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Justo cuando nadie en el fútbol italiano parecía poder competir con el todopoderoso Nápoles, apareció el Lazio de Maurizio Sarri, otrora entrenador del conjunto partenopeo, para aplacar la superioridad exhibida hasta ahora por los favoritos a levantar el ‘Scudetto’ con un planteamiento sólido que aprovechó un golazo de Matías Vecino para sacar la primera victoria de un visitante en el Maradona.
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En el mejor momento de este Nápoles, que dejó hace tiempo de ser una ilusión para convertirse en una realidad palpable, y a pocos días del enfrentamiento de Liga de Campeones ante el Eintratch de Frácfort para acceder a unos cuartos de final históricos, llegó Lazio para dar un golpe de realidad a un equipo que saltó al verde con toda la carne en el asador.
Y es que Spalletti ha sido hasta ahora claro en su discurso. A pesar de que el horizonte es bonito, todavía queda camino por hacer. No reservó a Osimhen, ni a Kvara. Ni a ninguno de los titulares. Pero el Lazio ya avisó en los primeros minutos con una ocasión clara de que no había viajado a la ciudad sureña a ser derrotado.
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Sabedor Sarri de cómo puede hacer daño este Nápoles, exigió a sus jugadores un esfuerzo en el carril central, con Luis Alberto y Milinkovic-Savic saltando muy alto a la presión, emparejados con Lobotka y Zielinski para evitar una salida fácil y con los dos centrales muy encima de Osimhen, que no pudo hacer mucho ante la intensa marca.
Kvaratskhelia no estuvo muy acertado por el carril zurdo, también muy vigilado, y esto acabó casi con la totalidad del peligro de un conjunto ‘azzurro’ que tuvo la posesión sin rentabilidad.
Conseguía el Lazio frenar al equipo más potente del campeonato, pero no era capaz de llegar tampoco con claridad. Hasta que Vecino se inventó una genialidad en forma de medio volea a bote pronto que se coló pegada al palo, potente, inalcanzable para Meret, generando la sorpresa en el Maradona, que por vez primera en la temporada veía a su equipo con posibilidades reales de perder el choque.
Intentó reaccionar Spalletti desde el banquillo y tiró de fondo de armario. Entraron Elmas, Politano, Simeone y Ndombele. La tuvo el líder de la Serie A en, cómo no, una conexión entre sus dos mejores jugadores. Centró Kvara, remató Osimhen al palo. Fue el único desliz de la defensa lazial, la única oportunidad clara de un Nápoles que nada pudo hacer para desarbolar el buen entramado defensivo de Sarri.
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Emergió entonces, en el momento en el que más se le necesitaba, la mejor versión de Luis Alberto en la medular visitante para apagar los fuegos que intentó crear el Nápoles recibiendo con valor en zonas peligrosas, sin rifar la posesión y dando calma a sus compañeros en unos minutos finales en los que Milinkovic-Savic a punto estuvo de poner el 0-2 con un lanzamiento de falta directo que se topó con la escuadra.
Lo consiguió Lazio. Logró lo que hasta ahora nadie había conseguido. Vencer al invencible. En su casa. El premio es dormir en segunda posición, eso sí, a diecisiete puntos de un Nápoles que, aunque no sea invencible, sigue siendo el dueño y señor de la Serie A.
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