Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La selección colombiana sub-20 estaba preparándose para el Mundial de la categoría que se jugaría en nuestro país. Los futbolistas llevaban varios días concentrados en Cali, en un microciclo de trabajo. Serían dos semanas de entrenamientos a doble jornada. Duván Zapata, que ya había debutado con el América, era una de las variantes ofensivas del técnico Eduardo Lara. Por esos días, su mamá, Elsa Celis Banguero, estaba de viaje en Santiago de Chile, visitando a unos familiares, pero de repente comenzó a sentir unos fuertes dolores abdominales. Fue al médico, le dieron unos analgésicos, pero el tiempo pasó y no sintió mejoría, así que adelantó su regreso a Colombia.
Cuando llegó a Cali el dolor era insoportable. Del aeropuerto fue al Seguro Social para que la atendieran, pero no le pusieron mucha atención y solo le dieron acetaminofén. Fueron tres días yendo y viniendo de la casa al hospital, hasta que le detectaron una pancreatitis aguda. “Nuestras EPS fallan. Si uno no tiene prepagada no hay nada que hacer”, asegura Luis Óliver Zapata, el papá de Duván, en diálogo con El Espectador.
Intentaron darle manejo a la situación, pero se demoraron mucho en operar. Ella no podía comer y estaba muy débil al momento de la cirugía. Mientras su hijo estaba en el último día del microciclo de trabajo, ella murió de un paro cardiorrespiratorio.
Aunque estaba encerrado en un hotel y solo salía a entrenar, Duván estuvo muy pendiente de su mamá. Día a día llamaba para preguntar cómo iba y no veía la hora de terminar la concentración con la selección juvenil para ir a verla. Claro que ella se fue de repente, sin avisarle, sin verlo triunfar, y eso es algo que todavía le duele. “Mi esposa es la responsable de todos los logros de Duván. Estuvo siempre a su lado en todo su proceso de formación, y que ella no haya podido disfrutar los logros de su hijo es duro para toda la familia”, dice Luis Óliver con la voz entrecortada.
El máximo logro deportivo de su hijo que pudo ver Elsa Celis fue cuando debutó como profesional. Tenía 16 años cuando el entrenador Diego Édison Umaña le dio la oportunidad, gracias a la norma que había en ese entonces de alinear a un jugador sub-20. “Primero le dio 10 minutos, después 20 y hubo momentos en los que lo dejaban casi 30”, recuerda el orgulloso padre del hoy goleador del Atalanta de Italia.
Luego del Mundial Sub-20, en el que marcó un gol en la derrota 3-1 ante México, en los cuartos de final, Duván pasó a jugar a Estudiantes de La Plata, club en el que anotó 22 goles en 46 partidos. Desde el equipo pincharrata dio el salto a Europa: Napoli, Udinese y Sampdoria fueron los clubes por los que pasó y en los que logró figurar. Sus buenas actuaciones y goles lo llevaron a cumplir su sueño de niño, el que construyó al lado de su madre.
El 23 de marzo de 2017 jugó contra Bolivia por primera vez con la selección de mayores, en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Pero el partido que le dio mayor relevancia en el equipo nacional fue el empate 1-1 con Perú, que le significó a Colombia la clasificación al Mundial de Rusia 2018. Ese día hizo dupla en el ataque junto a Radamel Falcao García. Pero cuando sus goles en Europa ponían su apellido entre los 23 que iban a estar en Rusia 2018, la vida lo volvió a golpear. No fue elegido por José Pékerman.
Meses después, el fútbol lo ha premiado. Con el Atalanta, un modesto equipo del norte de Italia, está viviendo la mejor etapa de su carrera. Es segundo en la tabla de goleadores de la serie A, igualado con Cristiano Ronaldo y superado por Fabio Quagliarella, por un gol (16). El caleño lleva 15 goles en 16 partidos, 18 en la temporada sumando todas las competiciones. Grandes equipos de Europa están detrás de él.
“En cada gol que hace, su celebración siempre es alzar los manos al cielo para agradecer a Dios y para recordar a su madre, quien lo vio crecer, pero no lo vio triunfar. Esa es una pregunta que siempre le haré al de arriba”, concluye con nostalgia Luis Óliver Zapata, el orgulloso padre del goleador.