Los tentáculos de Florentino Pérez
El dirigente, quien encabeza la creación de la Superliga en Europa, es el máximo accionista de ACS, una empresa de construcción que se ha expandido por América Latina.
Camilo Amaya - @CamiloGAmaya
El río Cahabón, caudaloso y de aguas cristalinas, se abre paso a su antojo por la sierra de Las Minas hasta unirse con el río Polochic, formando un solo afluente que por fin sucumbe en el lago Izabal, conocido como el golfo dulce Guatemala.
A diferencia de otros torrentes, el Cahabón, de manera caprichosa, no termina su recorrido en el océano Pacífico, sino en un lugar repleto de manglares e indómito. Sus selvas se mantienen intactas, así como su gente, la comunidad quekchí, indígenas que han vivido del agua y para el agua, y que hoy en día están sumidos en la pobreza y en el olvido de un gobierno que solo está preocupado en tener más hidroeléctricas, en ganar dinero y en hacer de la electricidad el negocio de todos con beneficios para unos pocos.
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Pero, ¿qué tiene que ver eso con Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid? Todo, pues uno de los hombres más poderosos del planeta fútbol también tiene dominio en temas ambientales con el Grupo ACS, una empresa española que presta servicios de construcción industrial en diferentes partes del mundo, especialmente en naciones en las que abundan los recursos naturales (es el dueño del 12,52 % de las acciones, además de ser la persona que toma las decisiones importantes).
La empresa Cobra, perteneciente a este emporio, está a cargo de la hidroeléctrica Renacer, proyecto que se realiza en la cuenca del Cahabón y que, según ONG guatemaltecas, tiene secuestrados 30 kilómetros del río. Todo esto lo justifica el gobierno, pasivo en temas de intervenciones extranjeras, con la generación de 305 megavatios, suficientes para satisfacer el 15 % de la demanda energética del país.
“Florentino vino hace dos años, en un viaje para promover las escuelas deportivas del Madrid en Guatemala, pero todo el mundo sabía que su intención era supervisar la evolución de las obras y los tiempos establecidos para no perder dinero y empezar a producir lo más pronto posible”, le dijo a El Espectador una fuente que le ha hecho seguimiento a esta situación, que prefiere no ser nombrada y que hizo parte de la iniciativa de recoger 25 mil firmas para detener todo, hacer estudios ambientales serios y de inclusión social para los quekchí, un grupo que hasta hace poco era el menos contaminado por la civilización occidental.
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De hecho, luego de las protestas, llegaron las promesas de agua potable, electricidad y escuelas para la población, pero lo que en su momento fue un pacto inquebrantable, con consentimiento de Pérez, quedó en un río seco, en una escuela devorada por la vegetación, con ventanas rotas y con pupitres herrumbrosos, en niños que todavía no saben leer y en un municipio (San Pedro Carchá) cada vez más mísero, cada vez más condenado al abandono.
“La única razón que da la ACS es que, al ser subcontratistas, la misión social no les compete y que eso es obligación del grupo guatemalteco Corporación Multi-Inversiones, pero es una figura jurídica para no dar la cara y hacerse los locos con el tema”, apunta la fuente, que a la vez asegura que en Guatemala no hay un marco de protección al uso del agua y por eso las multinacionales, como la de Pérez, manejan todo sin ser supervisados.
Los derechos humanos no forman parte del contrato y por eso Cobra (perteneciente al grupo ACS) siguió la construcción de cada una de las fases (tiene a cargo tres de las cinco programadas) sin tener en cuenta la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), sin mirar siquiera las consultas hechas por la gente que habita en la ribera del Cahabón, personas que a duras penas hablan el castellano, que viven en casas con piso de tierra y paredes a medio hacer, y que firman con su huella dactilar por el desconocimiento de un alfabeto que nunca han visto como suyo, así hayan tenido la intención de aprenderlo.
“Florentino y su gente se han lavado las manos con el agua del río, y lo han seguido haciendo sin que nadie diga nada. El hermetismo predominará siempre y cuando estén involucradas las élites del país y sus socios extranjeros”.
Sus intereses en Colombia
Para hablar de la relación entre Florentino Pérez y nuestro país hay que ir atrás, más exactamente a 1997, cuando el consorcio Comsa, conformado por la firma ACS y cuatro empresas colombianas, lograron la adjudicación de una megaobra que unía a Bogotá, Medellín y la Costa Atlántica. Una propuesta atractiva por ser la más económica y que terminó con un lío jurídico, con un anticipo de US$77 millones y la suspensión de las obras, con la búsqueda de una póliza inexistente y con un contrato que expiró.
No hubo respuestas y la reclamación pasó de administración en administración, hasta que en 2007 Álvaro Uribe Vélez logró recuperar algo a manera de indemnización. La experiencia de lo vivido y de lo incumplido no fue traba para que Pérez volviera en 2014 y se quedara, a través de su empresa satélite y de la modalidad de tercerizar todo, con un contrato de 700 millones de euros firmado con la Agencia Nacional de Infraestructura para la obra de la autopista Conexión Pacífico entre la capital antioqueña y Bolombolo, una doble calzada de 50 kilómetros, con 42 puentes y dos túneles diseñados para reducir el tiempo de recorrido en siete horas, si se tiene como destino final el puerto de Buenaventura, y con los derechos para explotar la vía durante 25 años.
Por eso, para muchos, la llegada de James Rodríguez a Real Madrid (el mismo año del negocio después del Mundial de Brasil) siempre tuvo un trasfondo más allá de lo deportivo, intenciones monetarias lejos de las canchas para un hombre que piensa en goles y títulos de la misma manera en la que concibe aumentar su riqueza a través de la construcción.
También se repitió con la contratación de Javier El Chicharito Hernández, que se dio antes de que Pérez se reuniera con Enrique Peña Nieto, presidente de México en ese entonces (2014), para mostrarle su interés en tener más participación con Dragados Offshore, filial de ACS y así seguir construyendo las instalaciones de Petróleos Mexicanos.
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Y ni hablar de Chile, país en el que puso sus ojos cuando decidió que Manuel Pellegrini fuera el DT de la casa blanca en 2009. Autopistas, la concesión del Aeropuerto de Santiago, entre otros proyectos, estuvieron bajo el manto de Abertis, compañía a través de la cual canalizaba su participación en proyectos viales y que puso a la venta. Sin embargo, este año dos emisarios de Florentino llegaron a la capital chilena para conocer las políticas de obras públicas del gobierno de Sebastián Piñera (en su segundo período como máximo mandatario). En otras palabras, para mirar nuevas oportunidades, para seguir creciendo y facturando.
El listado de su expansión, cual colonizador del siglo XVI, es largo, muy largo, pasando por China, Japón y Rusia, sin dejar de lado su natal España y otras naciones europeas en las que los dividendos son incalculables y en las que la marca del Real Madrid sigue siendo la llave con la que Florentino Pérez abre hasta el más duro mercado, aprovechando la imagen, el prestigio y el poder que ha logrado desde que llegó al fútbol.
En sus dos períodos al frente del club merengue (del 2000 al 2006 y de 2009 a la actualidad), ganó 23 títulos, entre ellos cinco Champions League y cuatro Mundiales de Clubes, y gestionó varios de los fichajes más importantes y costosos de la historia, como los de Ronaldo, Luis Figo, Zinedine Zidane, David Beckham, Kaká, Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y el propio James Rodríguez.
El hombre calculador, el que tiene bajo su mando al mejor equipo del mundo, con un valor estimado de US$5.000 millones, no tiene como mayor preocupación lo que pase con el fútbol europeo.
Lo que verdaderamente lo trasnocha es encontrar la manera de seguir creciendo para que su Grupo de Actividades de Construcción y Servicios sea de los más grandes del planeta.
Por: Camilo Amaya
En twitter: @CamiloGAmaya
*Texto publicado en noviembre de 2018
El río Cahabón, caudaloso y de aguas cristalinas, se abre paso a su antojo por la sierra de Las Minas hasta unirse con el río Polochic, formando un solo afluente que por fin sucumbe en el lago Izabal, conocido como el golfo dulce Guatemala.
A diferencia de otros torrentes, el Cahabón, de manera caprichosa, no termina su recorrido en el océano Pacífico, sino en un lugar repleto de manglares e indómito. Sus selvas se mantienen intactas, así como su gente, la comunidad quekchí, indígenas que han vivido del agua y para el agua, y que hoy en día están sumidos en la pobreza y en el olvido de un gobierno que solo está preocupado en tener más hidroeléctricas, en ganar dinero y en hacer de la electricidad el negocio de todos con beneficios para unos pocos.
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Pero, ¿qué tiene que ver eso con Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid? Todo, pues uno de los hombres más poderosos del planeta fútbol también tiene dominio en temas ambientales con el Grupo ACS, una empresa española que presta servicios de construcción industrial en diferentes partes del mundo, especialmente en naciones en las que abundan los recursos naturales (es el dueño del 12,52 % de las acciones, además de ser la persona que toma las decisiones importantes).
La empresa Cobra, perteneciente a este emporio, está a cargo de la hidroeléctrica Renacer, proyecto que se realiza en la cuenca del Cahabón y que, según ONG guatemaltecas, tiene secuestrados 30 kilómetros del río. Todo esto lo justifica el gobierno, pasivo en temas de intervenciones extranjeras, con la generación de 305 megavatios, suficientes para satisfacer el 15 % de la demanda energética del país.
“Florentino vino hace dos años, en un viaje para promover las escuelas deportivas del Madrid en Guatemala, pero todo el mundo sabía que su intención era supervisar la evolución de las obras y los tiempos establecidos para no perder dinero y empezar a producir lo más pronto posible”, le dijo a El Espectador una fuente que le ha hecho seguimiento a esta situación, que prefiere no ser nombrada y que hizo parte de la iniciativa de recoger 25 mil firmas para detener todo, hacer estudios ambientales serios y de inclusión social para los quekchí, un grupo que hasta hace poco era el menos contaminado por la civilización occidental.
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De hecho, luego de las protestas, llegaron las promesas de agua potable, electricidad y escuelas para la población, pero lo que en su momento fue un pacto inquebrantable, con consentimiento de Pérez, quedó en un río seco, en una escuela devorada por la vegetación, con ventanas rotas y con pupitres herrumbrosos, en niños que todavía no saben leer y en un municipio (San Pedro Carchá) cada vez más mísero, cada vez más condenado al abandono.
“La única razón que da la ACS es que, al ser subcontratistas, la misión social no les compete y que eso es obligación del grupo guatemalteco Corporación Multi-Inversiones, pero es una figura jurídica para no dar la cara y hacerse los locos con el tema”, apunta la fuente, que a la vez asegura que en Guatemala no hay un marco de protección al uso del agua y por eso las multinacionales, como la de Pérez, manejan todo sin ser supervisados.
Los derechos humanos no forman parte del contrato y por eso Cobra (perteneciente al grupo ACS) siguió la construcción de cada una de las fases (tiene a cargo tres de las cinco programadas) sin tener en cuenta la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), sin mirar siquiera las consultas hechas por la gente que habita en la ribera del Cahabón, personas que a duras penas hablan el castellano, que viven en casas con piso de tierra y paredes a medio hacer, y que firman con su huella dactilar por el desconocimiento de un alfabeto que nunca han visto como suyo, así hayan tenido la intención de aprenderlo.
“Florentino y su gente se han lavado las manos con el agua del río, y lo han seguido haciendo sin que nadie diga nada. El hermetismo predominará siempre y cuando estén involucradas las élites del país y sus socios extranjeros”.
Sus intereses en Colombia
Para hablar de la relación entre Florentino Pérez y nuestro país hay que ir atrás, más exactamente a 1997, cuando el consorcio Comsa, conformado por la firma ACS y cuatro empresas colombianas, lograron la adjudicación de una megaobra que unía a Bogotá, Medellín y la Costa Atlántica. Una propuesta atractiva por ser la más económica y que terminó con un lío jurídico, con un anticipo de US$77 millones y la suspensión de las obras, con la búsqueda de una póliza inexistente y con un contrato que expiró.
No hubo respuestas y la reclamación pasó de administración en administración, hasta que en 2007 Álvaro Uribe Vélez logró recuperar algo a manera de indemnización. La experiencia de lo vivido y de lo incumplido no fue traba para que Pérez volviera en 2014 y se quedara, a través de su empresa satélite y de la modalidad de tercerizar todo, con un contrato de 700 millones de euros firmado con la Agencia Nacional de Infraestructura para la obra de la autopista Conexión Pacífico entre la capital antioqueña y Bolombolo, una doble calzada de 50 kilómetros, con 42 puentes y dos túneles diseñados para reducir el tiempo de recorrido en siete horas, si se tiene como destino final el puerto de Buenaventura, y con los derechos para explotar la vía durante 25 años.
Por eso, para muchos, la llegada de James Rodríguez a Real Madrid (el mismo año del negocio después del Mundial de Brasil) siempre tuvo un trasfondo más allá de lo deportivo, intenciones monetarias lejos de las canchas para un hombre que piensa en goles y títulos de la misma manera en la que concibe aumentar su riqueza a través de la construcción.
También se repitió con la contratación de Javier El Chicharito Hernández, que se dio antes de que Pérez se reuniera con Enrique Peña Nieto, presidente de México en ese entonces (2014), para mostrarle su interés en tener más participación con Dragados Offshore, filial de ACS y así seguir construyendo las instalaciones de Petróleos Mexicanos.
Lea aquí: La Champions y su eterno romance con el Real Madrid
Y ni hablar de Chile, país en el que puso sus ojos cuando decidió que Manuel Pellegrini fuera el DT de la casa blanca en 2009. Autopistas, la concesión del Aeropuerto de Santiago, entre otros proyectos, estuvieron bajo el manto de Abertis, compañía a través de la cual canalizaba su participación en proyectos viales y que puso a la venta. Sin embargo, este año dos emisarios de Florentino llegaron a la capital chilena para conocer las políticas de obras públicas del gobierno de Sebastián Piñera (en su segundo período como máximo mandatario). En otras palabras, para mirar nuevas oportunidades, para seguir creciendo y facturando.
El listado de su expansión, cual colonizador del siglo XVI, es largo, muy largo, pasando por China, Japón y Rusia, sin dejar de lado su natal España y otras naciones europeas en las que los dividendos son incalculables y en las que la marca del Real Madrid sigue siendo la llave con la que Florentino Pérez abre hasta el más duro mercado, aprovechando la imagen, el prestigio y el poder que ha logrado desde que llegó al fútbol.
En sus dos períodos al frente del club merengue (del 2000 al 2006 y de 2009 a la actualidad), ganó 23 títulos, entre ellos cinco Champions League y cuatro Mundiales de Clubes, y gestionó varios de los fichajes más importantes y costosos de la historia, como los de Ronaldo, Luis Figo, Zinedine Zidane, David Beckham, Kaká, Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y el propio James Rodríguez.
El hombre calculador, el que tiene bajo su mando al mejor equipo del mundo, con un valor estimado de US$5.000 millones, no tiene como mayor preocupación lo que pase con el fútbol europeo.
Lo que verdaderamente lo trasnocha es encontrar la manera de seguir creciendo para que su Grupo de Actividades de Construcción y Servicios sea de los más grandes del planeta.
Por: Camilo Amaya
En twitter: @CamiloGAmaya
*Texto publicado en noviembre de 2018