Luego de la derrota 4-1 contra Irán, en su debut en la Copa Asiática el domingo pasado, algunos jugadores de la selección de Palestina ingresaron apresurados al camerino del estadio Ciudad de la Educación de Rayán, en Catar. Lo hicieron para revisar sus celulares y con la esperanza de no encontrar un mensaje diciendo que un familiar —otro más— había caído en un bombardeo, que un amigo estaba desaparecido o que aquel conocido había sido capturado por las fuerzas israelíes.
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Luego de la derrota 4-1 contra Irán, en su debut en la Copa Asiática el domingo pasado, algunos jugadores de la selección de Palestina ingresaron apresurados al camerino del estadio Ciudad de la Educación de Rayán, en Catar. Lo hicieron para revisar sus celulares y con la esperanza de no encontrar un mensaje diciendo que un familiar —otro más— había caído en un bombardeo, que un amigo estaba desaparecido o que aquel conocido había sido capturado por las fuerzas israelíes.
Por más que los jugadores hagan el intento de desconectarse y enfocar sus pensamientos —y sus energías— en el torneo, la incertidumbre es una espiral en sus cabezas y rompe la burbuja. Días atrás, el tunesino Makram Daboub, entrenador de Palestina, resumió en pocas palabras la concentración previa al evento. “No fue sencillo mantenerlos enfocados, tampoco entrenar. No le puedes decir a alguien que no lea noticias o se aleje de las redes cuando su familia está inmersa en un conflicto. Era injusto de mi parte pedirles que solo pensaran en fútbol”.
Los palestinos han demostrado, como pocos, que tienen una gran resiliencia, y una capacidad inmensa de seguir adelante a pesar de las pérdidas constantes por el genocidio. Adelante, eso es lo que le pide Daboub a sus jugadores, ir para adelante. El volante Mohammed Rashid describió, en entrevista para The Asian Game, cómo han sido estos días.
“Procuramos mejorar la atmósfera, salir de esa zona negativa, pero es difícil. Mucho más cuando no sabes lo que viene, cuando no esperas noticias buenas y cuando siempre estás preparándote para lo peor. Los compañeros están buscando la manera de hablar con sus seres queridos a toda hora para garantizar que estén bien”.
Rashid, que juega en el Smouha SC de la Premier League de Egipto, cuenta que la selección no tiene un psicólogo en su staff. Y que entre ellos mismos se escuchan, se consuelan en algunos casos, se dan ánimos para lograr una victoria en la Copa, un triunfo que sería un mensaje al mundo de que el pueblo palestino —como cualquier otro— tiene derecho a existir.
La selección de Palestina —dice Rashid— juega por los que ya no están y por quienes siguen resistiendo. Especulemos un poco: quizá el próximo martes la Franja vuelva a quedar incomunicada del todo. Y que allí nadie se entere de que el equipo palestino derrotó a Hong Kong —siendo muy optimistas— logrando su primera victoria en la Copa Asiática luego de tres participaciones, un triunfo que sería significativo para un pueblo que, desde siempre, ha sido condenado a la derrota.
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