Los días felices de Mario Alberto Kempes en Rosario Central
El campeón del mundo con Argentina en 1978 es el máximo anotador en la historia del club “canalla”, con el que selló su vinculación el 5 de febrero de 1974.
Sebastián Arenas - @SebasArenas10
Mario Alberto Kempes no solo supo engañar en el área con amagues a los arqueros y gambetas a los defensores. También lo hizo con palabras para asegurarse un cupo en Instituto de Córdoba, club al que llegó a probarse a los 17 años gracias a los contactos que tenía el dueño de la carpintería en la que trabajaba. “Me llamó Carlos Aguilera de Bell Ville”, mintió el joven talentoso para que el entrenador que le realizó la prueba no le quitara la oportunidad, pues sabía que desconfiaba de los que llegaban recomendados.
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“¿Usted no conoce a un tal Kempes que vive allí y dicen que es muy bueno? Piden una locura y creen que es un fenómeno”, preguntó el DT. “No lo conozco”, respondió el convencido goleador, quien hizo la prueba, anotó dos goles en 15 minutos y fue contratado, con la condición de su padre de terminar el colegio y continuar viviendo en su natal Bell Ville. Así lo hizo el hombre que debutó en primera división en un partido contra Newell’s Old Boys, el clásico rival del que se convertiría en uno de los amores de su vida: Rosario Central.
Y es que Kempes llegó al conjunto canalla (campeón del Nacional 1973) en 1974, después de demostrar su capacidad goleadora en Instituto, donde jugó al lado de Osvaldo Ardiles, y de formar una amistad con Aldo Pedro Poy en la selección de Argentina que disputó el Mundial de Alemania en ese mismo año. Con Carlos Timoteo Griguol como estratega, El Matador comenzó a desempeñarse como puntero izquierdo. Después de debutar con la camiseta de rayas azules y amarillas en un duelo ante Gimnasia y Esgrima de La Plata, Kempes se colmó de confianza.
Atlanta fue la primera víctima de los goles del atacante cordobés, que fue el máximo anotador en el Nacional 1974, en el que Rosario Central fue segundo, detrás de San Lorenzo de Almagro. En la Copa Libertadores del año siguiente, Kempes exigió las gargantas de los hinchas auriazules con los goles marcados a Newell’s. Rosario Central llegó hasta la fase semifinal de aquel torneo continental de 1975, pero Independiente fue el que clasificó a la ronda definitiva, en la que defendió el título tras vencer a Unión Española, de Chile.
(La sabiduría de Alfredo Di Stéfano)
En el Metropolitano del 75, Kempes, una vez más, fue el goleador de Central. Solo fue superado por Carlos Morete, de River Plate, que fue el campeón, y por Héctor Scotta, de San Lorenzo. En el Nacional volvió a ser la mayor carta de gol de su club, quedando por detrás de Juan José Irigoyen, jugador que después vistió la camiseta de Millonarios, y de Scotta. El Matador se despidió de Rosario Central como el máximo anotador del Metropolitano de 1976, último certamen que disputó antes de partir al Valencia español.
Luego de triunfar en el balompié ibérico, de pasar por River, el fútbol austriaco, chileno y de Indonesia, el delantero, que fue la figura de Argentina en el título Mundial de 1978, se retiró. Acabó una carrera que comenzó en Instituto y que tuvo sus días felices en Rosario Central, el club del que es el máximo goleador histórico (97) y con el que selló su vinculación el 5 de febrero de 1974. Hace exactamente 47 años se comenzaba a tejer la gloria de Kempes con el equipo del Gigante de Arroyito.
Mario Alberto Kempes no solo supo engañar en el área con amagues a los arqueros y gambetas a los defensores. También lo hizo con palabras para asegurarse un cupo en Instituto de Córdoba, club al que llegó a probarse a los 17 años gracias a los contactos que tenía el dueño de la carpintería en la que trabajaba. “Me llamó Carlos Aguilera de Bell Ville”, mintió el joven talentoso para que el entrenador que le realizó la prueba no le quitara la oportunidad, pues sabía que desconfiaba de los que llegaban recomendados.
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“¿Usted no conoce a un tal Kempes que vive allí y dicen que es muy bueno? Piden una locura y creen que es un fenómeno”, preguntó el DT. “No lo conozco”, respondió el convencido goleador, quien hizo la prueba, anotó dos goles en 15 minutos y fue contratado, con la condición de su padre de terminar el colegio y continuar viviendo en su natal Bell Ville. Así lo hizo el hombre que debutó en primera división en un partido contra Newell’s Old Boys, el clásico rival del que se convertiría en uno de los amores de su vida: Rosario Central.
Y es que Kempes llegó al conjunto canalla (campeón del Nacional 1973) en 1974, después de demostrar su capacidad goleadora en Instituto, donde jugó al lado de Osvaldo Ardiles, y de formar una amistad con Aldo Pedro Poy en la selección de Argentina que disputó el Mundial de Alemania en ese mismo año. Con Carlos Timoteo Griguol como estratega, El Matador comenzó a desempeñarse como puntero izquierdo. Después de debutar con la camiseta de rayas azules y amarillas en un duelo ante Gimnasia y Esgrima de La Plata, Kempes se colmó de confianza.
Atlanta fue la primera víctima de los goles del atacante cordobés, que fue el máximo anotador en el Nacional 1974, en el que Rosario Central fue segundo, detrás de San Lorenzo de Almagro. En la Copa Libertadores del año siguiente, Kempes exigió las gargantas de los hinchas auriazules con los goles marcados a Newell’s. Rosario Central llegó hasta la fase semifinal de aquel torneo continental de 1975, pero Independiente fue el que clasificó a la ronda definitiva, en la que defendió el título tras vencer a Unión Española, de Chile.
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Luego de triunfar en el balompié ibérico, de pasar por River, el fútbol austriaco, chileno y de Indonesia, el delantero, que fue la figura de Argentina en el título Mundial de 1978, se retiró. Acabó una carrera que comenzó en Instituto y que tuvo sus días felices en Rosario Central, el club del que es el máximo goleador histórico (97) y con el que selló su vinculación el 5 de febrero de 1974. Hace exactamente 47 años se comenzaba a tejer la gloria de Kempes con el equipo del Gigante de Arroyito.