Líbano, un país que se la juega por la esperanza
En medio de la invasión de Israel al sur del Líbano, El Espectador buscó a los futbolistas Samy Merheg y Jihad Ayoub para hablar no solo de este deporte, sino también para rescatar la belleza y diversidad que tiene un país tan resiliente.
Daniel Bello
Por estos días las portadas de todo el mundo tienen puestos sus ojos en Medio Oriente. El conflicto en la región tuvo una escalada a principios de este mes, cuando las tropas de Israel lanzaron una ofensiva militar en el Líbano. Decenas de civiles han muerto y más de un millón de personas han sido desplazadas desde el 1.° de octubre en ese país. En las semanas previas a la invasión, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) bombardearon el sur libanés con el objetivo de dar de baja a los líderes de Hezbolá, una agrupación política y militar de confesión chiíta que ha sido uno de sus mayores enemigos en las últimas décadas. Pese a las condenas de la comunidad internacional y los llamados a la paz, no parece que las hostilidades terminen pronto.
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Por estos días las portadas de todo el mundo tienen puestos sus ojos en Medio Oriente. El conflicto en la región tuvo una escalada a principios de este mes, cuando las tropas de Israel lanzaron una ofensiva militar en el Líbano. Decenas de civiles han muerto y más de un millón de personas han sido desplazadas desde el 1.° de octubre en ese país. En las semanas previas a la invasión, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) bombardearon el sur libanés con el objetivo de dar de baja a los líderes de Hezbolá, una agrupación política y militar de confesión chiíta que ha sido uno de sus mayores enemigos en las últimas décadas. Pese a las condenas de la comunidad internacional y los llamados a la paz, no parece que las hostilidades terminen pronto.
Millones de libaneses han quedado en el medio del conflicto, entre ellos cientos de colombo-libaneses que viven allá. La relación entre ese país y el nuestro es estrecha, pues a finales del siglo XIX y principios del XX llegaron a Colombia entre 10.000 y 30.000 de sus ciudadanos. La migración árabe también se dio en otros países de Sudamérica, como Brasil, Argentina y Venezuela.
El fútbol, como buen reflejo de lo que pasa en el mundo al ser un deporte tan masivo, también ha sido víctima de las circunstancias que hoy aquejan al pueblo libanés. El Espectador se puso en contacto con dos jugadores libaneses para hablar no solo del momento actual del país, sino también entender cómo ha sido su día a día y por qué, pese a las adversidades, creen que es posible un futuro próspero.
Futbolistas latino-libaneses
Nuestro artículo comienza con Samy Mehreg, un joven delantero de 17 años que nació en Pereira, hijo de un padre también risaraldense pero de raíces libanesas. A los tres años su familia se trasladó al Bishmizzine, cerca de Amiún, al norte del Líbano, donde pasó su infancia. En el colegio estudiaba en inglés y árabe, mientras que en la casa se hablaba español.
“Cuando yo estaba en el Líbano me decían que qué bacano Colombia y siempre les hablaba bien del país”. Merheg creció en un hogar cristiano católico, comunidad que en Líbano corresponde al 25 % de la población. Recuerda que allá es muy frecuente que le hablen de Shakira, la colombiana de ascendencia libanesa más famosa del mundo, a quien ellos también ven con orgullo.
En el aspecto formativo, Samy primero jugó en equipos del país árabe, entre ellos una filial que tenía la Juventus allá. Jugó un torneo en Barcelona, organizado por la Fundación Marcet, y como quedaron encantados le ofrecieron una beca. Tras su paso por el fútbol juvenil de España, regresó al Eje Cafetero. Jugó con el equipo de Comfamiliar y la selección de Risaralda. Luego se fue a las inferiores de Rosario Central (Argentina), donde estuvo año y medio antes de regresar para vestir la camiseta del Deportivo Pereira, con el que este año debutó a nivel profesional con apenas 17 años.
Jihad Ayoub también creció con esa mezcla de culturas. Nació en la paradisiaca Isla Margarita, en Venezuela, hace 29 años. Se crio en una familia musulmana de confesión chiíta. Cuando era niño, el béisbol era de lejos el deporte más popular en su país natal, pero desde siempre le gustó el fútbol, un amor que su padre le heredó. Desde pequeño tuvo una gran admiración por los jugadores talentosos que se adueñaban de la mitad de la cancha, entre ellos Zinedine Zidane y Juan Román Riquelme. Por el primero se convirtió en un hincha apasionado del Real Madrid.
Pasó por el desaparecido Margarita FC en sus primeros años como jugador juvenil y también tuvo una breve etapa jugando a nivel sub-21 en Malta, país al que se fue durante unos meses para estudiar inglés. En 2017, cuando tenía 22 años, le llegó una oferta del Al Ahed libanés. Sin saberlo, sería el principio de su nueva vida en Medio Oriente. Allá ha estado desde entonces, salvo por un par de temporadas en la que jugó en Indonesia.
Pese a las distintas culturas en las que creció Ayoub, nunca sintió un choque fuerte en ese sentido. Cuando estaba en el colegio y tenía que ayunar por el mes del Ramadán, sus amigos, en tono de broma, lo molestaban. “Me preguntaban si no quería comer y me mostraban lo que tenían de lonchera. ‘¿Chamo, no quieres esto?’, me decían”, recuerda entre risas.
El fútbol de ‘Los Cedros’
Tras cuatro años en el fútbol libanés, Jihad fue citado por la selección en 2021 para las eliminatorias rumbo a Catar 2022. Desde entonces es uno de los habituales en las convocatorias de Los Cedros. Por estos días, en la última fecha FIFA, tenían agendados unos partidos amistosos en Vietnam. La Asociación Libanesa de Fútbol (LFA) les preguntó a los jugadores si querían ir y ellos tomaron la decisión de no asistir porque, dadas las circunstancias actuales, era mejor estar con sus familias.
Por el estado de su infraestructura, sumado a los problemas de orden público en el marco del conflicto en Medio Oriente, los libaneses no pudieron jugar las eliminatorias mundialistas en condición de locales y tuvieron que encarar compromisos en Catar o Emiratos Árabes, lo que les quitó esa ventaja deportiva de jugar en sus condiciones y con su público en las tribunas.
Pese a todo “el fútbol es el deporte número uno del país. Se vive mucho acá. No lo puedo comparar con Argentina, pero sí tiene algo parecido con las hinchadas de Sudamérica”, destaca el volante nacido en Venezuela. “El principal problema son las canchas, jugamos siempre en césped artificial. Para mí esa es la gran diferencia”.
Este deporte no escapa uno de los males que ha afectado al país desde 2019 como lo es la crisis económica. Al grueso de los futbolistas libaneses les alcanza con lo justo con sus salarios, mientras que los de selección y los extranjeros tienen algo más de estabilidad. “Es complicado porque todo se ve afectado, no solo en el ámbito deportivo, sino que tú lo ves en la gente, que cobraba un sueldo de US$1.000, pero después cobra US$200 y luego US$100. Yo he vivido en Venezuela, no es algo sorprendente para mí”. reconoce Jihad.
Ayoub y Merheg se conocieron previo a la fecha FIFA pasada, cuando el pereirano entrenó con la selección mayor. “Es bueno, fuerte y se mueve muy bien. Siento que tiene buen futuro”, destaca el volante sobre su joven compañero. Fue el primero de la selección mayor que lo acogió. Se entendieron muy bien y le presentó al resto del plantel. También hay otro latino en el radar de la selección, el mexicano Daniel Lajud, quien no domina el árabe.
Samy no ha tenido roce con el fútbol libanés de clubes, pero sí con el de selecciones. En 2022 jugó con la sub-16 y este año debutó con la selección sub-20. El montenegrino Miodrag Radulovic, técnico de la selección mayor, lo citó para entrenar con los más grandes y lo tiene en el radar para próximas fechas FIFA. “Entrené poco con ellos, pero el profe me expresó que estaba contento de haberme visto y que me ve como una alternativa. Me ve como uno más”.
A Samy su buen conocimiento del idioma le ha permitido adaptarse fácilmente al grupo, pues, a diferencia de otros jugadores que son hijos de una segunda o tercera generación de migrantes libaneses, este aspecto no fue un obstáculo. Por la diáspora también hay futbolistas de Los Cedros que nacieron en países como México, Alemania, Reino Unido, Suecia y Sierra Leona. Entre todos le apuntan a consolidar un grupo fuerte para encarar los próximos desafíos.
El país árabe más diverso
Jihad destaca que su actual hogar “tiene de todo. Puedes estar nadando y pasar el verano divino y en invierno puedes hacer esquí, a 45 minutos de la playa”. Beirut, la capital, era conocida como la Suiza del Medio Oriente por su estabilidad económica y cultura cosmopolita, pero ese título se perdió con los años a consecuencia de guerras civiles e inestabilidad política. También ha sido considerada como la capital intelectual del mundo árabe y hogar de las mejores fiestas de la región. “El libanés es muy amigable, muy social. A pesar de la crisis bajó un poquito el turismo”.
Esta nación es diversa. En ella conviven además de los cristianos, que son cerca de la cuarta parte, los musulmanes chiítas (32,2 %), los musulmanes sunitas (31,2 %) y los drusos (5,5 %). “El Líbano es el país más liberal de Medio Oriente, el más diverso. Todos son amigos de todos, no existe eso que te quieren vender por fuera, esa división. Hay radicales de cada sector, sí, pero son una minoría”, subraya Ayoub.
La selección sirve como ejemplo de que cristianos, sunitas, chiítas y drusos pueden trabajar juntos por un mismo objetivo. “Siento que nosotros, representando al Líbano, vamos a darles una gran mano a los ciudadanos, de que nos vean y se sientan orgullosos. Sé que el fútbol puede ser, no tanto, un distractor, sino un símbolo de unión”, agrega Mehreg, quien sueña con llevar a su selección al primer mundial de su historia. El árbol que ambos portan en el escudo de la selección nacional es el mismo de la bandera. Se trata de un cedro, que al igual que su pueblo, está firme ante cualquier clima y tempestad.
Los días más críticos
Desde que arrancó la invasión la liga libanesa está en pausa. El futuro inmediato de Jihad es incierto y ha evaluado opciones en el extranjero, pero mientras los directivos del fútbol libanés toman una decisión sobre el campeonato, él y su club, el Safa Beirut, todavía no saben cómo proceder. No descarta regresar al fútbol venezolano. Si eso se da, lo ideal sería jugar para el Deportivo Táchira, su equipo favorito.
Beirut también se ha visto afectado por la invasión israelí. Jihad vive en la ciudad pero en una zona que no ha sido tocada por la ofensiva del FDI. “La parte sur la han destrozado y sin motivo. Es lo mismo que pasa en Gaza”. Trata de mantenerse ocupado con el gimnasio y el fútbol para no pensar mucho en lo que está sucediendo.
“Hay que mantener la mente positiva. Ahorita estamos pasando una situación complicada, la verdad, mucha gente desplazada. Puedes decir que todo el sur está desplazado. Esperemos que todo esto termine pronto y que haya prosperidad en el país”, comenta Ayoub, quien se ha sorprendido por la resiliencia de sus compatriotas. “Es sorprendente la fe. Veo personas que pierden a un familiar o les destrozan la casa y tienen motivos para estar molestos y dicen que todo va a estar bien. Es lo que más me impresiona”.
Mehreg ha tenido que vivir todo desde la distancia “Es un momento muy difícil. Cuando llegué vi gente desanimada, pero el ciudadano libanés es una persona muy guerrera y echada para adelante. Desde acá no se puede hacer mucho. Tenemos a unos cercanos allá, que tuvieron que desalojar y salir del país, entonces por ese lado es triste”. Desde Pereira les manda fuerza a sus compatriotas. “Han salido de peores y van a salir de esta”.
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