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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                Suramérica y el monopolio de la gambeta

                                                                                                                                Reflexiones sobre los estilos de juego a propósito de la Eurocopa y la Copa América.

                                                                                                                                Eduardo Ustáriz / ustarizfilm@gmail.com / @10Kundera

                                                                                                                                Lionel Messi, uno de los futbolistas más efectivos en el mano a mano, por su habilidad, técnica y velocidad. / AFP
                                                                                                                                Foto: AFP - NELSON ALMEIDA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ¿Es así? ¿Nos hemos olvidado de la gambeta en Suramérica? ¿Y es que acaso era nuestro monopolio? La idea de la gambeta como patrimonio identitario del fútbol suramericano nació hace un centenar de años, mitad ficción, mitad verdad. Era una época en la que las identidades nacionales de los bisoños países de la región estaban forjándose y cualquier forma de expresión era susceptible de ser vestida de idiosincrasia. Pasó con la música y pasó también con el fútbol de Argentina, Brasil y Uruguay.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En ese coctel de circunstancias casuales, el jugador suramericano comenzó a inventarse un fútbol en el que había que esquivar obstáculos y piernas. Y en eso, nuestro trazo hacia el gol se llenó de improvisación y desvíos, en lugar del rectilíneo y calculador fútbol profesional de los Smith, Johnson, Williams o Jones. Nosotros, de este lado del Atlántico, gambeteamos. Y esa distinción estilística fue usada por los escritores de la ficción que son nuestras identidades para hablar de nuestra unicidad: el malandraje brasileño, la viveza criolla. Así éramos y por eso jugábamos así. El suramericano gambeteaba y el europeo no.

                                                                                                                                Lea también: Nada que reprochar tras la derrota de Colombia ante Argentina

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Lea también: Lo que le dijo Messi a Yerry Mina después de que el colombiano botó el penalti: “Bailá Ahora”

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y ocurrió que ese fútbol gemelo empezó pronto a ser el mejor y ganarle al de los británicos, y el secreto detrás de ello se regó en una diáspora de jugadores y entrenadores suramericanos y del Danubio viajando por el mundo. Y más pronto que tarde todos empezaron a gambetear sin necesidad de cumplir con requisitos de denominación de origen. ¿No gambeteaban Best y Sekularac? ¿No gambeteaban Cruyff y Amancio, el español? ¿No lo hacían Keegan y Djazic? ¿Dalglish y Conti? ¿Chalana y Giresse? ¿Savicevic y Baggio? ¿Figo y Zidane? ¿No lo hacen Hazard y Grealish?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Eduardo Ustáriz / ustarizfilm@gmail.com / @10Kundera

                                                                                                                                Lionel Messi, uno de los futbolistas más efectivos en el mano a mano, por su habilidad, técnica y velocidad. / AFP
                                                                                                                                Foto: AFP - NELSON ALMEIDA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ¿Es así? ¿Nos hemos olvidado de la gambeta en Suramérica? ¿Y es que acaso era nuestro monopolio? La idea de la gambeta como patrimonio identitario del fútbol suramericano nació hace un centenar de años, mitad ficción, mitad verdad. Era una época en la que las identidades nacionales de los bisoños países de la región estaban forjándose y cualquier forma de expresión era susceptible de ser vestida de idiosincrasia. Pasó con la música y pasó también con el fútbol de Argentina, Brasil y Uruguay.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En ese coctel de circunstancias casuales, el jugador suramericano comenzó a inventarse un fútbol en el que había que esquivar obstáculos y piernas. Y en eso, nuestro trazo hacia el gol se llenó de improvisación y desvíos, en lugar del rectilíneo y calculador fútbol profesional de los Smith, Johnson, Williams o Jones. Nosotros, de este lado del Atlántico, gambeteamos. Y esa distinción estilística fue usada por los escritores de la ficción que son nuestras identidades para hablar de nuestra unicidad: el malandraje brasileño, la viveza criolla. Así éramos y por eso jugábamos así. El suramericano gambeteaba y el europeo no.

                                                                                                                                Lea también: Nada que reprochar tras la derrota de Colombia ante Argentina

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Lea también: Lo que le dijo Messi a Yerry Mina después de que el colombiano botó el penalti: “Bailá Ahora”

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y ocurrió que ese fútbol gemelo empezó pronto a ser el mejor y ganarle al de los británicos, y el secreto detrás de ello se regó en una diáspora de jugadores y entrenadores suramericanos y del Danubio viajando por el mundo. Y más pronto que tarde todos empezaron a gambetear sin necesidad de cumplir con requisitos de denominación de origen. ¿No gambeteaban Best y Sekularac? ¿No gambeteaban Cruyff y Amancio, el español? ¿No lo hacían Keegan y Djazic? ¿Dalglish y Conti? ¿Chalana y Giresse? ¿Savicevic y Baggio? ¿Figo y Zidane? ¿No lo hacen Hazard y Grealish?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Eduardo Ustáriz / ustarizfilm@gmail.com / @10Kundera

                                                                                                                                Por Eduardo Ustáriz / ustarizfilm@gmail.com / @10Kundera

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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