Mundial de clubes: entre la nostalgia de la Intercontinental y un futuro con dudas

Son cuentos de otras épocas, historias narradas de otras bocas, pasajes que se leen en letras, que se ven en videos de casetes obsoletos. Hubo otro tiempo, y fue apenas hace un par de décadas, en el que el Mundial de clubes era realmente importante. Era el duelo entre los mejores del mundo. América se paraba ante Europa y lo miraba de frente. Y el fútbol de este lado del mundo solía imponerse. Era todo un relato, epopeyas que se quedaron en el tiempo. Claro, en ese entonces se llamaba diferente, era otra cosa, era la Copa Intercontinental.

Son cuentos de otras épocas, historias narradas de otras bocas, pasajes que se leen en letras, que se ven en videos de casetes obsoletos. Hubo otro tiempo, y fue apenas hace un par de décadas, en el que el Mundial de clubes era realmente importante. Era el duelo entre los mejores del mundo. América se paraba ante Europa y lo miraba de frente. Y el fútbol de este lado del mundo solía imponerse. Era todo un relato, epopeyas que se quedaron en el tiempo. Claro, en ese entonces se llamaba diferente, era otra cosa, era la Copa Intercontinental.

Por la memoria que quedó, por las historias que se cuentan, antes, ese era un torneo importante. El de ahora, el Mundial de clubes, es un evento que pasa con más pena que gloria por los focos del calendario internacional. Los europeos, los campeones de la Champions League, ganan siempre, casi caminando, usando nóminas alternativas. Por eso, el interés casi nulo de la audiencia ha hecho a la FIFA pensar que el torneo debe ser cambiado de pies a cabeza. Una revolución en el formato se cocina para los próximos años.

Los grandes duelos continentales quedaron atrás. Esos partidos en los que, de verdad, cualquiera se paraba ante cualquiera, se fueron. Ahora, el monólogo de los equipos con dinero, con competencia y con recursos han llevado al actual formato del torneo al tedio absoluto.

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Sí, hubo otro tiempo, desde 1960 cuando nació la Intercontinental, en el que Peñarol y Santos vapulearon al Benfica de Eusebio. Eran los tiempos de Pelé, cuando ni el Milan de Italia le ganaba a la magia que nacía en Brasil. También fueron legendarios los títulos de Estudiantes de la Plata o Nacional de Montevideo en los años 70, o los dos de Independiente, en 1973 y 1984.

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Son varios, tantos que no todos pueden nombrarse, no alcanzaría. Los últimos grandes golpes, los que cierran ese ciclo de la nostalgia que se abre cada vez que llega el Mundial de Clubes, fueron los de Boca Juniors. En el 2000 contra Real Madrid, en el 2003 con AC Milan. Dos gestas ante un mundo que se globalizaba y que con el dinero empezaba a quitarle justicia, de forma descarada, a la balanza.

Y con la globalización y los presupuestos astronómicos del negocio del fútbol llegó el Mundial de Clubes. Un torneo que reunía al mundo, pero que poco a poco mató el interés de los aficionados.

Esa copa, otrora tan deseada, perdió valor. La dificultad del duelo entre los mejores del mundo dejó de ser tal. Y el Mundial de clubes empezó a naufragar entre sus propias aspiraciones. Y eso que en los primeros años, la batalla fue interesante.

Corinthians fue el primer campeón en 2000, el año del experimento. Cinco años después, cuando el torneo se consolidó en serio, Sao Pablo se llevó el trofeo. Después, Internacional de Porto Alegre le ganó al Barcelona de Ronaldinho en 2006, pero, a partir de ahí, América nunca pudo volver a dar la pelea. Solo una vez, que parece un oasis, cuando el Corinthians de Tité le ganó al Chelsea de Rafael Benítez en 2012.

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La Copa Intercontinental murió ante la sombra del poder y el dinero. Y ahora, que el Mundial de Clubes parece casi un torneo aislado de pretemporada, la FIFA lanza propuestas para crear un campeonato atractivo. El modelo definitivo que permita revivir la gloria que se quedó en los cuentos de los viejos, en la memoria de la pelota.

La FIFA y la revolución que quiere con el Mundial de Clubes

Hay muchas propuestas. La principal, agrandar el torneo. No seguirán siendo siete clubes, ahora serán 32. No será cada año en diciembre, será cada cuatro años y el calendario se parará por completo para concentrarse en el mes en el que se desarrolle el nuevo formato. Ya lo anunció la FIFA, empieza en 2025.

“Estarán los mejores equipos del mundo y habrá invitaciones para disputar el torneo (...) Ocupará el lugar que tenía la antigua Copa Confederaciones, aunque será más extensa porque aquí habrá 32 equipos participantes”, explicó hace un mes, en un congreso el presidente del máximo ente rector del fútbol, Gianni Infantino.

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Los detalles no han sido confirmados, pero es un hecho que el Mundial de clubes dará un vuelco. El futuro es un mar de dudas, la incógnita está latente, pero la FIFA apuesta todo para revolucionar la competición.

Mucho se habló, desde esa nostalgia por las viejas historias, de que la Copa Intercontinental reviviría para tomar su viejo lugar. Pero, la FIFA negó esa posibilidad. La apertura al mundo sigue siendo la intención principal, más allá de los sueños de UEFA y Conmebol.

La finalissima, que jugaron el año pasado Argentina e Italia, campeones de la Copa América y la Eurocopa, fue el primer paso en la idea de revivir los míticos enfrentamientos entre los dos continentes. Y fue la respuesta al fin de la Copa Confederaciones, otro torneo al que la FIFA le busca reemplazo.

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Por ahora, mientras todo se hace oficial, este año se disputa un nuevo Mundial de Clubes en Marruecos. La promesa es que será el último. Y una buena forma de despedirlo podría ser un último golpe de América. Una emoción que cambie el libreto, que reviva las viejas épocas, y evite el casi cantado campeonato de Real Madrid. Será misión de Flamengo dar un golpe inesperado para recordar este torneo, que, todavía vivo, ya parece olvidado.

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