Liverpool vs. Real Madrid: la llama y los desiertos de Jürgen Klopp
Primer partido de la llave de octavos en la Champions entre los dos finalistas del año pasado, que pasan por una temporada de dudas y transición. En especial, los ingleses, en crisis y lejos del brillo de años anteriores.
Fernando Camilo Garzón
Hace un año, casi exacto, Liverpool era el mejor equipo del mundo. Su cúspide, en la temporada 2021/2022, coincidió con el inicio de los octavos de final de la última Champions League, fase en la que se deshizo de Inter de Milán y logró un funcionamiento perfecto: agresivo, vertical, fluido y con variantes en todo el frente de ataque. Era un equipo intenso, que sometía desde lo físico y sacaba provecho de todas sus posibilidades ofensivas.
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Hace un año, casi exacto, Liverpool era el mejor equipo del mundo. Su cúspide, en la temporada 2021/2022, coincidió con el inicio de los octavos de final de la última Champions League, fase en la que se deshizo de Inter de Milán y logró un funcionamiento perfecto: agresivo, vertical, fluido y con variantes en todo el frente de ataque. Era un equipo intenso, que sometía desde lo físico y sacaba provecho de todas sus posibilidades ofensivas.
Ese momento del equipo de Jürgen Klopp, analizaban en Inglaterra, también coincidió con la llegada de Luis Díaz. Y no porque el de La Guajira fuera el eje central de los Reds, apenas se estaba aclimatando, sino porque le dio una bocanada de aire fresco a una estructura que ya empezaba a verse estancada con en el tiempo.
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Los problemas empezaban a notarse, más allá de la intensidad. El vértigo de Klopp no siempre era suficiente para someter al rival y a veces, incluso en medio de tanta abundancia, sufría para imponerse. El ritmo descomunal que año tras año había defendido comenzaba a desgastarse.
Era difícil verlo, pues el equipo competía mano a mano en todo. En un momento se habló de un póker inédito en Inglaterra (Premier, Champions y las dos copas nacionales). No obstante, en la carrera por todos los títulos, al final solo ganaron dos, los menos importantes: la copa FA y la EFL. El equipo, tan frenético y revolucionado, se quedó sin gasolina para el final de la temporada y no pudo ni con Manchester City en la Liga, ni con Real Madrid en Europa.
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Sin embargo, de todo eso ya pasó un año. Hoy, Liverpool vuelve a jugar con los merengues, pero en los octavos de final, después de quedar segundo en la fase de grupos en la Liga de Campeones y rozar la eliminación. Es otra realidad. Las sospechas que generaba el equipo en varios tramos de la última temporada se confirmaron en esta y, después de seis meses de muchas dudas, rendimientos irregulares y semanas de crisis, el equipo de Klopp llega al duelo contra el Madrid con la única opción de ganar para salvar una temporada que tiene tintes de desastre.
Real Madrid, campeón vigente del torneo, tampoco llega en su mejor momento. Como el cuadro del entrenador alemán, el equipo que dirige Carlo Ancelotti también ha sufrido a lo largo del año con picos irregulares de rendimiento. Sometidos, hasta ahora, por Barcelona en LaLiga, perdiendo incluso contra los catalanes la Supercopa española y, sobre todo, con una baja de rendimiento en su núcleo, el medio campo, el cuadro blanco de Chamartín está obligado, aunque siempre lo está, a pasar de ronda para alejar sus fantasmas.
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No es el mismo panorama, eso sí, más allá de las similitudes, del desgaste y de la falta de recambio. En Anfield la situación esta temporada ha sido tan crítica, que los directivos han tenido que salir a respaldar a Klopp, señalado, sobre todo en versiones periodísticas, de haber cumplido su ciclo.
En Liverpool ya advertían la crisis desatada. Por eso, desde la temporada pasada, además de la llegada de Luis Díaz, el equipo de Klopp contrató a jugadores como Darwin Núñez, Fábio Carvalho o Arthur Melo. Sobre todo para suplir la salida de uno de sus estandartes: Sadio Mané.
No obstante, la planificación de Klopp y su equipo técnico no tenía previstas las lesiones de sus piezas claves. Y ante las bajas de fichas como Díaz (ausente desde el inicio de la campaña) y Virgil van Dijk, entre otras, el equipo naufragó en sus propias aspiraciones. El alemán, claramente diezmado en su estructura, nunca le encontró la vuelta al sistema. Y el vértigo que lo llevó a la cima en años anteriores se estancó en un equipo sin las armas y la paciencia para volver a cimentar la estructura del famoso “Heavy Metal” de Jürgen Klopp. La llama de Liverpool se fue apagando y su entrenador, confundido, nunca pudo explicar qué le sucedió a su equipo para sufrir tan dramática caída.
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Atinó a decir, en varias ocasiones, que para Liverpool era imposible competir económicamente con otros clubes. Que mientras los demás en Inglaterra se reforzaban, ellos se habían quedado quietos. Explicación tan insuficiente como imprecisa, pues desde la llegada de Díaz, en enero de 2022, los Reds se gastaron más de 184 millones de euros en fichajes y 122 fueron en las contrataciones de dos delanteros: Darwin Núñez (80 millones) y Cody Gakpo (42 millones).
¿Falló, más bien, la planificación? En 2022, ese año de su cima futbolística, se destacó mucho de Liverpool su trabajo de la mano con la lectura de algoritmos. Estaban a la vanguardia. Klopp y su staff trabajan cada aspecto de su equipo a través de la minuciosa recolección de datos. Lo miden todo, desde los kilómetros de recorrido de un futbolista hasta la toma de sus decisiones en el campo. Por eso, se dice, que Luis Díaz llegó tan bien al equipo, porque era un sujeto analizado al extremo para calzar a la perfección en la estructura vertiginosa de Klopp. Bajo ese paradigma, ¿qué paso con los nuevos fichajes? El camino más sencillo es entender que no todo puede ser medido. Y que el fútbol es jugado por humanos, es decir, seres con ideas. Y las ideas se desgastan. Los modelos de pensamiento, con el tiempo, necesitan revoluciones. Ese ha sido el principal desierto de Klopp a lo largo de su carrera, la dificultad de renovar el espíritu de su idea después de años de triunfos y dominio absoluto.
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Le pasó en el otro grande que tuvo bajo su mando: Dortmund. Después de años de estar en lo más alto, de ganarle en Alemania al gran Bayern Múnich, de pelear incluso la Champions, el modelo de Klopp en el Borussia llegó a un desgaste natural. Pero la caída fue estrepitosa y el cuadro de la muralla amarilla rozó el descenso. Fue durísimo para el estratega, que salió por la puerta de atrás del cuadro que llevó a la grandeza.
Ahora, en Liverpool, Jürgen Klopp quiere mantener la llama prendida. No quiere terminar su camino como lo terminó en Dortmund, pero primero tendrá que pasar por el largo desierto que ha significado esta temporada, tendrá que aliviar el alma de un equipo quebrantado. Real Madrid puede ser un buen aliciente para lograrlo. El oasis en medio de la aridez, la bonanza en medio de la escasez. El puntapié que necesita Liverpool para volver a ser el mejor equipo del mundo.
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