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Los inmigrantes que trabajan en los hoteles cataríes asociados con la FIFA para hospedar a los equipos y aficionados durante el Mundial de Fútbol que tendrá lugar entre noviembre y diciembre sufren situaciones de abuso y explotación, propiciadas por la legislación laboral del país, denunció este jueves una ONG.
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La organización británica Equidem, especializada en la defensa de los derechos humanos y laborales, publicó un informe basado en entrevistas a 80 trabajadores de establecimientos en la región del golfo Pérsico, la mayoría de 13 de los 17 grupos hoteleros que tienen convenios de asociación con la organización del evento.
Entre los abusos que estos empleados denuncian están la discriminación salarial en base a la nacionalidad y la etnia, el impago y el recorte unilateral de salarios, la sobrecarga de trabajo, el acoso sexual a las mujeres por partes de sus compañeros, la terminación del contrato sin aviso previo o la falta de medidas sanitarias adecuadas.
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Equidem atribuye estas situaciones al “contexto legal y gubernamental”, ya que “se les niega a los trabajadores el derecho fundamental a asociarse, y son sometidos a una vigilancia y control intensivos por parte de los empleadores, así como al temor de represalias -incluida la deportación a instancias del empleador- por defender sus derechos”.
La ONG recuerda que, como en el resto de países del golfo Pérsico, la mayoría de los trabajadores inmigrantes en Catar, que como sus vecinos depende en gran medida de la mano de obra extranjera, proviene de países de africanos (como Kenia, Ghana, Uganda o Marruecos) o del sur de Asica (India, Bangladesh, Indonesia, Filipinas...).
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El informe reconoce que Catar ha hecho progresos en su legislación laboral desde que fue elegido en 2010 como sede de la Copa del Mundo de este año, pero le insta a seguir avanzando en ese proceso “hacia estándares mínimos internacionales para sus dos millones de trabajadores inmigrantes en los años siguientes al Mundial”.
El principal responsable de llevar a cabo estas reformas en el Estado catarí, pero también atañe a la propia FIFA y a los grupos hoteleros, la mayoría de ellos reconocidas cadenas internacionales.
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