No estamos listos, pero Cristiano Ronaldo y Lionel Messi preparan su último baile


Ver a Cristiano Ronaldo roto, después del penalti que erró en los octavos de la Eurocopa contra Eslovenia, conmocionó a los seguidores del bicho y a los amantes del fútbol. No obstante, se entendía, en ese llanto desconsolado y desolador, la razón detrás del éxito que lo llevó a ser el mejor del mundo: la negación al fracaso, la búsqueda de la perfección. A la vez, muchos vieron en esas lágrimas el pavor del adiós. Se vieron muy parecidas a las de Catar 2022, cuando, después de que Marruecos eliminara a Portugal, CR7 abandonó el estadio sin consuelo, lamentando la despedida de la que quizá pudo ser su última Copa del Mundo. Fue la misma tristeza que le vimos el viernes, cuando Francia lo eliminó en los cuartos de final de la Euro.

Ver a Cristiano Ronaldo roto, después del penalti que erró en los octavos de la Eurocopa contra Eslovenia, conmocionó a los seguidores del bicho y a los amantes del fútbol. No obstante, se entendía, en ese llanto desconsolado y desolador, la razón detrás del éxito que lo llevó a ser el mejor del mundo: la negación al fracaso, la búsqueda de la perfección. A la vez, muchos vieron en esas lágrimas el pavor del adiós. Se vieron muy parecidas a las de Catar 2022, cuando, después de que Marruecos eliminara a Portugal, CR7 abandonó el estadio sin consuelo, lamentando la despedida de la que quizá pudo ser su última Copa del Mundo. Fue la misma tristeza que le vimos el viernes, cuando Francia lo eliminó en los cuartos de final de la Euro.

Muy cerca estuvo también de irse antes de tiempo Lionel Messi de la Copa América con su selección de Argentina. Ante un inesperado Ecuador, la campeona del mundo tembló ante el abismo, el miedo de la eliminación. Más de un corazón se paralizó cuando el rosarino, además, falló el primer penalti de la tanda, pero se reanimó de inmediato cuando un Emiliano Martínez, salvador una vez más, paró las ilusiones ecuatorianas y mantuvo vivas las de los actuales reyes de América. Fue el Dibu quien le cambió la cara a la Pulga, que no quería irse de su última Copa América con la decepción de haber fallado el cobro que debía meter.

Messi, sin decirlo, ya dio a entender que esta sería su última copa continental con Argentina. El jugador del Inter de Miami ni siquiera sabe si llegará al Mundial de 2026 en Estados Unidos, México y Canadá. Ha sido cauto en afirmar que esperará a ver cómo llega en ese momento, todavía quedan dos años y el actual Balón de Oro no ve claro que para ese año se mantenga con la suficiente vigencia como para aspirar al bicampeonato del mundo. Por el otro lado, CR7 sí fue claro, esta misma semana, a la hora de afirmar que esta era su última Eurocopa. Su idea siempre ha sido llegar, pasados sus 40 años, a 2026, cuando se termine su contrato en el Al-Nassr de Arabia Saudita (si renueva un año más, hasta ahora tiene fijo hasta 2025). Ese sería su adiós definitivo.

En el balance global, la conclusión es obvia: Messi y Ronaldo dejarán un legado muy difícil de alcanzar. Lo hicieron en el fútbol de clubes, cómo no. Pero, también, en el de selecciones. El argentino, por su lado, cortó una sequía de casi tres décadas de la albiceleste, cuando ganó la Copa América de 2021. Después les dio a los argentinos su tercera Copa del Mundo. El portugués, por su parte, también logró una proeza cuando en 2016 le dio a su país el primer título de su historia. En el Mundial nunca pudo llegar a una final, pero su sueño, y por eso quiere llegar al torneo norteamericano, es quebrar el relato y darles a los lusos la primera Copa Mundo de la historia.

Lionel Messi: un adiós por todo lo alto

La deuda con la que Cristiano Ronaldo no se quiere ir, Lionel Messi la saldó con creces en 2022. Parecía que no se le iba a dar y hoy, todavía, el astro argentino no da crédito a lo que pasó en Catar. Todavía le parece un suceso inexplicable y no entiende en qué momento fue en el que cambió la película.

Messi, tras un inicio prometedor en la selección, con un título mundial juvenil y un oro olímpico, sufrió innumerables decepciones, y gracias a él, tricampeona del mundo. Sin embargo, para llegar allá, el rosarino tuvo que sufrir durante casi 15 años el lastre de las derrotas. Dolió la final del mundo perdida en 2014, pero también las de las Copas América de 2015 y 2016.

El adiós de Messi, de hecho, en ese entonces no se veía menos lejano de lo que se ve hoy. Fue él mismo, de hecho, el que anunció su despedida de la selección, golpeado por las frustraciones y dolido por las críticas. No obstante, hoy Messi se va por la puerta grande. Prepara su despedida, precisamente, para irse en lo más alto, con una selección supercampeona, dominante y con una generación brillante que pinta como una buena renovación para la camada que él lideró por dos décadas.

El futuro es una incertidumbre, pero el hoy no está menos lleno de dudas. Se le ve en el rostro y en el cuerpo, que se está sobreexigiendo para rendir al máximo nivel. En esta Copa América no hemos visto al Lionel Messi de toda la vida. Era esperable. Para muchos, este torneo era el termómetro ideal para ver qué tanto le faltaba al argentino para el adiós y, aunque duela aceptarlo y no estemos preparados, los años ya se le ven a la gran estrella. Los mismos compañeros del 10 han admitido que la figura del MLS está llevando su cuerpo al límite, jugando como sea los que él teme serán sus últimos minutos en la competición de selecciones más vieja del mundo.

Ecuador, con poco, desnudó esa realidad y quedó a nada de apagar la ilusión argentina. No obstante, como tal vez no le pasó en toda su carrera con la albiceleste, Messi ahora está rodeado de un grupo que lo respalda en los momentos de mayor angustia, compañeros que aparecen cuando él no puede y que mantienen viva su esperanza de llegar a la máxima cita en dos años.

Lionel Messi prepara sus pasos finales, su último baile, y esperará llegar con la suficiente fuerza para liderar a Argentina a su cuarta corona. Por ahora se conforma con conseguir su segunda Copa América, ya está en semifinales y solo dos partidos lo separan de volver a alzar el trofeo.

Portugal se despide de su estrella más brillante

Al mirar los números de Messi con Argentina, es fácil maravillarse. En su palmarés ha colgado, hasta ahora, cinco títulos, superando la centena de goles y acumulando casi 200 partidos. En Copa América es el jugador que más partidos ha disputado y el que ha dado más asistencias. Debutó en la competición con 20 años, en 2007. A partir de ahí jugó siete ediciones de la Copa, contando la actual; jugando cuatro finales, ganando una y con la posibilidad abierta de llegar y ganar una más.

Y si los números del Suramericano sorprenden, qué decir de los de Cristiano Ronaldo. El portugués se despidió de la Eurocopa esta semana siendo el jugador con más ediciones disputadas, el que más goles ha hecho, el que más asistencias ha dado y el que más partidos ha jugado. Ganó el torneo en 2016 y se quedó con un subcampeonato. Le pasó como a Messi, pues cuando debutó en 2004 también perdió la final. El argentino sucumbió contra una Brasil de juveniles, mientras que el luso cayó en su casa contra una sorprendente Grecia, uno de los batacazos más sonados en la historia del fútbol.

Si la película para Messi con su selección no fue fácil, la de Cristiano no fue una historia de amor a primera vista. En 2006, en el Mundial de Alemania, un joven Ronaldo lideró a una Portugal que acarició la final de la Copa del Mundo y fue eliminada por Francia. Sería la vez que más cerca estuvo de ganar un Mundial y en la Eurocopa casi le pasa igual. No obstante, en una revancha histórica contra los franceses, CR7 comandó una selección que los portugueses jamás olvidarán. Entre un equipo sin estrellas ni grandes nombres, Ronaldo fue el líder de una generación que será eterna. Él ni siquiera pudo jugar la disputa por el título, pues una lesión lo obligó a abandonar la cancha muy temprano. No obstante, su imagen, liderando desde la raya como si fuera el mismísimo DT, fue el mayor testimonio de su influencia y liderazgo.

Cristiano Ronaldo, siempre tan pasional y duro consigo mismo, cambió las lágrimas de tristeza que le ocasionaban sus fracasos con su selección por lágrimas de júbilo y alegría. Esa vez consagró su gran leyenda y saldó la deuda de hacer a su país campeón. Eso le valió el rótulo de ser el mejor futbolista portugués de todos los tiempos, por encima del mítico Eusebio, el único luso que hizo ganador a su Portugal y que compitió cara a cara con uno de los mejores de la historia y durante casi dos décadas: Lionel Messi.

Esos tiempos, lastimosamente, están llegando a su fin. Es el fin de una época, una era que marcó el fútbol. Un adiós maravilloso sería en esa cita de 2026 un Mundial, en consecuencia, que puede ser inolvidable. Mientras la Copa América y la Eurocopa llegan a su fin, los que amamos el fútbol nos quedaremos con el miedo y la incertidumbre de si esta vez fue la última que vimos a dos de los más grandes compitiendo en los máximos planos con su selección. Faltarán dos años para superar el pavor, el de ellos y el nuestro. Decir adiós no es fácil, pero ambos se irán con la tranquilidad de haber quedado en la historia. Sus nombres jamás serán olvidados.

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