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“Rummenigge, what a man!”, traduce “Rummenigge, qué hombre”, canción que le dedicó Alan & Denise, dúo británico de música pop. Y es que el nacido en Lippstadt, Alemania, sorprendió desde joven en las canchas del amado fútbol. Deleitó desde su debut en el Bayern Múnich, en 1974, por lo que dos años después, cuando apenas tenía 21 de edad, ya jugaba en la selección absoluta. Antes de culminar la década, ya era doble campeón de Europa con el club bávaro (1975 y 1976), había conquistado una Copa Intercontinental (1976) y poseía el honor de ser goleador de la Bundesliga (1979-80).
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El siempre exitoso “Mejillas Rojas”, como le decían porque se sonrojaba en las charlas tácticas, deslumbraría en los años 80. Comenzaba el decenio con la Eurocopa de Naciones, y él se convirtió en jugador clave de la conquista alemana. En esa competición anotó en el compromiso inaugural frente a Checoslovaquia y en la final cobró el tiro de esquina que aprovecharía Horst Hrubesch para de cabeza sentenciar el 2-1 ante Bélgica. El nacido un 25 de septiembre de 1955, constantemente haciendo historia.
Así rememoró Rummenigge aquella consagración: “Antes de la Eurocopa habíamos establecido unos registros históricos, con una racha de 23 partidos sin perder, que ningún otro combinado alemán había logrado nunca. Llegué a la cita continental con mucha confianza, después de proclamarme máximo goleador y mejor jugador del año en Alemania. El seleccionador Jupp Derwall había dispuesto todo para que el equipo estuviese en perfectas condiciones. Era el primer gran certamen de Lothar Matthaeus, al que le sobraba descaro”.
“El Mundial de 1982 será un duelo entre Rummenigge y Diego Maradona, dos superestrellas”, auguró en su momento Dettmar Cramer, entrenador de Karl en el Bayern. No obstante, el duelo se dio fue en México 86, cuando ambos cracks disputaron la final, que terminó siendo ganada por Argentina. El de Lippstadt marcó gol en el encuentro definitivo, que finalizó 3-2 a favor de la albiceleste. “No llegaba al cien por cien, pero sabía que era mi último Mundial y quería jugar. Fueron los momentos más difíciles que he vivido. Solo jugué bien frente a Marruecos y frente a Argentina”, recordó Rummenigge.
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Cuatro años antes, en España 82, el veloz delantero también se quedó sin saborear el más hermoso de los tragos: ser campeón del mundo. Alemania sucumbió 3-1 contra a Italia. El mejor futbolista de Europa en 1980 y 1981, según los galardones que le otorgaron, no pudo ganar un Mundial. Y le faltó brillar en el Inter de Milán, a donde llegó en 1984. Aún sin mostrar su mejor versión, con el equipo italiano anotó 24 goles en 64 partidos. Los 11 millones de dólares que pagó el Inter por él fue hasta entonces el fichaje más caro de la historia, después de lo que le desembolsó el Napoli a Barcelona por Diego Armando Maradona.
En 1987 Karl-Heinz se fue a Suiza, al Servette, y en 1989 se retiró como máximo goleador del balompié de ese país. “Nunca llegará lejos”, dijo de Rummenigge Franz Beckenbauer, otro de los legendarios del fútbol alemán. No obstante, “Mejillas Rojas” se convirtió en un futbolista memorable.
Tras abandonar los verdes campos de juego, Karl-Heinz Rummenigge siguió vinculado a la pelota. Se volvió presidente del Consejo Directivo y director general del Bayern Múnich, influyendo notablemente en las decisiones del club. Las contrataciones de técnicos y futbolistas han pasado por su cabeza. Por ejemplo, hizo llegar a Guardiola, que en tres años ganó siete títulos. También llevó a otro enorme talentoso con el balón: James David Rodríguez Rubio. Este sábado cumple 66 años uno de los mejores atacantes alemanes de todos los tiempos.