Napoli y el sueño de Maradona: la obsesión por el ”scudetto”
El cuadro del sur de Italia busca volver a ganar la Serie A después de más de 30 años. Este viernes se mide con Lazio. Duelo clave en la punta de la Serie A, que domina tranquilo el cuadro napolitano.
Fernando Camilo Garzón
Napoli alcanzó su cima el 17 de mayo de 1989, después de derrotar a Stuttgart en la final de la Copa UEFA. En las celebraciones, entre el sudor, los abrazos, los besos y la euforia, mientras Diego Armando Maradona sostenía el trofeo y lo rodeaban sus compañeros, llegó Corrado Ferlaino, presidente del equipo. Cuando lo vio, Pelusa dejó caer los hombros. Entre el barullo, la gente, las cámaras y los micrófonos que le tapaban la mirada, el argentino vio la figura del dirigente y le acercó la copa.
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Napoli alcanzó su cima el 17 de mayo de 1989, después de derrotar a Stuttgart en la final de la Copa UEFA. En las celebraciones, entre el sudor, los abrazos, los besos y la euforia, mientras Diego Armando Maradona sostenía el trofeo y lo rodeaban sus compañeros, llegó Corrado Ferlaino, presidente del equipo. Cuando lo vio, Pelusa dejó caer los hombros. Entre el barullo, la gente, las cámaras y los micrófonos que le tapaban la mirada, el argentino vio la figura del dirigente y le acercó la copa.
—¡Ya está! —le dijo Maradona con una voz que parecía un alivio— Hice todo lo que tenía que hacer. Ya puedo irme.
Sin embargo, Ferlaino se oponía a la idea. Era la negación, el preludio de la tormenta en la que, después del idilio, se convirtió su relación. “Hoy ganamos, pero hay que seguir ganando. Y para eso tienes que continuar en el club”, le lanzó la sentencia.
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Maradona siguió en Nápoles. Ya había ganado la liga en el 87, pero sumó una segunda, después del campeonato continental, en 1990. No fue su último título en el cuadro del sur de Italia, pues ese mismo año también se llevó la Supercopa italiana.
Fueron tiempos felices, que, no obstante, Maradona ya presagiaba pasajeros, por eso le había advertido a Ferlaino —en esa noche de inolvidable celebración en la Copa UEFA— el fin de una era, que fue lo que terminó sucediendo tras su marcha y el inevitable paso del tiempo.
Napoli vivió un oasis con Maradona. El argentino los hizo vivir una realidad alterna que después de él jamás volvió. Sin embargo, hoy en día, parece que ese presagio del mítico 10 llegó a su fin. Más de 30 años después de ese título del 90, Napoli está más cerca que nunca en los últimos tiempos del scudetto. Este viernes, en un duelo adelantado de la liga italiana por su participación de la próxima semana en Champions, el azzurri se medirá con Lazio, uno de sus principales perseguidores, que está a 20 puntos, no obstante, de la cima de la Serie A que domina tranquilo el equipo de la Campania. El duelo es clave, en medio de una liga que parece sentenciada.
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El momento es inmejorable para el cuadro que dirige Luciano Spalletti. Además de Lazio, lo persiguen Inter y Milan ambos con 47 puntos, lejos de los 65 de los napolitanos. Los del sur de Italia llevan un balance de ensueño: 21 victorias, dos empates y solo una derrota, con 58 goles a favor y solo 15 en contra. Números para un campeonato idílico, pero que tendrán que mantener en la recta final de la liga, con 14 fechas por delante.
Napoli tiene varias claves. La primera es el trío de volantes con Stanislav Lobotka, Frank Anguissa y Piotr Zielinski, tres jugadores consolidados en una zona del campo en la que antes Spalletti tenía dudas. Para esta temporada, los azzurri tienen más profundidad en la plantilla y múltiples opciones en ataque. Fundamentales en una estructura que privilegia las ofensivas en la banda, con amplios recorridos por los costados, y una presión poderosa, que siempre busca al rival en los últimos cuartos del adversario. Elementos que se suman a la minuciosa preparación de los napolitanos en las jugadas con balón parado, tanto ofensivas como defensivas.
Hasta ahora, en Italia, Napoli no tiene rival esta temporada. Un dominio extendido a Europa, donde casi tiene asegurado su cupo en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Sin embargo, a pesar del buen juego y del presente, la ilusión de la hinchada teme por sus fantasmas.
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Napoli, opacado por el poder financiero de los gigantes, nunca ha sido un grande de Italia. En su relato, los napolitanos encarnan las disputas entre el sur y el norte italiano, la composición misma de la historia nacional y la guerra entre los ricos y los pobres de la nación.
Ese conflicto que Maradona tomó como propio, defendiendo las causas del equipo pequeño y colocándolo en el panorama mundial.
Una influencia cultural y política que le hizo imposible a Napoli vivir sin Diego. Tuvieron pequeñas victorias, tres Copas de Italia (2011-12, 2013-14 y 2019-20) y una Supercopa italiana (2014), pero en los grandes escenarios, contra la Juve, el Milan o el Inter, la Serie A se les escapó, tras mucho remar y llegar a la orilla, siempre que tenían la ilusión de revivir viejas épocas en las gestas del que ellos también consideran un dios venido desde Argentina.
El scudetto es una obsesión napolitana. Ese que fue también el sueño de Diego Maradona, que después de su despedida no pudo ver de nuevo campeona a la ciudad de Nápoles. Como tampoco pudo ver a Argentina con la Copa del Mundo, después del 86. Una deuda que ya fue arreglada en Catar y que el destino parece que de nuevo saldará en Italia.
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