Lo que hay en juego en las elecciones de Boca: Riquelme vs. Macri
Más allá del fútbol, la campaña en el cuadro xeneize toca hilos importantes en la política nacional. ¿Cómo nació la rivalidad de los dos sectores que buscan la presidencia?
Primero, una imagen: Lionel Messi celebrando contra Países Bajos un gol en plena Copa del Mundo de Catar. Esa noche se plantó frente a Louis van Gaal. Lo miró directo a los ojos y le hizo, con las dos manos bien abiertas atrás de las orejas, el “Topo Gigio”. Imitaba a su amigo, uno de sus héroes, Juan Román Riquelme, quien en otra noche, pero de 2001, jugando contra River Plate en la Bombonera, se plantó en plena cancha de la Boca con el mismo gesto, pero observando directo al palco. El mundo entero vio el cruce de miradas. El gol dedicado a Mauricio Macri, presidente en ese entonces del club xeneize.
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Primero, una imagen: Lionel Messi celebrando contra Países Bajos un gol en plena Copa del Mundo de Catar. Esa noche se plantó frente a Louis van Gaal. Lo miró directo a los ojos y le hizo, con las dos manos bien abiertas atrás de las orejas, el “Topo Gigio”. Imitaba a su amigo, uno de sus héroes, Juan Román Riquelme, quien en otra noche, pero de 2001, jugando contra River Plate en la Bombonera, se plantó en plena cancha de la Boca con el mismo gesto, pero observando directo al palco. El mundo entero vio el cruce de miradas. El gol dedicado a Mauricio Macri, presidente en ese entonces del club xeneize.
Riquelme se burló de las especulaciones. “El festejo es para mi hija, le encanta el Topo Gigio”, dijo cuando le preguntaron después del partido. Sin embargo, la foto, tal vez hoy más que nunca, habló por sí sola.
La relación entre el 10, el máximo ídolo de Boca Juniors, y el dirigente nunca fue sencilla. Por aquel entonces, en 2001, la rencilla estalló por la renovación del crack, su posible salida a Europa y un contrato que el futbolista —consagrado a esa altura por ser campeón del mundo derrocando a Real Madrid— no consideraba acorde al talento que había demostrado en la cancha. Con los años, no obstante, sus diferencias aumentaron. Tomaron otro tinte, el político, la carrera a la presidencia del club que los enfrentará este domingo.
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Juan Román Riquelme, por un lado, representa al oficialismo. Tras cuatro años como segundo al mando, esta vez el exjugador va por el máximo cargo. Mauricio Macri, por su lado, se postula para el cargo de “vice” desde la oposición. El candidato en realidad es Andrés Ibarra, quien fue, entre otros cargos, ministro de Modernización, vicejefe de gabinete de ministros y secretario de gobierno de modernización durante el gobierno de Macri en sus cuatro años como presidente de la República de Argentina.
Detrás del “títere” en Buenos Aires señalan que las intenciones del expresidente tienen una visión muchísimo más ambiciosa. Ya en el pasado, Mauricio Macri usó a Boca Juniors como su principal plataforma para lanzarse a la política. Un movimiento que le dio, primero, la Alcaldía de la capital y, después, la jefatura del Estado.
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En las últimas semanas, el expresidente lo ha negado tajantemente, alegando una posición en la que nunca pensó estar. “Nunca soñé volver a la conducción del club (…) pero no puedo abandonar a Boca a la arbitrariedad, al autoritarismo y la prepotencia. Por ese camino, nuestro querido Boca no tiene futuro”.
Con las elecciones a cuestas, las viejas tensiones entre el expresidente y el máximo ídolo volvieron a aflorar. Juan Román Riquelme, lanza en ristre contra la otra bancada, acusó en los días recientes a Macri de querer usar al club para sus réditos políticos y económicos. Intereses personales cuestionados de tiempo atrás y que son la gran sombra de la gestión del empresario en el cuadro bostero.
Sombras y resultados
En su período como máximo dirigente, Macri consiguió seis ligas locales, cuatro Libertadores, dos Copas Sudamericanas, dos Recopas Suramericanas y dos Copas Intercontinentales. Ante tremendo éxito deportivo, inédito en América, la popularidad de empresario se alzó por las nubes. Tanto que los numerosos cuestionamientos a su gestión, a día de hoy, siguen pasando inadvertidos.
Uno de ellos era la relación con la plantilla. Mauricio Macri no solo tuvo problemas con Riquelme. En su momento, el presidente rivalizó públicamente con figuras de la institución como Diego Armando Maradona o Carlos Bianchi. Y los inconvenientes, generalmente, venían por el lado de los negocios del dirigente. Uno, por ejemplo, lo señala en las negociaciones de las transferencias. Jorge el Patrón Bermúdez, actualmente en el ala política de Riquelme, denunció hace unos años que su llegada a Barcelona se frustró porque la dirigencia de Macri le habría pedido comisión a los catalanes para el traspaso.
Los negocios del expresidente en Boca Juniors han sido, de hecho, fuente de varias investigaciones. Uno de los casos más sonados, entre varios entramados, fue el del traspaso de Martín Palermo a Villarreal en 2001. Un fichaje tramitado a través del FCI, un Fondo Común de Inversión, que se ideó Macri en el inicio de su mandato para que el club tuviera los fondos suficientes para comprar y vender jugadores. Las denuncias a este negocio indicaban que al hacer el desembolso del dinero, ese presupuesto se quedaba en el fondo de inversión, sueño del 50 % del pase, y no llega directamente al club. Una especie de club paralelo que derivó en la posterior crisis económica de la institución una vez Macri dejó su cargo para asumir la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 2007. Hubo una frase que los contradictores del dirigente lo acusaban de haber dicho por aquel entonces: “Boca no importa, lo que importa es la política”. Sin embargo, más allá de las sombras, no todas reveladas, de la gestión de Macri, su período como presidente fue respaldado por los resultados.
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Juan Román Riquelme, la contracara en las actuales elecciones, ha atacado públicamente al exdirigente, acusándolo de haber usado al equipo para su beneficio personal. Ataques que Macri ha respondido señalando el momento actual de crisis deportiva en la institución argentina. Derrotados en la final de la Copa Libertadores y por fuera de la edición del próximo año, la ausencia de títulos continentales es el mayor peso en contra de la gestión del exjugador, a cargo del consejo de fútbol junto a otras leyendas del club como el Patrón Bermúdez.
El apoyo de Boca a Riquelme es muy grande. Las encuestas indican que el ídolo sería el vencedor el domingo. No es una victoria fija ni mucho menos. El aparto político de la otra facción es potente. Y las aspiraciones no son menores, pues en una campaña, sobre todo marcada por la situación deportiva del equipo y las dudas sobre la construcción de la nueva Bombonera, hay más cosas en juego, como las aspiraciones de uno de los actores políticos más importantes de Argentina. Allá, donde el fútbol es mucho más que un espectáculo, las elecciones de Boca también influyen en un panorama que está bastante enardecido.
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