Luego de la derrota 4-1 contra Irán, en su debut en la Copa Asiática el domingo pasado, algunos jugadores de la selección de Palestina ingresaron apresurados al camerino del estadio Ciudad de la Educación de Rayán, en Catar. Lo hicieron para revisar sus celulares y con la esperanza de no encontrar un mensaje diciendo que un familiar —otro más— había caído en un bombardeo, que un amigo estaba desaparecido o que aquel conocido había sido capturado por las fuerzas israelíes.
Por más que los jugadores hagan el intento de desconectarse y enfocar sus pensamientos —y sus energías— en el torneo, la incertidumbre es una espiral en sus...