Hitos de los mundiales femeninos: el origen del fútbol y la primera Copa del Mundo
A días de que comience el Mundial Femenino de Australia y Nueva Zelanda, repasamos la historia de las Copas del Mundo. Primera entrega, el balompié que nació en China.
Fernando Camilo Garzón
Hace más de 2.400 años, siglos después que los teotihuacanos, los aztecas y los mayas, en China ya jugaban fútbol. No era el balompié que conocemos hoy en día, se llamaba Ts’u Chü o Cuju, como se adaptó a nuestra voz, y se considera una de las raíces del fútbol. Era un juego diferente al deporte rey de nuestros tiempos, pero, básicamente, consistía en meter una pelota redonda dentro de un tablero ubicado a 10 metros de altura en el centro del campo. El balón no se podía tocar con la mano y los jugadores, mientras resistían los ataques de su rival, podían usar los pies, el pecho, la espalda y los hombros.
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Hace más de 2.400 años, siglos después que los teotihuacanos, los aztecas y los mayas, en China ya jugaban fútbol. No era el balompié que conocemos hoy en día, se llamaba Ts’u Chü o Cuju, como se adaptó a nuestra voz, y se considera una de las raíces del fútbol. Era un juego diferente al deporte rey de nuestros tiempos, pero, básicamente, consistía en meter una pelota redonda dentro de un tablero ubicado a 10 metros de altura en el centro del campo. El balón no se podía tocar con la mano y los jugadores, mientras resistían los ataques de su rival, podían usar los pies, el pecho, la espalda y los hombros.
En el museo de la FIFA ubicado en Zurich se exhiben grabados e ilustraciones que muestran cómo, 475 años antes de Cristo, durante el periodo de los Reinos combatientes, en China la gente ya se divertía pateando una bola. El cuju, que fue adoptado como una práctica de entrenamiento militar, era visto en ese entonces como mucho más que una forma de entretenimiento. Llegó a representar el sentido de unificación de toda una nación en épocas de guerra y también era visto como una metáfora de la buena vida.
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Así quedó, de hecho, consignado en un poema de Li You que puede verse en el mismo museo y que explica las bases del mítico deporte:
“Una bola redonda y una pared cuadrada,
Al igual que el Yin y el Yang.
Los objetivos en forma de luna están uno frente al otro,
Cada lado tiene seis en igual número.
Seleccione a los capitanes y designe a los árbitros,
Sobre la base de las normas inmutables.
No mire a parientes y amigos,
Manténgase alejado de la parcialidad.
Mantenga la justicia y la paz
No se queje de las faltas de los demás,
Tal es el asunto del cuju.
Si todo esto es necesario para cuju.
Cuánto más por el negocio de la vida”.
Li You (ca. 55-135 AD)
Una de las cosas más interesantes de esta raíz del fútbol, es que el cuju no distinguía entre hombres ni mujeres, como sí sucedió miles de años después, cuando, sobre 1840 en el Reino Unido, se crearon las reglas de lo que hoy conocemos como el balompié contemporáneo.
La conclusión es lógica: para hablar del fútbol femenino, de las pioneras de la rama, hay que remontarse hasta los orígenes mismos del deporte. Mientras en un principio no hubo distinciones, la modernización de su práctica deportiva excluyó a las mujeres, que rápidamente reclamaron su inclusión en la naciente disciplina, sobre todo en Francia y Escocia, donde activistas de los derechos femeninos peleaban su participación a finales del siglo XIX en este tipo de espacios.
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La lucha no ha tenido tregua desde entonces y apenas ahora, entrados en el siglo XXI, casi 200 años después de que en Inglaterra se empezaron a jugar los primeros partidos de fútbol, se ha normalizado la idea, por increíble que parezca, de que las mujeres también pueden jugar a la pelota con las mismas garantías y derechos que tienen los hombres.
En Inglaterra, los primeros registros que se tienen de un torneo femenino internacional organizado son de 1937, cuando se jugó el Campeonato de Gran Bretaña y el Mundo entre Dick, Kerr’s Ladies, club pionero en la asociación de fútbol femenino en Inglaterra —que llevó por su popularidad, incluso, a prohibir el balompié de mujeres en Gran Bretaña—, contra Edimburgh Ladies (Escocia), otro de los equipos precursores de esta rama en la historia.
Sin embargo, todos los registros que pueda haber de esos años están invalidados por las distintas asociaciones del mundo, pues a mitad del siglo XX las mujeres tenían prohibido jugar a la pelota en varias partes del planeta.
Hubo un antes y un después en 1982, cuando la UEFA, ante el auge incontrolable de las mujeres en el balompié, decidió hacer oficial la primera Eurocopa Femenina, torneo que ya se jugaba desde el 69, pero que apenas casi 20 años después fue reconocido por el máximo ente del fútbol europeo. La final se jugó en el 84 y la ganó Suecia, el primer gran campeón del fútbol femenino.
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El fenómeno desatado por la UEFA con su determinación llevó a la FIFA a cambiar sus estatutos. Una reforma lenta y luchada que en 1991 llevó a la celebración de la primera Copa del Mundo oficial de la historia. Y la sede fue China, el mismo país que, 2400 años atrás, celebraba en el cuju una práctica deportiva nacional en la que no había distinción alguna por género.
El Mundial de la FIFA, claro, como la Eurocopa también hizo, desconoció las Copas del Mundo que se organizaron en 1970 en Italia y en 1971 en México, con doble título para Dinamarca. Una competición revolucionaria que por la falta de apoyo, organización y recursos se perdió en el olvido a pesar del éxito y los espectadores que llegó a congregar.
Y por eso, el origen de los mundiales femeninos viene a contarse apenas hasta el 91, cuando la FIFA le dio a China la primera sede del torneo en el que ganó Estados Unidos, hoy en día la máxima potencia con cuatro títulos del mundo.
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En Colombia la historia del fútbol femenino se remonta a 1971, con los primeros partidos organizados entre mujeres. Esa es la génesis del balompié femenino, que no se profesionalizó sino hasta 2017 con el nacimiento de la liga que ganó Santa Fe.
Incluso antes, con un fútbol profesional inexistente, una competencia local aficionada y unas bases, aunque fructíferas, precarias, Colombia fue primero a dos mundiales, en 2011 y 2015.
La selección nacional este año, en Australia y Nueva Zelanda 2023, vuelve a una Copa del Mundo después de ocho años y una ardua lucha por su reconocimiento deportivo. La misma que se dio como un fenómeno global desde los inicios del balompié moderno, que sus orígenes era concebido de otra manera y se corrompió con las estructuras sociales de otros tiempos.
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