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Hace unos días, desayunando, sentados en la mesa de la cocina, Ulla Sandrock, esposa de Jürgen Klopp, soltó lo que estaba pensando: “¿Realmente dejaremos a estas personas en 2024? No puedo creerlo”.
Esa fue la conversación que derivó en la renovación, por dos años más, hasta 2026, del entrenador alemán con el Liverpool, por lo que completará más de una década en el club que ha llevado a lo más alto del mundo. Algo, tras siete largos años, le ha estimulado sus ganas de quedarse. Su equipo se ha revitalizado y ha ganado más registros en su forma de jugar. ¿Son el mejor equipo del mundo? Para muchos sí, para otros es el Manchester City. Dos planteles que son obra de sus entrenadores.
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Guardiola entiende el fútbol con la posesión de balón, pases cortos, presionar y encontrar el hombre libre mientras sus jugadores esperan la pelota en posiciones fijas. Klopp, por su parte, juega a un fútbol más vertical, con menos paciencia y más libertad para moverse en ataque por parte de sus futbolistas. El combustible en la ofensiva la dan sus dos laterales: Trent Alexander Arnold y Andrew Robertson. Son los dueños de la amplitud por las bandas, aunque Trent, con su alma creativa, suele centralizar su juego y asumir la carga de generación de su equipo.
Una carga que se la ha repartido esta campaña con Thiago Alcántara, el mejor futbolista del Liverpool en este segundo tramo de la temporada. En esa misión de hacerse más impredecibles, pues la forma de jugar del equipo ya es una marca registrada, el español le dio un poco de pausa al juego de su equipo en el mediocampo. Solo un poco.
La mitad de cancha antes era un lugar de paso o hasta se saltaban esa estación. Con Thiago, como jefe de todo, el Liverpool lo ha aprovechado para que con sus virtudes se apropie del juego y encuentre espacios con sus pases entre líneas y envíos largos. Además, sus controles orientados son su mejor firma. Es el hombre que marca el ritmo con el que ataca el Liverpool, un equipo que no para de morder y ha encontrado en la contrapresión la mejor forma para asfixiar a sus rivales.
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A diferencia del Manchester City, las columnas del Liverpool no se han levantado a punta de inversiones millonarias. Sus fichajes, en jugadores que aún no eran de clase mundial, son ejemplares en la élite del fútbol. A esta campaña llegaron Luis Díaz y Konaté, ambos claves, por 85 millones de euros entre los dos. ¿La pasada? Llegaron Diogo Jota y Allison. En la de 2019 trajo a Harvey Elliott, una de las grandes promesas del equipo, y Takumi Minamino. En la de 2018 aterrizaron dos futbolistas capitales: Allison y Fabinho. Y en 2017 se forjó todo con la llegada de Van Dijk, Salah y Robertson.
El del Liverpool es un proceso que se ha consolidado y revitalizado año tras año, sin fichajes escandalosos, pero de un entrenador que ha logrado elaborar los planos del equipo con mayor fuego del mundo.