¡Muchas gracias, América!
El cuadro escarlata no pudo quedarse con el título de la Copa Libertadores. Ferroviaria, que logró el décimo campeonato para Brasil, ganó 2-1 en un partido que se definió en el primer tiempo.
Andrés Osorio Guillott
Era un día para hacer historia. Era el día para acabar con la maldición del América como institución, pues la Copa Libertadores les fue esquiva en tres oportunidades a los hombres. Era la ocasión para que las mujeres borraran esa condena y lograran la gloria continental.
“Cada partido es una enseñanza. Qué mejor que enfrentar al mejor equipo del continente y un referente del fútbol femenino. Naturalmente, cada partido nos enseñó muchas cosas”, dijo Andrés Usme en la previa de la final ante Ferroviaria.
Puede leer: Así ha sido la conquista de América
América empezó jugando sin la pelota, pero apostándole a una presión alta. La actitud y la convicción se reflejaban en el ritmo al que querían llevar a las brasileñas. Aunque no llegaban con claridad, el partido parecía jugarse con normalidad. Sin embargo, en un error infortunado para América, Katherine Tapia no pudo atajar un cobro de tiro libre de Sochor y el balón se coló al fondo de la red.
Las escarlatas demostraron a lo largo del campeonato que podían jugar bajo presión y remontar resultados adversos, lo hicieron contra Boca Juniors y Corinthians, y en la final no iba a ser la excepción.
El gol dio la impresión de bajar los ánimos en América. Aunque hubo varias imprecisiones en defensa y ataque, las dirigidas por Usme hallaron el gol del empate en un contragolpe comandado por Gisela Robledo. La delantera escarlata fue derrumbada en el área rival y Catalina Usme, la encargada de cobrar el penalti al 39’, no solo empató el compromiso, sino que se convirtió en la máxima goleadora de la Copa Libertadores Femenina en su historia, tras superar los 29 tantos que tenía Cristiane Rozeira.
Las imprecisiones no faltaron, pese al empate. Un error en la zaga defensiva provocó otro penalti, pero esta vez en contra, y Aline Milene, referente de Ferroviaria, volvió a poner el marcador a favor de las brasileñas.
El libreto del segundo tiempo estaba cantado. América tenía la obligación de ir por el empate y seguir derecho. Esa misma confianza que tuvieron todo el torneo tenía que demostrarse con sabiduría para no volverse enemigas del tiempo y del afán. Las brasileñas por momentos se veían incómodas, pero de a poco empezaron a jugar con el desespero de las colombianas.
Con Usme, Robledo y Guarecuco, América buscó e insistió, pero el arco no se volvió a abrir gracias a la seguridad de Luciana, guardameta de Ferroviaria. En seis partidos jugados, las escarlatas dejaron un registro de tres partidos ganados, uno empatado y dos perdidos. Ferroviaria, dos veces campeón del Brasileirao, logró su primer título continental y le dio a su país la décima Copa Libertadores. ¿La moraleja? El desempeño del fútbol femenino en Colombia es mayor del que se cree y su ritmo de competencia merece algo más que un torneo local de dos meses.
Era un día para hacer historia. Era el día para acabar con la maldición del América como institución, pues la Copa Libertadores les fue esquiva en tres oportunidades a los hombres. Era la ocasión para que las mujeres borraran esa condena y lograran la gloria continental.
“Cada partido es una enseñanza. Qué mejor que enfrentar al mejor equipo del continente y un referente del fútbol femenino. Naturalmente, cada partido nos enseñó muchas cosas”, dijo Andrés Usme en la previa de la final ante Ferroviaria.
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América empezó jugando sin la pelota, pero apostándole a una presión alta. La actitud y la convicción se reflejaban en el ritmo al que querían llevar a las brasileñas. Aunque no llegaban con claridad, el partido parecía jugarse con normalidad. Sin embargo, en un error infortunado para América, Katherine Tapia no pudo atajar un cobro de tiro libre de Sochor y el balón se coló al fondo de la red.
Las escarlatas demostraron a lo largo del campeonato que podían jugar bajo presión y remontar resultados adversos, lo hicieron contra Boca Juniors y Corinthians, y en la final no iba a ser la excepción.
El gol dio la impresión de bajar los ánimos en América. Aunque hubo varias imprecisiones en defensa y ataque, las dirigidas por Usme hallaron el gol del empate en un contragolpe comandado por Gisela Robledo. La delantera escarlata fue derrumbada en el área rival y Catalina Usme, la encargada de cobrar el penalti al 39’, no solo empató el compromiso, sino que se convirtió en la máxima goleadora de la Copa Libertadores Femenina en su historia, tras superar los 29 tantos que tenía Cristiane Rozeira.
Las imprecisiones no faltaron, pese al empate. Un error en la zaga defensiva provocó otro penalti, pero esta vez en contra, y Aline Milene, referente de Ferroviaria, volvió a poner el marcador a favor de las brasileñas.
El libreto del segundo tiempo estaba cantado. América tenía la obligación de ir por el empate y seguir derecho. Esa misma confianza que tuvieron todo el torneo tenía que demostrarse con sabiduría para no volverse enemigas del tiempo y del afán. Las brasileñas por momentos se veían incómodas, pero de a poco empezaron a jugar con el desespero de las colombianas.
Con Usme, Robledo y Guarecuco, América buscó e insistió, pero el arco no se volvió a abrir gracias a la seguridad de Luciana, guardameta de Ferroviaria. En seis partidos jugados, las escarlatas dejaron un registro de tres partidos ganados, uno empatado y dos perdidos. Ferroviaria, dos veces campeón del Brasileirao, logró su primer título continental y le dio a su país la décima Copa Libertadores. ¿La moraleja? El desempeño del fútbol femenino en Colombia es mayor del que se cree y su ritmo de competencia merece algo más que un torneo local de dos meses.