Maracanazo en la Copa Libertadores: Peñarol le ganó a Flamengo en Río de Janeiro
El equipo charrúa dio la sorpresa y podrá asegurar en casa un cupo en las semifinales del torneo continental.
EFE
Peñarol sorprendió este jueves con una trabajada y sufrida victoria 1-0 ante Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, donde el portero uruguayo Washington Aguerre estuvo sobresaliente para desespero del equipo carioca, en la ida de cuartos de final de la Copa Libertadores.
En una competición dominada por clubes brasileños, el conjunto aurinegro rescató el orgullo uruguayo en uno de los grandes templos del fútbol mundial.
Javier Cabrera puso su firma en el gol de Peñarol en el minuto 13, pero el héroe fue Aguerre, un muro infranqueable para los dirigidos por el exseleccionador brasileño Tite, hoy nada inspirados.
En el Flamengo, que solo mostró su poderío en la recta final del encuentro, hubo un villano: Erick Pulgar. Impreciso, el volante chileno originó la jugada del tanto visitante.
A Peñarol se le puso de cara el partido y la eliminatoria muy temprano. Salió con la lección mejor aprendida que el Flamengo y se adelantó en una de sus primeras llegadas. Cabrera apareció solo dentro del área para rematar, de forma muy poco ortodoxa, una buena dejada de Maxi Silveira, tras un centro bombeado de Jaime Báez.
Fue una transición rápida montada a partir de un fallo de Pulgar, que minutos antes había errado otro pase que posibilitó un tiro de larga distancia de Damián García.
La reacción de los brasileños fue intermitente. Les costó engrasar la maquinaria. El ecuatoriano Gonzalo Plata se topó con la madera tras un cabezazo en plancha. Y después el 'Fla' se perdió.
Cometió el error de estrechar el campo. Todos iban por dentro: De la Cruz, De Arrascaeta, Gerson... Tite hablaba con su hijo y auxiliar técnico en busca de soluciones porque el juego no fluía.
Peñarol, muy cómodo y sin prisa, se acercaba poco al área rival, pero siempre con peligro. Báez, Silvera y Cabrera salían de la cueva como flechas.
Peñarol acaricia la semifinal de la Copa Libertadores
El cuadro carioca solo se entonó en los últimos minutos de la primera mitad. Bruno Henrique se echó las manos a la cabeza cuando Aguerre desvío un testarazo suyo a quemarropa. El arquero también despejó un tiro envenenado de De Arrascaeta. Y la zaga rechazó otro remate franco de Gerson dentro del área.
En la reanudación, Peñarol soñó con la sentencia al pedir penalti en una mano involuntaria de Pulgar, pero el árbitro obvió las airadas reclamaciones del banquillo aurinegro. El volante chileno no tuvo su noche y, tras una tarjeta amarilla, fue sustituido, entre abucheos, por el argentino Carlos Alcaraz.
Mientras, Silvera, que lleva seis goles en esta Libertadores, siguió campando a sus anchas ante la pasividad defensiva de un Flamengo que dejó a su delantero, Bruno Henrique, desguarnecido. El exjugador del Wolfsburgo a veces arrancó hacia el área rodeado de cuatro o cinco contrarios.
Los cambios no mejoraron la imagen de Flamengo, que empezó a desesperarse con las pérdidas de tiempo de los comandados por Diego Aguirre. Solo De Arrascaeta dio sensación de peligro. Los últimos minutos fueron de acoso y derribo, con un bombardeo de centros laterales que siempre se estrellaron en la ordenada defensa de Peñarol, que sueña más que nunca con las semifinales. La vuelta será dentro de siete días en Montevideo.
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Peñarol sorprendió este jueves con una trabajada y sufrida victoria 1-0 ante Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, donde el portero uruguayo Washington Aguerre estuvo sobresaliente para desespero del equipo carioca, en la ida de cuartos de final de la Copa Libertadores.
En una competición dominada por clubes brasileños, el conjunto aurinegro rescató el orgullo uruguayo en uno de los grandes templos del fútbol mundial.
Javier Cabrera puso su firma en el gol de Peñarol en el minuto 13, pero el héroe fue Aguerre, un muro infranqueable para los dirigidos por el exseleccionador brasileño Tite, hoy nada inspirados.
En el Flamengo, que solo mostró su poderío en la recta final del encuentro, hubo un villano: Erick Pulgar. Impreciso, el volante chileno originó la jugada del tanto visitante.
A Peñarol se le puso de cara el partido y la eliminatoria muy temprano. Salió con la lección mejor aprendida que el Flamengo y se adelantó en una de sus primeras llegadas. Cabrera apareció solo dentro del área para rematar, de forma muy poco ortodoxa, una buena dejada de Maxi Silveira, tras un centro bombeado de Jaime Báez.
Fue una transición rápida montada a partir de un fallo de Pulgar, que minutos antes había errado otro pase que posibilitó un tiro de larga distancia de Damián García.
La reacción de los brasileños fue intermitente. Les costó engrasar la maquinaria. El ecuatoriano Gonzalo Plata se topó con la madera tras un cabezazo en plancha. Y después el 'Fla' se perdió.
Cometió el error de estrechar el campo. Todos iban por dentro: De la Cruz, De Arrascaeta, Gerson... Tite hablaba con su hijo y auxiliar técnico en busca de soluciones porque el juego no fluía.
Peñarol, muy cómodo y sin prisa, se acercaba poco al área rival, pero siempre con peligro. Báez, Silvera y Cabrera salían de la cueva como flechas.
Peñarol acaricia la semifinal de la Copa Libertadores
El cuadro carioca solo se entonó en los últimos minutos de la primera mitad. Bruno Henrique se echó las manos a la cabeza cuando Aguerre desvío un testarazo suyo a quemarropa. El arquero también despejó un tiro envenenado de De Arrascaeta. Y la zaga rechazó otro remate franco de Gerson dentro del área.
En la reanudación, Peñarol soñó con la sentencia al pedir penalti en una mano involuntaria de Pulgar, pero el árbitro obvió las airadas reclamaciones del banquillo aurinegro. El volante chileno no tuvo su noche y, tras una tarjeta amarilla, fue sustituido, entre abucheos, por el argentino Carlos Alcaraz.
Mientras, Silvera, que lleva seis goles en esta Libertadores, siguió campando a sus anchas ante la pasividad defensiva de un Flamengo que dejó a su delantero, Bruno Henrique, desguarnecido. El exjugador del Wolfsburgo a veces arrancó hacia el área rodeado de cuatro o cinco contrarios.
Los cambios no mejoraron la imagen de Flamengo, que empezó a desesperarse con las pérdidas de tiempo de los comandados por Diego Aguirre. Solo De Arrascaeta dio sensación de peligro. Los últimos minutos fueron de acoso y derribo, con un bombardeo de centros laterales que siempre se estrellaron en la ordenada defensa de Peñarol, que sueña más que nunca con las semifinales. La vuelta será dentro de siete días en Montevideo.
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