Nicolás Gil, de La Masía a Santa Fe
El defensor llegó a Bogotá hace dos años, cuando se destacaba en un club aficionado dirigido por el cazatalentos antioqueño Hugo Castaño. Ahora es una de las grandes promesas del equipo cardenal. Esta noche juega su segundo partido internacional (7:45 p.m., por Fox) ante Flamengo de Brasil.
Luís Guillermo Montenegro
El celular de Hugo Castaño timbró, él contestó y al otro lado de la línea hablaba Gerardo Bedoya: “Hugo, estoy buscando un defensor que pueda venir a darnos una mano”. Sin dudarlo, el dueño del Club La Masía de Medellín le habló de Nicolás Gil: “Es un pelao con mucho futuro. Tiene talla, juego aéreo, dominio de balón y personalidad. Se lo voy a mandar a Bogotá”. Con 18 años, el defensor de Guarne (Antioquia) llegó a Independiente Santa Fe. Estuvo a prueba, pero rápidamente se ganó un cupo para integrar el equipo sub-20, dirigido por Léider Preciado.
(Le puede interesar: Agustín Julio, el todero de Santa Fe).
Su primer año en Bogotá fue difícil. Se había acostumbrado a estar rodeado de su familia, su papá, Carlos, su mamá, Alba Luz, y su hermano, Santiago. Pasó de esa compañía a la soledad de una ciudad repleta de desconocidos. A vivir en la casa hogar del club, lejana al lugar de entrenamiento, por lo que debía pasar más de una hora metido en un bus. Esas dificultades le dieron carácter, el mismo que le sirvió para irse ganando un lugar en el equipo juvenil de Santa Fe.
Gerardo Bedoya le dio su confianza, lo fue llevando y le abrió las puertas del plantel profesional. Cuando Gustavo Costas era el técnico cardenal, pasó a entrenar con el primer equipo. Y para que no le quedara tan complicado cumplir los horarios, comenzó a vivir con otros ocho futbolistas en un apartamento del norte de la ciudad. Pero la impaciencia y el afán de debutar hicieron que llegara a pensar en dejar su sueño a un lado. “Veía que no llegaba la oportunidad por la que tanto había trabajado. Después de terminar el bachillerato en el colegio Santo Tomás de Aquino, en Guarne, me presenté a la Fuerza Aérea, pero no pasé los exámenes médicos. Pensaba en volverlo a hacer si no se me daba la oportunidad en Santa Fe”, recuerda Nicolás.
Pero fue cuestión de tiempo. Sus padres y su hermano lo motivaron a aguantar, a esperar un poco más y a confiar en que si hacía las cosas bien en los entrenamientos, seguramente lo iban a voltear a mirar. A raíz de la lesión de José Moya comenzó a ser convocado. Por primera vez viajó con el equipo y se concentró en un hotel junto con sus compañeros. La vida de futbolista.
Su primer partido fue este semestre, en la fecha 2 de la Liga Águila, contra Atlético Nacional, en Medellín. Jugó los 90 minutos en la derrota 1-0 del equipo cardenal; sin embargo, dejó buenas sensaciones. Esa noche recordó cuando tenía 14 años y estuvo seis meses a prueba en el equipo verdolaga. “En esa época jugaba de delantero, pero desafortunadamente no me fue como me esperaba. Me dijeron que siguiera en el proceso, pero no veía mucho futuro ahí y por eso regresé al club de mi pueblo”, destaca.
Manantiales y San Antonio fueron sus equipos en Guarne, hasta que Hugo Castaño lo reclutó para que fuera a jugar al Club La Masía, uno de los más grandes semilleros del fútbol antioqueño. De delantero pasó a jugar de volante de marca, hasta un partido en el que no llegaron los defensores centrales titulares y su entrenador lo ubicó en esa posición, la que se convertiría en propia.
“Aparte de ser una gran persona es un jugador muy bueno, con un gran futuro. Siempre se entrena de la mejor manera, sin importar si va a jugar o no. Eso habla muy bien de lo profesional que es. A pesar de que está jugando de lateral y no de central, que es su posición natural, lo está haciendo de una excelente manera”, comentó William Tesillo, el capitán de Santa Fe y quien se ha convertido en un referente para Nicolás.
En este semestre ha jugado cinco partidos en Liga y uno en Copa Libertadores: el de la semana pasada contra Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. “La verdad tenía mucha ansiedad. Flamengo es el equipo más grande de Brasil y yo llevaba apenas cuatro partidos como profesional. Mentiría si digo que no tenía nervios por jugar ante semejante rival, en un mítico estadio como el Maracaná y en la Copa Libertadores. Tesillo me decía que tranquilo, que estuviera concentrado y con ganas. Morelo también me daba mucho apoyo y Miguel Solís, quien me lleva todos los días al entrenamiento y con quien tengo una gran relación, me decía que jugara tranquilo”.
Tuvo una buena actuación, se ganó el puesto y hoy (7:45 p.m., por Fox Sports), de nuevo contra Flamengo, será titular en El Campín. “Sé que mi carrera hasta ahora está comenzando. No me puedo confiar y pensar que ya llegué a donde quería. Ahora es cuando más debo prepararme. Sueño con triunfar acá, jugar en clubes grandes de Europa como Barcelona, Real Madrid o Chelsea y llegar a la selección de Colombia”.
Nicolás es el futuro de Santa Fe, el defensor central que quiere seguir con el legado de grandes referentes del club en su posición en los último años, como Francisco Meza, Yerry Mina y William Tesillo.
El celular de Hugo Castaño timbró, él contestó y al otro lado de la línea hablaba Gerardo Bedoya: “Hugo, estoy buscando un defensor que pueda venir a darnos una mano”. Sin dudarlo, el dueño del Club La Masía de Medellín le habló de Nicolás Gil: “Es un pelao con mucho futuro. Tiene talla, juego aéreo, dominio de balón y personalidad. Se lo voy a mandar a Bogotá”. Con 18 años, el defensor de Guarne (Antioquia) llegó a Independiente Santa Fe. Estuvo a prueba, pero rápidamente se ganó un cupo para integrar el equipo sub-20, dirigido por Léider Preciado.
(Le puede interesar: Agustín Julio, el todero de Santa Fe).
Su primer año en Bogotá fue difícil. Se había acostumbrado a estar rodeado de su familia, su papá, Carlos, su mamá, Alba Luz, y su hermano, Santiago. Pasó de esa compañía a la soledad de una ciudad repleta de desconocidos. A vivir en la casa hogar del club, lejana al lugar de entrenamiento, por lo que debía pasar más de una hora metido en un bus. Esas dificultades le dieron carácter, el mismo que le sirvió para irse ganando un lugar en el equipo juvenil de Santa Fe.
Gerardo Bedoya le dio su confianza, lo fue llevando y le abrió las puertas del plantel profesional. Cuando Gustavo Costas era el técnico cardenal, pasó a entrenar con el primer equipo. Y para que no le quedara tan complicado cumplir los horarios, comenzó a vivir con otros ocho futbolistas en un apartamento del norte de la ciudad. Pero la impaciencia y el afán de debutar hicieron que llegara a pensar en dejar su sueño a un lado. “Veía que no llegaba la oportunidad por la que tanto había trabajado. Después de terminar el bachillerato en el colegio Santo Tomás de Aquino, en Guarne, me presenté a la Fuerza Aérea, pero no pasé los exámenes médicos. Pensaba en volverlo a hacer si no se me daba la oportunidad en Santa Fe”, recuerda Nicolás.
Pero fue cuestión de tiempo. Sus padres y su hermano lo motivaron a aguantar, a esperar un poco más y a confiar en que si hacía las cosas bien en los entrenamientos, seguramente lo iban a voltear a mirar. A raíz de la lesión de José Moya comenzó a ser convocado. Por primera vez viajó con el equipo y se concentró en un hotel junto con sus compañeros. La vida de futbolista.
Su primer partido fue este semestre, en la fecha 2 de la Liga Águila, contra Atlético Nacional, en Medellín. Jugó los 90 minutos en la derrota 1-0 del equipo cardenal; sin embargo, dejó buenas sensaciones. Esa noche recordó cuando tenía 14 años y estuvo seis meses a prueba en el equipo verdolaga. “En esa época jugaba de delantero, pero desafortunadamente no me fue como me esperaba. Me dijeron que siguiera en el proceso, pero no veía mucho futuro ahí y por eso regresé al club de mi pueblo”, destaca.
Manantiales y San Antonio fueron sus equipos en Guarne, hasta que Hugo Castaño lo reclutó para que fuera a jugar al Club La Masía, uno de los más grandes semilleros del fútbol antioqueño. De delantero pasó a jugar de volante de marca, hasta un partido en el que no llegaron los defensores centrales titulares y su entrenador lo ubicó en esa posición, la que se convertiría en propia.
“Aparte de ser una gran persona es un jugador muy bueno, con un gran futuro. Siempre se entrena de la mejor manera, sin importar si va a jugar o no. Eso habla muy bien de lo profesional que es. A pesar de que está jugando de lateral y no de central, que es su posición natural, lo está haciendo de una excelente manera”, comentó William Tesillo, el capitán de Santa Fe y quien se ha convertido en un referente para Nicolás.
En este semestre ha jugado cinco partidos en Liga y uno en Copa Libertadores: el de la semana pasada contra Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. “La verdad tenía mucha ansiedad. Flamengo es el equipo más grande de Brasil y yo llevaba apenas cuatro partidos como profesional. Mentiría si digo que no tenía nervios por jugar ante semejante rival, en un mítico estadio como el Maracaná y en la Copa Libertadores. Tesillo me decía que tranquilo, que estuviera concentrado y con ganas. Morelo también me daba mucho apoyo y Miguel Solís, quien me lleva todos los días al entrenamiento y con quien tengo una gran relación, me decía que jugara tranquilo”.
Tuvo una buena actuación, se ganó el puesto y hoy (7:45 p.m., por Fox Sports), de nuevo contra Flamengo, será titular en El Campín. “Sé que mi carrera hasta ahora está comenzando. No me puedo confiar y pensar que ya llegué a donde quería. Ahora es cuando más debo prepararme. Sueño con triunfar acá, jugar en clubes grandes de Europa como Barcelona, Real Madrid o Chelsea y llegar a la selección de Colombia”.
Nicolás es el futuro de Santa Fe, el defensor central que quiere seguir con el legado de grandes referentes del club en su posición en los último años, como Francisco Meza, Yerry Mina y William Tesillo.