadores que más habló sobre la decisión del rosarino fue Sergio Romero. “Creo que habló en caliente, porque se nos escapó una linda posibilidad. No imagino una selección sin Messi, calculo que reflexionará”, dijo el guardameta.
Messi ha perdido con Argentina las finales de tres ediciones de la Copa América (2007, 2015 y 2016) y una del Mundial (2014). Y pese a ser el máximo goleador histórico (55 goles), anoche dijo basta. La jornada había comenzado con rumores de renuncia, pero de Gerardo Martino. Ni el más pesimista pensaba que Lionel Messi y la albiceleste tendrían su divorcio en Estados Unidos. A las 5:00 a.m. el avión de la selección partió a Buenos Aires. Se espera llegue a las 18.30 a la capital argentina. Un trayecto largo en el que se espera Messi reflexione. Nadie se merece este final.